
Si alcanzar un acuerdo entre las grandes potencias e Irán sobre el programa nuclear de este país ha sido un proceso largo y lleno de obstáculos durante 23 meses, el camino que comienza ahora para su aplicación no tendrá menos dificultades. «Este acuerdo es tan frágil como poderosas las fuerzas contra él», explica el analista Ali Vaez, del instituto International Crisis Group, que recuerda los detractores que tratarán de impedirlo en Irán, en Estados Unidos y en la región.
En primer lugar, el acuerdo, que limita el desarrollo de la energía nuclear en Irán durante varios años a cambio de un levantamiento progresivo y reversible de las sanciones que pesan contra Teherán, debe ahora pasar por el Congreso de EEUU, las instituciones iraníes y el Consejo de Seguridad de la ONU.
El Congreso estadounidense, controlado por los republicanos, recelosos de la negociación con Irán, tendrá 60 días para examinarlo. Los congresistas solo podrán bloquear su aplicación con una mayoría de dos tercios, algo improbable, pero el líder del grupo republicano en el Senado, Mitch McConell, ya ha adelantado a la Administración Obama «le será muy difícil venderlo».
Frente a este rechazo interno, Barack Obama pidió al Congreso que evalúe el acuerdo «basándose en los hechos y no en la política». En ese sentido, insistió en que «corta toda posibilidad» de que la República Islámica «se haga con el arma nuclear», al tiempo que subrayó que todas las sanciones se reactivarán de forma automática si no cumple lo comprometido. «Por tanto, garantiza la seguridad de nuestro país y del mundo. La alternativa es no hacer inspecciones y que Irán se aproxime a lograr el arma nuclear», afirmó
Ante las críticas de republicanos y del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, sobre el régimen de inspecciones, el presidente estadounidense aseguró que el acuerdo permitirá inspecciones en cualquier momento e insistió que no hay otra forma de controlar más el programa iraní, salvo con el uso de la fuerza militar, lo que conllevaría el inicio de una guerra. Obama también quiso dejar claro que «no hemos restablecido ni vamos a restablecer a corto plazo relaciones diplomáticas con Irán», si bien reconoció que Teherán tiene influencia en la lucha contra el Estado Islámico en Irak y tiene un papel que jugar para poner fin a la guerra siria».
La carrera de obstáculos continuará con la aplicación sobre el terreno del acuerdo, concretado en 109 páginas llenas de detalles técnicos. Teherán deberá reducir su número de centrifugadoras, limitará el nivel de enriquecimiento de uranio, reducirá la cantidad de uranio enriquecido que almacena y se someterá a controles periódicos por parte de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA). «La aplicación de un acuerdo de tal complejidad sobre un periodo de tiempo tan largo no puede ser sino imperfecto», estima Ali Vaez, que cree que ambas partes deberán mostrar buena voluntad y comunicarse bien» para evitar las fricciones.
Además, el levantamiento de sanciones deberá tener consecuencias palpables en el país, sobre todo en inversiones de empresas y bancos, para que Irán constate que sus esfuerzos tienen contrapartidas. Mientras, la AIEA tendrá multitud de aspectos que verificar, lo que lo convertirá en un proceso muy complicado, según Siavush Randjbar-Daemi, de la Universidad de Manchester.
El presidente del Parlamento iraní, Alí Larijani, anticipó que los diputados analizarán de forma constructiva el acuerdo. Aunque la última palabra la tiene el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, las discusiones en el Parlamento darán del sentimiento general.
El presidente de la comisión de seguridad del Parlamento, Mohamad Reza Mohseni Sani, subrayó que analizará especialmente el compromiso sobre el acceso a las instalaciones militares de Parchin, uno de los enclaves que más suspicacias internacionales ha despertado. Miembros del Parlamento, así como destacados dirigentes de la Justicia, las Fuerzas Armadas y el clero se han opuesto en los últimos meses a cualquier concesión significativa. Pero Jamenei, que ha ido marcando las líneas rojas y tiene la última y definitiva palabra, ya adelantó ayer un mensaje positivo al agradecer al equipo negociador sus «sinceros esfuerzos» y el «duro trabajo». El presidente iraní, Hassan Rohani, defendió el acuerdo como una victoria política. «Nadie puede decir que Irán se haya rendido», afirmó en una entrevista en la que subrayó que «es un logro que Irán no vaya a ser más como una considerado una amenaza».
