Amaia U. LASAGABASTER
EIBAR Un partido casi perfecto pero...

Un obstáculo de más

Un penalti que el árbitro no debió pitar y un gol en propia puerta condenan a un buen Eibar a encajar su octava derrota consecutiva.

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BARCELONA 2

Todo es superlativo con el Barcelona. Da igual que se hable de presupuesto, goles, camisetas vendidas, seguimiento en la prensa, posesión, fichajes, odios o pasiones.

Vale también para sus rivales. Todo se agiganta cuando llega el conjunto culé, en mayor proporción cuanto mayores son las desigualdades. El ambiente, la emoción, la atención mediática... y las dificultades. No importa demasiado que Luis Enrique se guarde a Mascherano y Mathieu pensando en su próximo choque ante el Real Madrid, o que salte al campo con su triplete ofensivo letal. Sea cual sea el once con el escudo blaugrana, la dificultad es máxima. Con tendencia al infinito. Son imprescindibles noventaytantos minutos de concentración absoluta, con el depósito de gasolina a rebosar, sin la más mínima concesión defensiva y con la puntería afinada como nunca para, si los planetas se alinean, soltar un zarpazo. Y ni siquiera todo eso asegura acabar el partido, no ya con un buen resultado, sino con uno que no sea sonrojante.

Bien, pues todo eso lo hizo, de forma casi perfecta, el Eibar. Pero en la larga lista de obstáculos que presenta un duelo frente al Barcelona, hubo uno de más. Tampoco cabe decir que inesperado, que la Liga tiene ya muchos años y los arbitrajes discutibles otros tantos. Pero siempre cabe esperar lo mejor de los grandes días. No tanto, quizá, de los colegiados, que tienen derecho a equivocarse, pero acostumbran a ejercerlo del lado del poderoso. Lo comprobó una vez más el Eibar, al que el partido se le torció a la media hora con un penalti que no debió haber sido pitado. La mano de Borja Ekiza en el área fue clara, pero estuvo precedida de un rebote -en la rodilla de Errasti- y no de un pase, con lo que no se debió sancionar. Pero el árbitro, que ya había lanzado algún aviso desalentador en forma de postureo, lo señaló y Messi no desaprovechó la oportunidad. El Eibar siguió mostrando las mismas buenas hechuras que hasta entonces y el Barcelona decidió que le bastaba con esperar. A que muriese lentamente el partido, a que alguno de sus genios frotase la lámpara o a que el rival errase. Lo hizo sin enamorar pero sin despeinarse. La decisión culé fue la correcta.

La octava

Una pena, sin duda. Una pena que el partido no llegara en otro momento, con la familia azulgrana más animada y menos pendiente de si van sumando puntos los perseguidores. Una pena que, como ya ha sucedido demasiadas veces en esta segunda vuelta, el buen trabajo de los armeros no obtuviera recompensa, más allá de las buenas impresiones. Una pena que lo que podía haber sido una fiesta acabara, trasladado a la frialdad de los números, convertido en la octava derrota consecutiva del Eibar que, por primera vez, puede acabar la jornada en puntos de descenso.

Por eso, tan importante como lo que sucedió ayer, o más, será cómo lo asimila el equipo. Su respuesta ante el líder, visto el varapalo que se había llevado la semana anterior en el Ciutat de Valencia, invita al optimismo. Que será necesario, como cualquier otro detalle por pequeño que sea, para afrontar su próximo encuentro, a todas luces decisivo, en Granada.

Será, salvo sorpresa, un choque muy diferente al de ayer, en el que los armeros respondieron al poderío ofensivo rival recuperando la defensa de cinco que ya habían utilizado ante el propio Barcelona y el Valencia. Más armado todavía, con Borja, Errasti y Javi Lara por delante de la zaga, y Saúl y Manu encargados de buscar las cosquillas a la inédita defensa barcelonista.

