Anton Borja
Análisis | Política industrial

¿Hacia dónde va la industria vasca?

El autor constata una progresiva destrucción de tejido industrial en la CAV, que no consiguen frenar los distintos planes de Lakua a causa de sus escasos recursos. Ante ello, desgrana un conjunto de medidas para estar a la altura de los retos actuales, si queremos tener cierto peso industrial en el futuro.

La evolución de la riqueza global generada en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa ha ido disminuyendo en el periodo 2008-2013, pasando de un valor relativo de 100 para el primer año citado a un valor de 94,0 en 2013, contabilizándose 62.790 millones de euros en dicho año. Para dicho periodo, la evolución del empleo ha sido de 100 a 89,3%.

Al analizar la industria vasca según el nivel tecnológico de las empresas obtenemos, según el CES vasco, los siguientes datos:

Como se observa en el cuadro, se han perdido más de 52.000 empleos entre 2007 y 2012. Esta pérdida se produce en todos los niveles tecnológicos, pero en mayor cantidad en los niveles medio bajo (aproximadamente 20.000 empleos) y bajo (17.000 empleos). En estos niveles tecnológicos, los costes salariales son un factor determinante de la competitividad empresarial frente a producciones de países como China, Rusia, Brasil, etc. En 2013, el volumen de empleo industrial se reduce a 194.348 empleos, es decir, 8.826 menos. También en 2014 ha habido reducción de empleo industrial, aunque en menor grado, pero es significativo que en el sector del Metal se pierdan cerca de 1.000 empleos.

En cuanto a la riqueza industrial (valor añadido bruto), si en 2007 alcanzaba la cifra de 17.615 millones de euros, para 2012 se contabilizaban 13.891 millones, un 20% menos.

Esta evolución negativa se refuerza con la pérdida de capacidad industrial, es decir, cierre de empresas y menor rendimiento productivo en muchas fábricas. Según los datos del CES, entre 2008 y 2013, Bizkaia ha perdido un 36,3% de capacidad productiva, Gipuzkoa un 29,4% y Araba un 30,6%. Al desagregar por sectores, se observa que en 2012 el sector de Metalurgia y productos metálicos representa el 27,5% del valor añadido industrial, el 33,9% del empleo industrial y el 22,3% de la inversión industrial. Para el sector Maquinaria y equipo, supone el 10,2% del empleo, el 10% del valor añadido y el 5,6% de la inversión. En el caso de Material de transporte se cuenta con el 8,3% del empleo, el 9,3% del valor añadido y el 14% de la inversión. Estos tres sectores, de gran tradición en la CAV, representan el 46,8% de la riqueza industrial generada y el 51,8% del empleo.

Por otra parte, la dinámica inversora es negativa. Para el periodo 2007-2013, las inversiones extranjeras en la CAV han sido de 3.872,1 millones de euros, de las cuales 233 millones corresponden a los sectores de la construcción, inmobiliario y financiero. En cambio, la inversión vasca en el extranjero para dicho periodo ha sido de 42.723,8 millones de euros. Si desglosamos por sectores, el sector de electricidad ha invertido 23.560 millones y el sector de finanzas y seguros ha invertido 16.596,8 millones. Es decir, que entre estos dos sectores aglutinan una inversión de 40,156 millones de euros, lo que supone el 94% del total invertido.

A señalar que en estos dos sectores tienen un gran peso económico Iberdrola y BBVA, dos multinacionales vascas (según su sede fiscal) que poseen una dinámica especial. Pero es significativo que el capital vasco «exporta» capital, más que desarrollar la producción en suelo vasco.

A estos factores hay que añadir que la inversión en I+D+i sigue a la zaga de lo que se invierte en la eurozona. En 2012, ha supuesto un valor de 2,1% del PIB (y dentro de ese porcentaje, relativamente poco peso la inversión empresarial), lejos de lo invertido en Finlandia (3,5%), Suecia (3,4%) y también por debajo de los valores utilizados en muchas de las 21 regiones europeas similares a la CAV. En los últimos años, 2010-2013, en relación a los recursos dedicados a I+D+i ha habido una reducción relativa del 4% en la CAV, cuando en Alemania se ha incrementado en un 18%, como señala Ekai Center. En cuanto a la producción científica y el número de patentes por millón de habitantes, la CAV va por detrás de la mayoría de los países avanzados de la Unión Europea.

