Es ya un secreto a voces. Cuco Ziganda es el as en la manga de Josu Urrutia para la próxima temporada en el banquillo del primer equipo. Y Aitor Larrazabal ocuparía su vacante en el filial, tras cuatro años en los despachos de Lezama. Es más que un rumor. La única pata del banco que falta es quién se ocuparía de la dirección deportiva de la cantera. Y esta información no parte del «psicoanálisis desde la distancia» al que se refirió con puede que justificada incredulidad Ernesto Valverde en la previa del partido de ayer, sino del propio club. Hasta el anuncio del actual presidente de que se presentará a la reelección apenas nadie había cuestionado la figura del técnico. Ese anuncio, el socavón de juego y resultados del equipo, los primeros pitos en San Mamés y el debate se ha abierto en canal, azuzado también por algunos, es evidente, cual ariete al que agarrarse para zumbar al de Lekeitio y airear posibles candidaturas que días atrás incluso ellos mismos reconocían impensables. La caducidad de Ernesto Valverde al frente del Athletic se extiende a cada día entre los corrillos de aficionados, y cobra crédito de manera abierta o entre líneas en la prensa deportiva. Incluso de manera paralela crecerán las voces que, si damos por asumido el relevo, apuesten por Gaizka Garitano como el mejor revulsivo para esta plantilla en lugar de la baza navarra, que es parte del establishment. El secreto a voces está ahí, nada nuevo en el circo futbolístico. Va en la profesión, como los silbidos. La duda es si esto afectará de forma dañina al devenir del equipo, con tanto y tantas cosas todavía en juego por delante, desde ahora mismo hasta el mes de mayo, elecciones a la presidencia de por medio incluidas.