Aitor AGIRREZABAL
TRAS EL ATENTADO CONTRA «CHARLIE HEBDO»

Un suceso convertido en sátira sobre la libertad

Los ataques de la semana pasada en París, que comenzaron en la revista satírica «Charlie Hebdo», han puesto en el punto de mira un debate en torno al humor, la libertad de expresión y a las consecuencias que pueden tener las palabras y los dibujos. En Euskal Herria, publicaciones como «La Gallina Vasca» y «TMEO» entienden que, pese a que les afecta, no van a cambiar «esa identidad provocadora» que es su seña.

El 8 de enero, un día después del ataque al «Charlie Hebdo» y tres días antes de la multitudinaria manifestación de París, el humorista Facu Díaz fue imputado por un `gag' en el que interpretaba a un militante del PP anunciando, con un pasamontañas, la disolución del partido por corrupción. Más de un siglo antes, el 25 de noviembre de 1905, un grupo de oficiales asaltó la redacción de la revista satírica catalana «Cu-Cut» por haberse reído de los fracasos del Ejército español. Suma y sigue: en 1977 el conserje Joan Peñalver fue asesinado en el atentado fascista contra el irreverente «El Papus», en 2006 una bomba amenazó un espectáculo de Leo Bassi crítico con la iglesia católica y en 2007 secuestraron una portada de «El Jueves» en la que se mofaban de la monarquía. Todo esto sin pasar por alto el veto de Alberto Ruíz-Gallardón al humorista Pepe Rubianes después de aquel inolvidable «la unidad de España me suda la polla por delante y por detrás».

Ninguno de estos antecedentes impidió a los representantes del Estado español, pasados y presentes, aparecer tras el ataque al «Charlie Hebdo» como principales defensores del derecho a la sátira, del mismo modo en que el cierre de «Egin», «Ardi Beltza» y «Egunkaria», entre otros muchos, tampoco les impidió presentarse como paladines de la libertad de expresión.

Sin olvidar que, más allá de los grandes titulares, «Charlie Hebdo» tampoco ha quedado exento de críticas que recuerdan que no ha sido tan insistente en las sátiras hacia otras religiones y apuntan a que la publicación podría haber incentivado el racismo y la xenofobia en alguna ocasión, el ataque contra la revista francesa ha puesto encima de la mesa el debate sobre los límites de la sátira, si es que los tiene.

Y es que este tipo de publicaciones basan su discurso en eso, en la provocación, la irreverencia como arma principal. La publicación vasca «TMEO», a las pocas horas de producirse el ataque contra la revista satírica francesa, publicó un tuit esclarecedor. «Nos cagamos en todos vuestros dioses». Y por primera vez en los casi 28 años de existencia de la publicación, el nuevo número ha ido a imprenta con una mascota distinta en la cabecera. En ella se verá un islamista armado que sujeta la revista «Charlie Hebdo» (habitualmente suele ser un policía con un «TMEO» entre las manos).

Uno de sus dibujantes, Santi Orue, aclara que valoraron la idea de llevar el ataque a portada, pero al final se decidieron por esta opción por la temporalidad de las noticias en la actualidad. Así amén de la cabecera, el nuevo número traerá varias referencias en el interior y la contraportada de la publicación. El ataque se produjo unas horas antes de cerrar el número, por lo que el protagonismo «no era eludible». Además, Orue, en declaraciones a GARA, habla del sentimiento que queda en el gremio tras el ataque: «Parece que somos un poco menos libres».

Querellas sin recorrido

La revista de Gasteiz ha recibido a lo largo de su recorrido varias querellas por injurias al jefe del Estado y a la Guardia Civil, sin que ninguna de ellas prosperase. Ataques a esa libertad de expresión que en las últimas semanas ha estado en boca de los mandatarios. También han tenido en el punto de mira a la Iglesia. «Hemos dado caña a la Iglesia, con las visitas del papa, por ejemplo, y pese a que hemos recibido el malestar de varios colectivos, no ha pasado de ahí». La religión no justifica lo sucedido en la redacción de la revista francesa, y es que las causas van mucho más allá de una caricatura de Mahoma.

La religión siempre ha tenido peso en la sociedad vasca y ha formado parte de la actualidad. Y si hablamos de actualidad, el conflicto que ha vivido Euskal Herria no ha pasado desapercibido para el humor, que no ha hecho del tema un tabú y no ha dudado en hacer humor a su costa. Así, Orue recuerda que no han faltado sus sátiras sobre la Guardia Civil, Manos Limpias o ETA. Y es que esta `arma' se basa en eso; no dejar indiferente a nadie. Subraya que son gente que ha nacido y vivido los años 80 por lo que reírse de la historia de este pueblo es también «reírse de nosotros mismos».

Los ataques, evidentemente, no pasan desapercibidos, y menos al nivel y resultado de los sufridos por los trabajadores de «Charlie Hebdo», pero ello no cambiará las directrices de su trabajo. «Seguiremos con la misma línea. Puedes hacer chistes sobre el burka y sobre la semana santa. La única censura nos la ponemos nosotros mismos», sentencia Orue.

Dios es mujer, negra, lesbiana y budista

Tampoco «La Gallina Vasca» elude el tema en su último número, en cuya portada dan la `exclusiva': «Dios es una mujer, negra, lesbiana y además le va el budismo», a lo que la propia Diosa añade: «Ay cuando estos imbéciles se enteren de la verdad». Todo ello acompañado de un crespón negro junto a la inscripción «Je suis Charlie».

Muestra de cómo la libertad de expresión y la hipocresía caminaron de la mano por las calles de París, en la versión digital una viñeta relata la conversación entre dos Guardias Civiles que disparan pelotas de goma a un grupo de gente que trata de llegar a Ceuta. «Matar gente por unas caricaturas. ¡Hay que estar loco!», «Ya te digo Paco». Antonio Melendez, dibujante de «La Gallina Vasca», asegura en esta línea que el ataque en París «ha demostrado que hay víctimas de primera y de segunda», recordando el fallecimiento en febrero de 2014 de 15 personas en la costa entre Ceuta y Marruecos.

La publicación vasca nació hace cinco años y medio, y lo hizo con «Charlie Hebdo» como modelo de inspiración. Ahora, mediante la portada han querido mostrar su solidaridad con sus colegas, pero Melendez advierte de la utilización de estos actos: «Se ha utilizado para endurecer las normas de control policial. En nombre de la libertad de expresión coartan libertades vendiendo seguridad». Una libertad entrecomillada aquí: «Viviendo en Euskal Herria tienes una espada de Damocles continua. El yihadismo lo practica el Estado. No tenemos miedo a un ataque, sino a la `justicia'». Por ello, asegura que durante este recorrido han utilizado la autocensura como protección.

Es una de las diferencias en este tipo de publicaciones a un lado y otro de los Pirineos. El Estado francés cuenta con publicaciones satíricas que cumplen 100 años. «En el Estado español no estamos acostumbrados a pensar libremente, a lo que se debe sumar que sabemos que hay una línea roja que no se debe cruzar», añade Melendez. Una línea roja a modo de límite a la libertad de expresión. Una línea roja bien visible en Euskal Herria y que las reacciones posteriores al ataque al «Charlie Hebdo» amenazan con extender a todo tipo de libertades; precisamente en nombre de la libertad. A.A.