Amaia U. LASAGABASTER
Protagonista

El dulce momento de Arruabarrena

En su séptima temporada como azulgrana, el tolosarra se erige en el máximo goleador del equipo.

La perseverancia es la virtud por la cual todas las otras virtudes dan su fruto. Lo escribió el poeta italiano Arturo Graf y lo confirma Mikel Arruabarrena que, a sus 31 años, atraviesa el momento más dulce de su carrera.

Trotamundos en sus inicios, cumple su séptima temporada con la camiseta azulgrana, aunque también en el Eibar ha tenido que esperar hasta ver recompensada su constancia. Insustituible para Gaizka Garitano, como antes lo fue para Javier Mandiola o Ángel Viadero, responde a la confianza de su técnico con un trabajo inagotable que, además, adorna estas últimas semanas con su buena puntería. No siempre le han acompañado los goles y de ahí la desconfianza con la que todavía, incomprensiblemente, le juzga un sector de la grada de Ipurua. Sin gol no hay foto de portada aunque el rendimiento de Arruabarrena ha sido notable desde que llegara a Eibar.

Han pasado ya casi siete años. En 2008, tras haber pasado por Lezama, Tajonar, Xerez y Tenerife, el ariete fichaba por el Legia de Jan Urban. La experiencia no resultó y apenas unos meses después, en invierno de 2009, llegaba a un Eibar que se asomaba al abismo. Y que, con Carlos Pouso primero y Josu Uribe después en el banquillo, no pudo eludir su destino y acabó regresando a Segunda B. Nada salió bien aquel curso. Tampoco al propio Arruabarrena, que llegó en el mercado invernal y poco pudo aportar. Primero necesitó ponerse a tono, después una fractura de cúbito le envió a la enfermería y al poco de recuperarse fue una fractura de costilla durante un entrenamiento la que le dejó definitivamente fuera de combate. En cualquier otro caso, la relación habría terminado ahí. Pero el Eibar apostó por él, con el contrato más largo firmado nunca por el club armero, y el jugador hizo lo propio, arreglando por su cuenta su desvinculación del Legia.

Nadie quería creerlo en aquel momento pero le esperaba una travesía por el desierto antes de que aquella decisión se revelase como la más importante de su carrera. Porque antes de golear con el Eibar en Primera tuvo que afrontar cuatro temporadas en Segunda B. Curiosamente, una de las mejores, la vivió lejos de Ipurua. En la temporada 10/11 accedió a una cesión al Leganés. Necesitaba aire fresco y lo encontró en el equipo madrileño, con el que concluyó el curso como máximo goleador de Segunda B con 21 dianas, la mejor cifra que nunca ha alcanzado. Con la confianza recuperada regresó a casa. Sus números en el apartado goleador fueron mucho más discretos -siete goles en Liga y uno en Copa- pero su función en el campo y las características del equipo tampoco eran las mismas que el curso anterior. Su participación (31 partidos) no deja lugar a dudas de la confianza de Javier Mandiola en el tolosarra.

El final fue el principio

Mayor aún es la de Gaizka Garitano desde su llegada. En verano de 2012, frustrado el tercer intento consecutivo de regreso a Segunda A, el técnico vizcaino arribó al banquillo eibarrés. Remodeló el equipo prácticamente por completo. Entre los pocos que sobrevivieron a la transformación se encontraba Mikel Arruabarrena. Era su último año de contrato y el futuro del delantero, obsesionado con marcharse dejando al equipo donde lo había encontrado, en Segunda A, parecía encontrarse lejos.

Se cumplió su ilusión pero no el que parecía su destino. Lo que pudo ser el final se convirtió en el principio. Vivió un año de ensueño, en el que lo jugó prácticamente todo, alcanzó sus mejores cifras goleadoras con la camiseta azulgrana, protagonizó momentos especialmente memorables como el gol de la visita copera a San Mamés y, efectivamente, culminó el regreso a la categoría de plata. Se quedó y no se arrepintió porque acabó disfrutando de la mejor temporada en la historia del Eibar. También desde el césped -solo se perdió seis partidos- y confirmado como uno de los hombres claves en el esquema de su entrenador.

Lo sigue siendo, ya en Primera. El Eibar ha rastreado el mercado en busca de fichajes que dieran a la plantilla la calidad y, sobre todo, la experiencia que le faltaba. Pero Garitano ha querido mantener la espina dorsal de «su» equipo, en el que Arruabarrena tuvo un sitio asegurado a la hora de confeccionarlo y que, con la competición ya en marcha, mantiene pese a la competencia. Ha participado en diez de las once jornadas disputadas, todas ellas como titular. Participado, jugado, marcado y celebrado. Recoge los frutos de la perseverancia para disfrutar con el momento más dulce de su carrera.