CÓRDOBA 1

EIBAR 1

El Eibar ha alcanzado velocidad de crucero. Puede sufrir o golear, acabar pidiendo la hora, tener que remontar a la desesperada, enamorar con su juego o tirar de efectividad pero todos los caminos acaban llevándole a un destino similar en los últimos tiempos. Han transcurrido siete jornadas desde que cayera ante el Real Madrid, hace ya casi dos meses. Y en todo ese tiempo solo el Valencia ha sido capaz de dejar sin puntos, y por bien poquito, al cuadro armero.

Rivales diferentes, escenarios diferentes, circunstancias diferentes y a todos ellos ha sabido ir adaptándose el Eibar, pareciendo siempre igual o más que el que estaba enfrente. Por eso al equipo azulgrana se le ve hoy mucho más cerca de su objetivo de lo que cualquiera habría podido imaginar a principio de temporada. Por eso y, claro está, por los 27 puntos a los que le ha conducido esa trayectoria. Puntuación que le permiten alcanzar el ecuador de la Liga en la zona noble de la clasificación y a aproximadamente solo cinco triunfos de sellar la permanencia, con toda la segunda vuelta por delante. Tanto es así que e mayor temor en la familia azulgrana ahora mismo es que la marcha de Raúl Albentosa no suponga el inicio de una suerte de «operación salida», que se prevé inevitable el próximo verano pero que resultaría letal ahora mismo.

El alzireño ya es historia y, a la espera de ver a quién contrata el club en los próximos días, su vacante le correspondió ayer, como cabía esperar, a Borja Ekiza. Más sorprendente resultó la suplencia, por segunda semana consecutiva, de Mikel Arruabarrena. Lo cierto es que la noche fue resultó mucho más dulce para el ariete guipuzcoano que para el central navarro.

Y es que Ekiza fue uno de los protagonistas, evidentemente involuntario, de la jugada que pudo sentenciar el choque, pese a que solo habían transcurrido nueve segundos desde que el árbitro pitara el inicio.Los que necesitó el Eibar para sacar de centro, Fede Cartabia para forzar el error de Dani García, Florin Adone el de Ekiza y entre ambos construir el 1-0.

Terrible mazazo para los azulgranas, conscientes de que ese terrible error les dejaba ante un escenario muy diferente del que esperaban y que tan bien se les viene dando esta temporada. El Córdoba no es ajeno a los usos y costumbres de su rival, así que el tanto le hizo doblemente feliz. Aunque tardó un rato, quizá por el subidón del gol, acabó cediendo la iniciativa y el balón a los armeros, que no supieron, o no pudieron, encontrar la manera de acercarse al área local con peligro. Las acciones a balón parado y las intentonas solitarias de Piovaccari se conviertieron en el único, e inútil, recurso de los eibarreses en un triste primer tiempo. Se vio más cerca, de hecho, la sentencia verdiblanca que la remontada de un Eibar que, posiblemente, ofreció su peor cara desde que llegara a la categoría.

El único movimiento en el descanso llevó a Txema Añibarro al campo, en detrimento de un Borja Ekiza con amarilla y con problemas, al que posiblemente su entrenador quiso reservar de cara a la próxima semana, cuando sabe que no podrá contar con Raúl Navas pero no si tendrá ya a un cuarto central en la plantilla. En cualquier caso, el cambio no afectó demasiado al juego, que se mantuvo desangelado.

Fue el árbitro, de hecho, el que se encargó de meterle chispa a la noche. Una falta clara le costó la segunda amarilla a Campadabal pero, antes de que a los eibarreses les diera tiempo a relamerse ante el nuevo decorado, Piovaccari seguía el mismo camino. Desafortunado resbalón del italiano, que se lleva por delante a un rival y roja directa para equilibrar de nuevo las cosas.

Se antojaba difícil que aquello pudiera acabar bien pero la dinámica en la que ha entrado el Eibar parece tener más fuerza que sus eventuales petardazos. A veinte minutos del final, Mikel Arruabarrena saltó al campo y solo cuatro después aprovechaba una muy buena acción de Saúl en la derecha para empalmar un cabezazo magnífico y establecer el 1-1. Fue prácticamente el único remate con peligro de los guipuzcoanos en todo el partido pero les bastó para salvar un punto que les acerca un poquito más a la meta.