«Dios tiene que pensar que soy un tío cojonudo. Si no, no me hubiera dado tanto», es una de tantas y tantas perlas del luso José Mourinho, alias «podéis llamarme `The Special One'». Su Chelsea del alma ganó este fin de semana, lo que no es noticia, aunque esa victoria permitió a su técnico superar la barrera de los 400 puntos en la Premier inglesa, siempre con los Blues. Sus números asustan: ha ganado el 70% de sus partidos, dato brutal. «Ya no es balón de Cech al pecho de Drogba, descarga para Lampard y oportunidad de gol. Cinco segundos en total», escribe estos días el gran Martí Perarnau, que reivindica la capacidad del portugués para haberse reinventado a él y a su Chelsea. Y a pesar de sus logros, de su liderato, «si ni siquiera Jesucristo caía bien a todo el mundo, imagínate yo», que diría `Mou'. Y dicho y hecho, la semana pasada se publicó una encuesta en la que el 20% de los niños ingleses consultados dijeron que Jesucristo era un jugador del Chelsea. El de Setúbal sonrió.

Tan irónico como su archienemigo Arsene Wenger, cuyo Arsenal volvió por fin a ganar, 4-1 al Newcastle, con dos goles del francés Giroud y otros tantos de Santi Cazorla. Antes del choque, el alsaciano se había despachado a gusto, sobre todo después de ser abucheado por algunos seguidores cuando se disponía a tomar el tren de vuelta a Londres tras la última derrota ante el Stoke City.

«Los hinchas por definición deben dedicarse a apoyar. No espero nada, pero si miramos la historia del Arsenal y lo que hemos logrado en los últimos 18 años, veremos que hemos avanzado mucho, y es lo que continuaremos haciendo. Yo he dirigido al equipo en 180 partidos de la Champions League ¿Cuántos partidos de la Copa de Europa había jugado el equipo antes? Si ya no le gusto a los aficionados no es mi problema. Mi problema es ganar los partidos. No soy un político que tiene que mirar cada semana las encuestas para ver si la gente le apoya. A mí me pagan para ganar partidos, es mi trabajo. ¿No creen que puedo encontrar veinte personas que piensen que ustedes son basura? ¿Representarían a una mayoría? No creo. Lo cierto es que hay que ganar partidos, eso es todo», se explayó a gusto. Dicho y hecho, venció y el Emirates Stadium decidió despedir a su equipo al son del «There's only one Arsene Wenger'' con el que suele agasajar a su entrenador.

Todo son loas también para Louis van Gaal, aunque el holandés, perro viejo, reconozca la flor que le acompaña. «Necesitas suerte, pero a veces tú puedes forzar la suerte y nosotros la estamos forzando». Así es. El United ha logrado encadenar seis victorias consecutivas, un récord que ha colocado a los mancunians en la tercera posición de la tabla. Su última víctima, el Liverpool, y eso después de que viejas glorias como Paul Scholes o Gary Neville pusieran en tela de juicio el juego del equipo, tildándolo incluso de «Pub team» o que los mejores talentos ingleses se irán a la nueva academia del City.

Era el clásico inglés por excelencia. De la pugna por el comercio del algodón entre ambas ciudades en el siglo XVIII a la rivalidad sobre el césped. En el enésimo choque entre ambos los locales golearon 3-0 en Old Trafford, pero el hecho de que su portero De Gea fuera el mejor de la noche lo dice todo. Los de Liverpool perdonaron en exceso y el madrileño lo paró todo, tanto que ya le llaman ``The Wall'' y ofrece argumentos suficientes para justificar la oferta de 9 millones por año hasta 2019 que le ha hecho el United.

Los Red Devils se han aliado con la diosa fortuna mientras llega el esperado juego, en tanto sus colegas Reds a secas atraviesan uno de sus peores momentos, tanto que se ha publicado que el destino del gran capitán Steven Gerrard la próxima campaña será la liga estadounidense, esa en la que ha aterrizado el español Raúl, en el mítico Cosmos de la segunda división. Otro que tiene los días contados parece ser Mario Balotelli -suena para la Ligue 1 y hasta los tifossi del Inter cantan para que no vuelva a Milán-, que regresó ante el United y De Gea le sacó dos goles cantados. El italiano se mordió la lengua y no dejó escapar taco alguno.

Desde hace más de un año, el Liverpool aplica un programa entre sus empleados, que recoge palabras o expresiones que consideraban «inaceptables», discriminatorias por raza y religión, por orientación sexual, por el género o por discapacidades, toda clase de insultos hacia personas de raza negra, inmigrantes asiáticos, homosexuales, con síndrome de Down, transexuales, etc. Ni «marica», ni «negrata», ni si quiera «juegas como una chica».

