Beñat Zaldua

¿Para cuándo fecha y pregunta?

La demanda de un referéndum acordado y vinculante tiene una virtud inapelable: cuenta con el apoyo de cerca del 80% de la población catalana, según coincide la inmensa mayoría de encuestas catalanas y españolas publicadas a lo largo de los últimos cinco años. Pero esa fortaleza, que otorga a la demanda catalana un label democrático inexpugnable, puede convertirse en una trampa cuando del referéndum acordado se pasa a hablar del referéndum unilateral, que es el carácter que tendrá que tener el plebiscito de setiembre si finalmente se realiza.

Aunque cada vez son más, también entre las bases de los comunes y Podemos, los que abogan por el referéndum aunque sea unilateral, el porcentaje de población que lo defiende cae al 50,3%, según la última encuesta de la Generalitat. La industria demoscópica está en crisis y todo sondeo debe ser tomado con pinzas, pero la tendencia es evidente y hasta rima: cuando el referéndum es desobediente, su apoyo social se resiente. En el fondo, no es sino la plasmación de la eterna trampa de buena parte de la izquierda no independentista, que se escuda en la negativa de la derecha española a pactar el referéndum para no salir de su zona de confort.

Es en este contexto en el que el trabajo del Pacto Nacional por el Referéndum (PNR) resulta importante. Aunque no consigan retener en la senda del referéndum a todos los comunes, cada persona que se mantenga en el barco ya será un triunfo. Ocurrió lo mismo con el Pacto por el Derecho a Decidir en vísperas del 9N, que finalmente fue apoyado por ICV y una buena cantidad de militantes del PSC. Joan Ignasi Elena, ahora portavoz del PNR, es la mejor muestra de ello. En este marco se sitúa el enésimo rifirrafe entre la CUP y Junts pel Sí, ahora a cuenta de la fecha y la pregunta del referéndum. Sería absurdo alarmarse a estas alturas. Mejor tomárselo con calma, ya que hace bien la CUP en mantener la tensión política entorno a la fecha y la pregunta del referéndum, igual que hace bien el Govern en esperar a que el PNR agote su limitado recorrido para que, una vez finalizado, sean cuantos más mejor los que acuerden las condiciones del plebiscito. Este recorrido no puede alargarse sine die, pero ciertamente los dos meses augurados ayer por Junqueras tampoco parecen una eternidad.