Asimismo, hay que considerar que el 50% de la industria vasca es intensiva en energía, lo cual constituye un factor de vulnerabilidad al no poseer fuentes propias de energía y estar supeditados a variaciones de precios de la misma. Señalar que todavía tienen mucho peso las industrias contaminantes.

ACTUACIONES

INSTITUCIONALES

En este contexto, ¿cómo se desarrollan las diversas actuaciones, en este campo, de las instituciones vascas? Un acercamiento somero de la evolución de las cuentas públicas de la CAV nos muestra, para el periodo 2007-2013, lo siguiente:

El presupuesto de gasto global varía entre 8.584 y 10.528 millones de euros.

La partida correspondiente a Industria absorbe entre 346 (4%) y 511 millones (4,8%).

La relación presupuesto de gasto/PIB de la CAV oscila entre el 13% y el 16,8%.

Es decir, el gasto público presupuestario vasco (sin considerar los gastos ligados a la Administración Central derivados del Concierto Económico, ni los recursos absorbidos por las diputaciones) es pequeño respecto a la media de gasto público de la Unión Europea, que en 2012 fue del 46,3% del PIB, bastante alejado de nuestro 16,8%. Por otra parte, la proporción de recursos presupuestarios dedicados a Industria oscila entre el 4 y el 4,8% en dicho periodo, siendo la aportación de la industria al PIB vasco del orden del 21-23% aproximadamente.

A señalar que los ingresos ligados a la fiscalidad de la CAV tienen un desfase, en menos, respecto a la fiscalidad media de la UE, del orden de 6-7% del PIB.

El Plan de Industrialización 2014-2016 (PI) aprobado por el Ejecutivo de Gasteiz en abril de 2014 y que busca impulsar la industria se plantea el desarrollo de cuatro ejes estratégicos:

Reestructuración y financiación de las pymes a través de ayudas (37,4 millones de euros en 2014).

Impulso de proyectos industriales estratégicos y en el ámbito de la economía verde, así como la atracción de inversiones extranjeras (75,5 millones de euros).

Impulso de la «manufactura avanzada», de la «participación de los trabajadores en la empresa» y de la «especialización inteligente» (48,4 millones de euros).

Compensación del efecto negativo de la nueva regulación eléctrica, así como el refuerzo de la estructura energética (26,9 millones de euros).

En total, los recursos dedicados de carácter presupuestario alcanzan en 2014 la cifra de 187,4 millones de euros. Es cierto que se señala que dicha cantidad se complementará con «recursos extrapresupuestarios por más de 1.276 millones de euros». Cuando se analizan el origen de dichos recursos, se aprecia que se basan fundamentalmente en convenios de financiación con Sociedades de Garantía Recíproca o con entidades financieras, así como con créditos participativos Luzaro. Para el periodo 2014-2016 la asignación presupuestaria es de 575 millones de euros para el Plan Industrial.

Una lectura somera de los ejes de actuación señalados nos muestra que se dedican pocos recursos para muchos campos, tanto de presente como de futuro. Si se es consecuente con el diagnóstico actual de la industria vasca, que acumula una destrucción del tejido importante, superior, como media del 30% en la CAV, las medidas a adoptar han de estar a la altura de los retos actuales, si queremos tener cierto peso industrial en el futuro. Por tanto, el desarrollo real de los ejes citados supone inversiones de recursos mucho más importantes.

En diciembre de 2014 se aprueba el Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación Euskadi 2020 (PCTI Euskadi2020). En el plan se indican tres prioridades estratégicas: Fabricación avanzada, Energía y Biociencia-Salud. Asimismo, se indican tres áreas de oportunidad vinculadas al territorio: industria agroalimentaria más ligada a la sostenibilidad, regeneración urbana, el mundo del ocio, entretenimiento y cultura y, finalmente, actividades relacionadas con los ecosistemas.

Para la financiación del PCTI 2020, periodo 2014-2020, se estima disponer de una cantidad total de 11.100 millones de euros, de los cuales corresponde a los fondos públicos dedicar 3.677 millones desglosados de la manera siguiente:

El Gobierno de Gasteiz dedicará 2.737 millones de euros, las diputaciones forales, 397 millones de euros y la Administración general del Estado, 543 millones de euros.

