Nerea GOTI BILBO
ZIENTZIA

Cuando una aspirina puede representar un riesgo a más de 4.000 metros

Investigadores de la UPV-EHU han analizado las interacciones fármaco-alimentarias que se dan en el alpinismo en un trabajo que llama la atención sobre la necesidad de controlar qué medicamentos, alimentos y suplementos nutricionales se toman, porque los efectos de unos pueden interferir en otros y también influye la altitud.

La forma física, los conocimientos técnicos y del medio y hasta la preparación sicológica son algunos de los aspectos más trabajados a la hora de hacer frente a una gran cumbre, pero hay otro elemento que quizás pase más desapercibido y sin embargo es fundamental: el control de qué alimentos, ayudas nutricionales y fármacos se toman haciendo una actividad de alto rendimiento físico como el alpinismo, bajo la influencia que la altitud ejerce en el organismo.

Es en esta cuestión en la que se centra un artículo publicado recientemente por investigadores de la UPV-EHU. El estudio analiza interacciones fármaco-alimentarias y concluye que «si no se realiza un control riguroso de los productos que se ingieren, se puede poner en peligro la salud del alpinista».

Los investigadores de la UPV-EHU se han centrado en observar cómo se nutren los alpinistas y cómo afecta la altitud. El trabajo es obra de Aritz Urdampilleta, doctor en Ciencias de la Actividad Física, y el Deporte y Saioa Gómez-Zorita, doctora en Farmacia y Ciencias de los Alimentos, y parte de la necesidad de cuidar qué fármacos y qué alimentos se ingieren ante la «situación de gran estrés que se vive en las altitudes elevadas y en estancias superiores a las tres semanas». En esos casos, apuntan, una óptima alimentación es imprescindible, junto con un pre-acondicionamiento anterior a la ascensión. Urdanpilleta y Gómez-Zorita explican en su trabajo que los principales factores limitantes en el alpinismo son el agotamiento de los depósitos de glucógeno muscular y catabolismo proteico elevado, desequilibrio hidroeléctrico y Mal Agudo de Montaña (MAM).

El Mal Agudo de Montaña

En el caso de esta última afección, a veces aparece de forma inevitable y se afronta tomando medicamentos. La cuestión es que «si no se realiza bajo un control riguroso», la salud peligra «por las posibles interacciones con alimentos o ayudas ergonutricionales».

Explican en el estudio que por encima de los 4.000 metros, según la susceptibilidad individual a la hipofixia, es habitual que disminuya el apetito y haya pérdidas de peso. Cuando se duerme a esa altitud es habitual padecer el MAM, que se manifiesta con síntomas como dolor de cabeza, mareos, nauseas, insomnio y fatiga generalizada. «Si el MAM no se controla adecuadamente puede derivar en edema cerebral y riesgo de muerte», advierten.

Hay una situación genérica que puede darse en estos casos, el hecho de que el medicamento que se toma para hacer frente al dolor de cabeza, por ejemplo, oculte síntomas y haga invisibles las alarmas que lanza el organismo. Aludiendo a casos prácticos muy extendidos, como el uso de la aspirina, Aritz Urdanpilleta comenta que «hay que hacer la reflexión de que si cada vez que tengo dolor de cabeza tomo una aspirina, a 5.000 0 6.000 metros esa aspirina no tendrá el mismo efecto y provocará interacciones con otras cosas que puedo estar tomando».

El consejo genérico es reducir al máximo el consumo de fármacos y valorar si no será mejor «bajar un poco y reiniciar más tarde la ascensión; pensar que el dolor es un mecanismo de defensa y que cuando aparece quiere decir que algo va mal y que tengo que ir más espacio», apunta Urdampilleta.

Probablemente los experimentados alpinistas estén al tanto de estas cuestiones, pero la práctica de la alta montaña se ha extendido notablemente, y tal y como destacan los investigadores, cada vez más turistas ascienden a determinadas altitudes sin experiencia previa.

Las prisas, malas consejeras

Al hilo de las reflexiones de Urdanpilleta, consultado por GARA sobre la cuestión, el experimentado alpinista Alberto Iñurrategi destaca que a partir de determinada altitud se crean condiciones especiales que no pueden pasar desapercibidas. «En cualquier otro tipo de prueba, puedes saber qué efecto puede aparecer y si las cosas se complican es más fácil retirarse o lograr asistencia. Pero en la montaña, la situación es diferente, y la altitud se suma a los efectos que puede tener un fármaco», explica.