Al regresar a Teherán, los negociadores iraníes expresaron su confianza en que el acuerdo se cumpla. «Vamos a tomar medidas y ellas (las grandes potencias) harán lo mismo», declaró el ministro de Exteriores, Mohamad Javad Zarif. La prensa iraní aplaudió el acuerdo de forma casi unánime y numerosas personas salieron a celebrarlo el martes a las calles de Teherán.
En favor de su aplicación juega que el acuerdo no solo permite a Irán romper su aislamiento diplomático y económico sino que para Occidente abre un suculento mercado de 78 millones de habitantes, sobre todo con gas y petróleo.
Y algunos toman ya posiciones. Uno de los primeros será el ministro alemán de Economía, Sigmar Gabriel, que el domingo viajará a Irán con una delegación de sectores económicos y científicos. Su ministerio confirmó que la economía alemana tiene «un gran interés en la normalización de relaciones». El ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, anunció un próximo viaje a Teherán, sin fijar fecha. Numerosas empresas francesas, sobre todo del sector automovilístico, están implantadas en el país persa, pero sufren las sanciones impuestas.
También la ministra italiana de Desarrollo económico, Federica Guidi, liderará una misión comercial en las próximas semanas, y recordó que antes de las sanciones Italia era el primer socio comercial de Irán. Las primeras empresas que se beneficiarán del levantamiento de sanciones serán las ya implantadas en el país, como Danone, Airbus, LVMH y PSA Peugeot Citroën. La Federación alemana de industria BDI cree que el volumen de exportaciones germanas se elevará de 2.400 millones del año pasado a más de 10.000 millones anuales de media.
La monarquías árabes aplauden el acuerdo pero con advertencias
Tres monarquías árabes, rivales regionales de Irán, acogieron con «optimismo» el acuerdo sobre su programa nuclear no sin lanzar varias advertencias. Arabia Saudí, su principal adversario con el que se enfrenta en los conflictos de Siria y Yemen, mostró sel deseo de que las relaciones con Irán mejoren, basadas en «los principios de buena vecindad» y en «la no injerencia en los asuntos internos» de los países vecinos pero advirtió a Irán de que «si aprovecha la relajación de las sanciones para alimentar la inestabilidad en Oriente Medio, habrá una reacción firme». «Irán debe emplear sus recursos en el desarrollo del país y la mejora de la situación del pueblo iraní, en lugar de utilizarlos en provocar agitación e inestabilidad en la región», afirmó. Emiratos Árabes Unidos, señaló que supone «una ocasión de abrir una nueva página en las relaciones» y que Irán puede jugar un papel relevante en la región a condición de que revise su política y cese sus injerencias en los asuntos interiores de países como Irak, Siria, Líbano y Yemen. De lo contrario, auguró «consecuencias en la región y sus pueblos». El emir de Kuwait, Sabah al-Ahmad al-Sabah, también felicitó al líder supremo iraní, Ali Jamenei, y a su presidente, Hasan Rohani, esperando que «contribuya a reforzar la paz y la estabilidad en la región».
La Liga Árabe aseguró que el acuerdo nuclear ayudará a que la región se libere de armas de destrucción masiva, pero para que esto sea completo instó a que se inspeccionen los supuestos arsenales de Israel «con total transparencia», y que este país firme el Tratado de No Proliferación. Por su parte, el Consejo de Cooperación del Golfo expresó su esperanza de que el acuerdo disipe sus temores respecto al régimen iraní y preserve la seguridad y estabilidad en la región.
Pero no se trata solo de la hegemonía regional. El fin de las sanciones puede aumentar las tensiones entre los productores de petróleo. El embargo redujo las exportaciones de Irán de unos 2,2 millones de barriles diarios en 2012 a los actuales 1,2 millones. Arabia Saudí, Kuwait y Emiratos han cubierto con creces esa reducción. Irán ha señalado que desea volver al nivel de producción anterior al embargo. Sin embargo, según Jassem al Saaadun, director de la asesoría kuwaití Al-Shall, el aumento de la producción iraní será progresivo y, contrariamente a lo que afirma Teherán, le llevará varios años alcanzar el nivel anterior a las sanciones. En cualquier caso, el regreso a un mercado sobreabundante del crudo iraní puede aumentar las disputas de los productores por el reparto de las cuotas.GARA

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