La financiación de las empresas se estima que alcanzará el valor de 6.609 millones de euros.

Finalmente, se pretende obtener financiación internacional (programas europeos, etc.) por una cantidad de 814 millones.

En el apartado de la financiación, alrededor del 60% corresponde a las empresas. Es muy aventurado suponer que un plan con minoría de dinero público cubra objetivos prefijados, dado que la iniciativa empresarial responde a estrategias propias que, en su caso, pueden coincidir o no, parcialmente, con objetivos públicos. Hay que señalar que las dinámicas planteadas en el PCTI 2010 y PCTI 2015 han sido de ese orden y no se han cumplido objetivos prefijados, bastante modestos, porque la iniciativa privada era la que «cargaba» con la mayor parte de la financiación prevista.

Se plantean serias dudas sobre la financiación propia por parte del Gobierno de Gasteiz. En el presupuesto de 2015, se asignan 206 millones de euros para «Investigación Científica, Técnica y Aplicada» (1,9% del presupuesto), lo cual es una cifra muy pequeña frente al peso del PIB industrial (20% del total). Si en el PCTI 2015 se señalaban partidas para la inversión en I+D+i de 401 millones de euros para 2014 y de 542 millones para 2015, ahora en las previsiones del PCTI 2020 se señalan, para dichos años, las cantidades de 359 y de 366 millones respectivamente, cantidades que suponen reducciones del orden del 40%. ¿Es creíble la consecución de objetivos con un volumen de recursos públicos reducidos, dependiendo de la financiación privada y de la obtención de recursos en la esfera internacional?

Respecto a las líneas prioritarias, no solamente se deben abordar la fabricación avanzada, la energía y la biociencia/salud, sino también sectores tradicionales y con muchas pymes, favoreciendo la transición a la modernización de las empresas. Y para cumplir este tipo de objetivos ni hay suficientes recursos ni se adoptan instrumentos adecuados.

En primer lugar, los ingresos públicos para el plan son insuficientes, derivados de una fiscalidad que va en retraso 6-7 puntos respecto a los ingresos medios de la UE, como ya se ha señalado.

En segundo lugar, los Centros Tecnológicos, desde hace años, no cumplen su función originaria de implicarse con la modernización de las pymes vascas (salvo en un pequeño porcentaje), lo que no es incompatible con la obtención de beneficios. Esta dinámica conlleva que se acentúa la dualización de las pymes, unas, innovadoras, con vida estable y perspectivas de futuro, y otras con destrucción de la capacidad productiva y falta de modernización.

En tercer lugar, falta un organismo de Inteligencia Económica, que apoye a las pymes tanto en el diagnóstico empresarial, como en la gestión de la información, en áreas tecnológicas, estratégicas, comerciales, etc, al igual que existen en otros países occidentales.

En cuanto a la Red Vasca de Ciencia y Tecnología, ante los recortes presupuestarios, está aumentando la precariedad de los centros de investigación cooperativa; igual de preocupante es la reducción de 300 millones de euros en el Plan Universitario 2015-2018.

Respecto a la gobernanza, se plantea un nuevo modelo «abierto y participativo». Se señala que el Consejo Vasco de Ciencia, Tecnología e Innovación (CVCTI) es el «órgano de orientación estratégica y participación» entre otros aspectos. No existe participación sindical, aunque sí hay una representación de cuatro personas procedentes de la patronal. Si no hay participación de los colectivos laborales en la estrategia industrial vasca, no va a haber progresos significativos en dicho ámbito.

En definitiva, este plan es de corte continuista (con adaptaciones a los aires de cambio europeo) en la línea de PCTI 2015 y PCTI 2010, por lo que no se producirán cambios significativos hacia la mejora de la industria vasca.

POR UNA REAL

REINDUSTRIALIZACIÓN VASCA

Además del diagnóstico realizado, hay que considerar, asimismo, los efectos negativos del peso creciente de los fondos de inversión, tanto estatales como internacionales, en la industria de la CAV. Casos como el de Ibermática, que contaba con cerca de 3.000 empleos y el 55% de su capital, es absorbido por el fondo de inversión Proa Capital. O bien el caso de Euskaltel, donde entró el fondo Trilantic e Investindustrial poseyendo el 48% de las acciones. En total, los fondos de inversión cuentan con 17.935 millones de euros (28,6% del PIB de la CAV) en 2013. Es evidente que dichos capitales (relativamente volátiles) buscan un beneficio rápido o para unos pocos años, pero conllevan la pérdida de adoptar las decisiones por parte de los actores económicos e institucionales vascos.

