Raimundo Fitero
DE REOJO

Mesopotamia

Si una zona del planeta que se la conoce como la existente entre los ríos Tigris y Éufrates, en el Oriente Próximo, se nos advierte que está padeciendo sed y eso genera problemas en Irak, Turquía y Siria significa que hablamos de la Mesopotamia, allá donde vivieron los sumerios, los acadios y los asirios y donde se localizan según todos los datos históricos, las primeras escrituras, es decir hablamos de un territorio con una gran carga relevante en las civilizaciones. Pues bien, ahora mismo está padeciendo de manera severa todos los problemas que produce el cambio climático que parece ya asumido por las organizaciones políticas y sociales, lo que viene a agravar la situación de los habitantes de esa parte del mundo bastante torturada en nuestros días.

La pertinaz sequía que deja a la zona sin precipitaciones dese hace meses, las políticas hidrográficas demenciales y marcadas por criterios sectarios, más todos los conflictos bélicos que allí se concentran y que impiden cualquier desarrollo planificado, hacen que se reconozca de manera oficiosa que hay poblaciones que padecen sed, cuestión que parece inverosímil para quienes seguimos abriendo nuestros grifos sin apenas sensación de consumo, sino que forma parte de nuestra manera de ser y estar. Pero cuando la vida se pone en peligro, las cosechas no son posibles, el ganando no tiene recursos para alimentarse se produce la pandemia más devastadora, la del hambre, que nunca encuentra vacunas adecuadas ni a tiempo.

Señalamos ese lugar de resonancias civilizatorias, tierra donde se colocaron incluso paraísos, pero cuando señalamos la emergencia climática se nos forma una imagen externa, un jardín perdido, cuando lo que significa es la imposibilidad de una vida digna, acosada por el hambre, la sed, la desesperación.