Luca Toni y su idilio con el gol

Consejos que debería haberse aplicado el excéntrico presidente de la Sampdoria, Massimo Ferrero, que acaba de ser inhabilitado por tres meses por unas declaraciones en una televisión italiana, dirigidas al presidente del Inter, Erick Thohir. «Es injusto que Moratti haya sido tratado así, lo siento mucho por él. Yo ya se lo había dicho: echa a ese filipino», fueron las polémicas palabras del productor cinematográfico, dueño de la `Samp' desde este verano, y que el fin de semana asistió al empate de los suyos ante la Juventus. La Vecchia Signora tiene en los genoveses a su bestia negra: solo los ha derrotado en dos ocasiones en seis años. Para más inri, el gol del empate lo marcó Manolo Gabbiadini, delantero internacional, propiedad de la Sampdoria... y la Juve.

La segunda igualada consecutiva de los juventinos esta vez sí fue aprovechada por la Roma, que ganó por la mínima a la revelación Genoa (0-1). En el otro gran partido de la jornada de Serie A el Milan -storia, tradizione, passione...buon compleanno, cumplió este martes 115 años de historia- venció con suma comodidad al Napoli (2-0), en uno de los mejores partidos de la temporada rossonera y uno de los peores de los partenopeos. Con 3 puntos en las últimas 4 jornadas, el Nápoles vive días complicados. Los jugadores no hablaron y solamente Benítez salió a la sala de prensa, después de que durante 40 minutos el propietario del club, Aurelio De Laurentiis, se encerrara en el vestuario con los jugadores.

Pero en el Calcio hubo un protagonista con nombre de gol, Luca Toni. «Nada hay fuera de las murallas de Verona sino purgatorio o el mismo infierno. Ser exiliado de ella es ser exiliado del mundo», escribió William Shakespeare, y allí, en la ciudad de los enamorados, Romeo encontró su Julieta, Luca Toni se enamoró de Verona. Ha goleado de forma ininterrumpida durante los últimos 20 años, desde su debut, aún menor de edad, con el Módena. Traspaso millonario más tarde a la Fiorentina, donde se convirtió en el primer italiano en conseguir la Bota de Oro, fichaje por el Bayern, ya con la treintena, y la progresiva decadencia siempre goleando en la Roma, Genoa o Juventus.

El Al Nasr, donde anotó siete goles, parecía su última aventura futbolística, sobre todo tras el duro golpe de la pérdida de su hija en el verano de 2012. Sin embargo, su `Fiore' le recuperó para la élite y ahora en Verona, con 37 años, sigue a lo suyo: veinte goles la pasada temporada, otros siete ya en la presente. El domingo anotó su tanto 201, con su característico gesto de la rueda sobre la oreja. Jugaba contra el Udinese de otro `capo', Antonio di Natale, otros 37 `tacos', que también anotó. Al final, Toni contó que al descanso se saludo con Totó y bromearon: «Si metemos más goles, los demás se preocuparán por no poder parar a estos viejitos».

Años los que le van a pesar cada vez más a Jurgen Klopp como no remedie la trayectoria de su Borussia Dortmund que volvió a perder, antepenúltimo tras nueve derrotas en 15 partidos, y nuevo encuentro anoche en la jornada intersemanal de la Bundesliga. ``Klopp, campeón mundial de la maldición'', titulaba ayer ``SportBild'' en su portada. Cayó ante el Hertha en Berlín, a donde se desplazaron nada menos que 15.000 incondicionales de los borusser. Y por si las malas noticias no vinieran solas, Paul Breitner, actual directivo del Bayern, comentó: «Tengo la esperanza que Marco Reus se decida por nuestro club». `Kloppo', en su momento más bajo, con un planteal al que necesita recuperar mentalmente para su causa tras cuatro años de enorme desgaste físico y emocional, no pierde la sonrisa y su buen corazón. Ha donado veinte mil euros a Dietmar Roth, un exfutbolista de la Bundesliga que sufrió un derrame cerebral y que ha dependido de donaciones para poder tratar su enfermedad. El gesto lo reveló la novia del jugador, al revisar la cuenta bancaria y percatarse del ingreso.

El que no tiene un solo gesto de humanidad -quizá por eso es el club más odiado en Alemania- es el Bayern, que arrasó 0-4 al Ausburg en el derbi bávaro, y ganó este martes 2-0 al Friburgo, con lo que eleva su ventaja sobre el segundo a doce puntos. Los de Múnich se proclaman herbstmeister (campeón de invierno), y en 16 de las 19 veces anteriores, ganaron el título.

En busca de ese objetivo andan Marsella y PSG, aunque ambos perdieron sus compromisos este fin de semana y siguen separados por un punto. Bielsa e `Ibra' también son cojonudos, pero humanos, ¿eh `Mou'?