¿Qué conjunto de medidas hay que adoptar para estar a la altura de los retos actuales, si queremos tener cierto peso industrial en el futuro? Hay que crear un fondo estructural especial, acorde con la situacion de emergencia industrial. Dicho fondo ha de alimentarse de varias fuentes. Mejorar la fiscalidad vasca (en cuanto a ingresos) y lucha eficaz contra el fraude fiscal. Búsqueda de préstamos ante el Banco Europeo de Inversiones (que maneja 40.000 millones de euros anuales) y otras entidades (como Kutxabank), utilizando periodos largos de financiación (diez años) con bajos tipos de interés (junto con periodos de carencia).

Por otra parte, los programas europeos COSME y HORIZON facilitan la consecución de recursos. El programa HORIZONTE 2020 dispone de 77.000 millones de euros, para el periodo 2014-2020, para financiar iniciativas y proyectos de investigación y desarrollo tecnológico, entre otros.

La política industrial que necesitamos supone una actuación pública de carácter estratégico, dado que la crisis duradera actual puede permanecer, al menos, otros cinco años más. Por ello, hay que articular capitales públicos y privados orientados a los desarrollos industriales a largo plazo (estratégicos) y que condicionen las estrategias empresariales privadas, contando con la dinámica internacionalizadora de las empresas vascas.

Si un aspecto estratégico es el suministro de energía, ¿para cuándo una empresa pública de energías renovables con capital mayoritario público? Sabemos las dificultades e intereses de diverso tipo que se cruzan, pero es evidente que sin empresa pública en el ámbito energético el desarrollo industrial vasco profundiza en su dependencia.

Ante la crisis actual, conviene repensar estrategias y actuaciones para sobrevivir industrialmente. Desarrollar empresas industriales públicas/mixtas en bioindustria (ingeniería genética, investigación biomédica, sector sanitario), energías renovables, «ingeniería urbana» (equipamientos ligados a agua, gas, electricidad, escuelas y hospitales), imprescindibles en una perspectiva estratégica.

En relación al sistema vasco de innovación, se precisa desarrollar tanto la realización de diagnósticos de innovación, mediante un observatorio permanente (con financiación pública) como mayor dedicación de recursos públicos a I+D+i para homologarnos con regiones industriales europeas similares a la nuestra.

Respecto a las entidades proveedoras de conocimientos y su transferencia, es urgente reorientar la actuación de los Centros Tecnológicos. Si su vocación inicial era estar al servicio de las pymes vascas, fundamentalmente, en la crisis actual se ha visto el fracaso resonante ante el cierre de muchas pymes y la pérdida de capacidad industrial vasca. Hay que volver a trabajar con pymes, tanto clásicas como modernas, con fondos públicos y privados, defendiendo el tejido industrial.

En el campo de las pymes, los responsables públicos tienen que implantar y desarrollar un Centro de Inteligencia Económica, con fondos públicos y privados, como existen en otros países del área occidental para apoyar y asesorar a dichas empresas tanto en la esfera tecnológica, como en la comercial y organizativa.

Una gobernanza real en la estrategia industrial vasca que se propone supone la participación real de los colectivos laborales, tanto en la RVCTI como en otros órganos pertinentes. Si no existe diálogo social real, difícilmente puede darse un proceso de participación laboral en la estrategia industrial y no habrá, por tanto, progreso significativo en dicho ámbito. Asimismo se necesita impulsar una formación continua estratégica, especialmente en las pymes.

No podemos seguir con el declive industrial existente ni fomentar ilusiones huecas como cuando se afirma por parte del señor Urkullu, por ejemplo, que en 2020 el 25% del PIB de la CAV será de origen industrial. Si seguimos con las actuaciones actuales tendremos, en esa fecha, un estancamiento industrial y social muy parecido al existente en la actualidad.

(*) Profesor titular de la UPV-EHU (Doctor en Economía)