Tal y como estaba previsto, la inédita reunión entre el nuevo secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y el president de la Generalitat, Artur Mas, ha servido para poco más que constatar las diferencias que separan a ambos. Así lo han expresado al menos el propio Sánchez y fuentes del Govern después de la reunión, en la que el líder del PSOE ha defendido su reforma constitucional, mientras que el president ha insistido en que convocará la consulta del 9 de noviembre.

Una consulta en la que la posición de Sánchez no varía en nada de la anunciada por el Gobierno español. «El PSOE no es equidistante, no vamos a aceptar una consulta que consideramos ilegal», ha afirmado Sánchez, que sin embargo ha lanzado balones fuera al ser preguntado sobre si su reforma constitucional aceptaría Catalunya como nación y si estaría dispuesto a incluir el derecho a decidir. «La reforma que proponemos es para salvaguardar la unidad de España, pero el proceso lo debe liderar el presidente del Gobierno», ha añadido.

Aunque en tono suave, el discurso de Sánchez, íntegramente leído, no se ha alejado de la retórica del Gobierno español, advirtiendo sobre la «fractura social» y el «peligro de desgarro» de la sociedad catalana y la española, asegurando que como «llevamos viviendo juntos cientos de años, tenemos que decidir entre todos juntos» y reivindicando que «ningún gobernante tiene derecho a hacer elegir a los ciudadanos entre dos identidades».

Posteriormente ha sido el portavoz del Govern, Francesc Homs, el encargado de dar la versión del Ejecutivo catalán, que ha coincidido con Sánchez en destacar el tono «cordial y sincero» en el que se ha desarrollado la reunión. Homs ha señalado que Mas ha trasladado al líder del PSOE los pasos seguidos hasta ahora en el proceso y ha lamentado que «la constante de todos los gobiernos españoles ha sido engañar a Catalunya». El también conseller de Presidencia ha añadido que el país «debe seguir su camino» y ha vuelto a ratificar que el president convocará la consulta del 9 de noviembre.