Ariane KAMIO
DONOSTIA

«Puede que no me vaya...»

Jamie Cullum, estrella omnipresente del 50 aniversario de Jazzaldia, protagonizaba ayer en la Plaza de la Trinidad el último concierto de la trilogía musical que ha protagonizado durante esta edición. Como DJ en un ambiente playero pasado por agua, intimista con su piano en el Kursaal y vital con su banda en la Trini. El brítánico ha mostrado su talento en diferentes vertientes pero, sobre todo, ha destacado por su capacidad de comunicar desde el escenario.

Llegó caminando desde el hotel en el que se aloja. En la Plaza Zuloaga le esperaban unos cuantos fotógrafos, periodistas y, por qué no decirlo, también algunos curiosos. Porque Donostia está como está estos días, lleno de turistas y aficionados al jazz. Y es que la informalidad con la que Cullum se desplaza por la ciudad hace que sea un personaje más accesible si cabe. Tras los posados de rigor con Miguel Martín, director de Jazzaldia, y Susana Soto, regidora del museo, Cullum atendió a los medios de comunicación en la exposición dedicada al certamen jazzístico. Quedaban pocas horas para el inicio de su tercer y último concierto en esta edición, la que ofreció anoche en la Plaza de la Trinidad con su banda. Tres días de directo en diferentes formatos (DJ, en solitario y con banda), una oferta que no ha realizado en ningún otro festival. «Es una excusa para quedarme; puede que no me vaya...», dijo bromeando. Afirma que Donostia le «ayuda a ser artista» y a «crear libremente».

Comunicar

A sus 36 años, Cullum es todo un talento del jazz, algo que recalcó se consigue «a base de mucho trabajo» y que no se nace con ello. «No creo que el talento sea fácil de encontrar. Hace 10-15 años descubrí que mi talento era el comunicar, hacer llegar al público cómo me siento cuando estoy tocando». Donostia da fe de ese talento, pues el pasado jueves agotó las 1.800 entradas del Kursaal y tampoco cabía un alfiler en el directo de anoche en la Trinidad. «Esta noche voy a volar», lanzaba Cullum como presagio a lo que preparaba con su banda para su último concierto.

El del jueves en el Kursaal fue todo un experimento; la primera vez que Cullum se sentaba solo delante de su piano y del público donostiarra. «Fue un examen divertido y logré un gran grado de intimidad con el público, algo que solamente se consigue con un formato como ese», explicó el músico. Después de su show solitario, Cullum se dejó ver también en el concierto de Sílvia Pérez Cruz y Zaz. Cuando comenzó a sonar “Paris canaille”, ocupó el piano y se marcó un trepidante paseo por el teclado, mientras Zaz cantaba «Jamie Cullum, Jamie Cullum» y cerraba el tema con un scat. Fue, además, el encargado de entregar un ramo de rosas a la intérprete catalana en forma de despedida del certamen. «¿Me vais a dar flores al final?», bromeó en la rueda de prensa en referencia a su último concierto. Cullum se convierte así en la figura omnipresente de Jazzaldia en su 50 aniversario, siendo uno de los artistas con mayor capacidad de atracción y un intérprete que no hace más que repetirse en una cosa, en hacer virguerías.