Quizás el problema esté también en que «se va con muchas prisas, se quieren hacer las cosas cada vez más rápido, tirar de fármacos, sin dar al organismo tiempo suficiente para aclimatarse a esas condiciones especiales de la altitud», apunta Iñurrategi y pone como ejemplo viajes organizados a altas cumbres, en los que para conseguir precios competitivos se reducen los días de estancia. «No hay tiempo para adaptarse a la altura y entonces las opciones se reducen a seguir ascendiendo con dolor de cabeza y el riesgo de padecer un edema o tomar algún fármaco o algún producto mágico».

Lo fundamental, a juicio de Alberto Iñurrategi, es «tomar conciencia de que el organismo necesita un tiempo para aclimatarse a la altura» y aunque resulte complejo «actuar con responsabilidad sabiendo qué se toma, para qué y qué efecto puede tener en determinadas condiciones».

Recomendaciones

De hecho, entre las conclusiones del estudio se recomienda «especial atención» si se utilizan fármacos para el MAM, porque estos «pueden ocultar los síntomas habituales y en consecuencia se puede seguir ascendiendo hasta el momento en el que el organismo no puede aclimatarse a la altitud».

Señalan que es «crucial» tomar suplementos nutricionales con vitamina E antes de la estancia, así como tomar hierro y vitamina C durante la actividad alpinística. También se apunta que pueden resultar «eficaces» suplementos ergonutricionales, las bebidas isotónicas, el glicerol, cafeína, aaR, los AG omega 3 y el Ginkgo Biloba. «Se utilizan suplementos (Gingko Biloba), diuréticos, analgésicos y en último término corticoides para hacer frente al MAM, así como inmunomoduladores». «La acetazalamida ha resultado ser el fármaco más eficaz para prevenir el MAM», indican los investigadores.

Las principales advertencias se dan ante estados de desnutrición, porque en estos casos las interacciones pueden ser mayores. Las más peligrosas, según detallan, son en estos casos las que se dan entre suplementos vasodilatadores (omega 3, gingko biloba, perlas de ajo, precursores se óxido nítrico y ácido acetilsalicílico). Además, aconsejan no mezclar diuréticos (azetozalamida) y corticoides (prednisona o dexametasona).

El interés por desmenuzar las interacciones en el alpinismo en el caso de Aritz Urdampilleta tiene mucho que ver con la experiencia vivida años atrás en una expedición a Aconcagua, en la que se produjo una muerte. Según comenta, a partir de las analíticas se conocieron diversas interacciones entre medicamentos y ayudas nutricionales que le llevaron a preparar una tesis al respecto y a sumergirse en la investigación de estos casos.

No obstante, Urdanpilleta recuerda que las interacciones entre fármacos y alimentos son habituales y no solo ocurren en la montaña. Según apunta, en la práctica del deporte en general, vendría bien una mayor preparación en este campo.

Cuánto ibuprofeno tomamos

«Si hiciésemos un cuestionario entre deportistas para ver cuánta gente toma ibuprofeno, aspirinas o similares y qué suplementos, veríamos que se producen muchas interacciones», apunta. En el caso de los deportistas, vemos muchos problemas gastrointestinales, cada vez más casos de dolores de estómago. Tomamos muchos fármacos y estos tienen efectos no solo en el estómago, sino también en el hígado, en el riñón... y esos efectos secundarios pueden aparecer años después en forma de un fallo renal, por ejemplo», explica a GARA.

La investigación a nivel de control de parámetros como la alimentación, el entrenamiento y la ingesta de fármacos se está desarrollando por el momento entre grupos reducidos de individuos. «Nuestra idea es difundir después las conclusiones de este análisis y compartir estas experiencias con las federaciones», señala Aritz.

Esta cuestión no afecta solo al deporte de élite. De hecho, Urdanpilleta está al frente de un proyecto que ha echado a andar en Oiartzun y que se ha hecho llegar a Osakidetza y a los centros escolares. Se llama Club Deportivo para la Salud y busca asesorar desde un punto de vista integral en materia de deporte, salud y nutrición.

«Primero tenemos que garantizar la salud y entre otras muchas cosas, salud es saber que si tomo un fármaco tengo que tener cuidado con los efectos que pueden aparecer, saber qué puedo o debo tomar», mantiene. La preparación en este campo es la asignatura pendiente y no solo para el alpinismo, sostiene.

Menos fármacos

Como consejo general, los expertos señalan que en la montaña cuantos menos fármacos mejor. Es más eficaz realizar una actividad física de carácter aeróbico-anaeróbica por encima de los 4.000 metros para prevenir el MAM.