El Eibar cedió el balón -72% de posesión para el Barça en el primer tiempo, récord de la temporada- y marcó como primer objetivo proteger a Jaime, pero no se olvidó de la portería contraria. Con un ejercicio de concentración y solidaridad espectaculares, los eibarreses lograron que Neymar, Messi y Suárez asustasen más por nombre y calidad que por juego. Y buscaron, más a menudo de lo que habría cabido esperar, a Claudio Bravo. Hasta el punto de que el balance de disparos y córners sonrió a los locales al final del partido.

Los minutos transcurrían y el Barcelona no encontraba siquiera la manera de llegar con claridad a posiciones de remate. Hasta que un balón de Messi chocó con la rodilla de Errasti y la mano de Ekiza. Penalti, gol de Messi y se acabó el partido. ¿O no? Intentó evitarlo el Eibar, fiel a los principios con los que había saltado al césped. Y tan buena seguía siendo su pinta como incierto el marcador, por muy tranquilo que aparentara encontrarse su rival, siempre confiado a la genialidad.

Ni siquiera el aparentemente inevitable en los últimos tiempos golpe de infortunio, en forma de autogol a los diez minutos de la reanudación, pudo con el Eibar que, con fuerza decreciente pero tesón constante, siguió soñando. Piovaccari rozó el premio, aunque fuera el mínimo de la honrilla, pero el larguero también dijo no.

«Hemos perdido, pero el equipo tiene que salir reforzado de este partido»

Sensación agridulce, una vez más, la que dejó el encuentro entre los azulgranas, satisfechos por el trabajo realizado, más aún teniendo en cuenta la entidad del rival, pero disgustados por la derrota.

«Creo que hemos hecho un buen partido -aseguró Gaizka Garitano-. Cuando es malo también lo digo, pero el equipo ha estado muy vivo. Pocas veces he visto al Barcelona haciendo tan pocas ocasiones como hoy». Explicó, a este respecto, que «hemos hecho el planteamiento que más nos podía acercar a ganar. No podíamos hacer una sesión de marketing -ironizó-, presionar arriba, meter más delanteros para dejar 40 metros a las espaldas y que nos hicieran siete goles. Queríamos hacer el partido largo, jugar con cinco atrás para estar en el partido y en los treinta últimos minutos pasar ya al 4-4-2. El equipo ha seguido el plan y ha dado la cara, también después del primer gol». Pero se torció la tarde cuando llegó el segundo sin que el Eibar pudiera haber hecho bueno alguno de sus acercamientos. «Esperábamos un poco más en los contraataques, hemos tenido muchos, hemos encontrado espacios, pero nos ha faltado ese poquito, ese buen pase, una toma de decisión, haber hecho cosas en los últimos metros», admitió, recordando en cualquier caso que «hemos lanzado el doble de córners y hemos disparado a puerta más que ellos». «No estamos contentos, porque hemos perdido, pero el equipo tiene que salir reforzado de este partido», subrayó.

Pero el Eibar, diferencias de calidad al margen, no está con la suerte de cara. Los pequeños detalles se rebelan, ya sea en forma de larguero, de autogol o de penalti inexistente. No quiso centrarse en esa acción Garitano, aunque sí lamentó el trato arbitral que sufre su equipo. «Después de perder ocho partidos, si empiezo a hablar de árbitros, pierdo credibilidad. Pero el trato que recibimos no es el de un equipo de Primera. Y no me refiero al campo, a las decisiones, penaltis..., sino al trato, cosas que se les permiten a otros, no hay partido que no vengan a llamarnos la atención al banquillo. Pero llevamos ocho derrotas seguidas y es de eso de lo que tenemos que hablar. De trabajar, mejorar y salir adelante».

Algo de lo que se muestra convencido. «El espíritu y el trabajo lo tenemos de serie y no los vamos a perder. Esto lo vamos a sacar por mis cojones». A.U.L.