Charle-Hebdo: nuestros hijos mataron a nuestros hermanos
Recibo esta carta abierta de cuatro profesores franceses de los suburbios al borde de París. Los cuatro razonan sobre la tragedia de Charlie-Hebdo. En sus palabras se expresa la razón republicana, igualitaria, fraternal y solidaria. (...):
Los crímenes perpetrados por estos asesinos son abominables. Pero lo terrible es que ellos hablan francés y con el acento de los jóvenes de los suburbios. Esos dos asesinos son como nuestros alumnos. (...) que nadie venga ahora a decirnos que con todo lo que hacemos quedamos librados de esta responsabilidad.
Nosotros, es decir, los funcionarios de un Estado que no cumple con sus obligaciones; nosotros, los profesores de una escuela que ha dejado a un lado del camino de los valores republicanos a esos dos y a tantos otros (...) nosotros, que hemos permitido que el individuo prevalezca sobre lo colectivo; nosotros, que no intervenimos en política o nos burlamos de quienes lo hacen: nosotros somos responsables de esta situación.
Los de Charlie-Hebdo eran nuestros hermanos y como hermanos los lloramos. Sus asesinos eran huérfanos, criados en internados bajo tutela de la nación, hijos de Francia. Así pues, nuestros hijos mataron a nuestros hermanos. Tragedia. En cualquier cultura, este hecho provoca un sentimiento nunca mencionado en estos días recientes: la vergüenza.
(...) Nadie en los medios habla de esta vergüenza. Nadie parece querer asumir la responsabilidad por ella: la responsabilidad de un Estado que deja que imbéciles y sicóticos se pudran en las cárceles y se conviertan en juguetes de manipuladores perversos; la responsabilidad de una escuela a la cual se priva de medios y de apoyo; la responsabilidad de una política urbana que parquea a los esclavos (los indocumentados, los sin credencial de elector, los sin nombre, los sin dientes) en cloacas suburbanas. La responsabilidad de una clase política que nunca comprendió que la virtud sólo se enseña con el ejemplo.
(...) Se puede llevar un botón: «Todos somos Charlie». Pero reiterar nuestra solidaridad con las víctimas no nos librará de la responsabilidad colectiva de este asesinato. Somos también los padres de los tres asesinos.
Catherine Robert, Isabelle Richer, Valérie Louys y Damien Boussard

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