Miguel FERNÁNDEZ IBÁÑEZ

Elazig, el castillo de Erdogan

Esta región de la profunda Anatolia es uno de los feudos del Partido Justicia y Desarrollo (AKP). Pese a las divisiones en el movimiento islamista histórico (Mili Güris), sus habitantes, piadosos y panturcos, no dudan al anunciar su apoyo a la reforma constitucional impulsada por el presidente Erdogan.

Ataviadas con coloridos velos, las mujeres recorren las tiendas del centro de Elazig en busca de la última novedad en la moda islámica llegada desde Estambul. Los comerciantes, atentos a la llamada del muecín, interrumpen de repente la venta. Sacan su alfombrilla o se van a la mezquita. No es viernes, día de obligada asistencia, pero la mezquita Saray congrega a cientos de devotos. Antes de que el imán comience a orar, un amable y corpulento piadoso posa ante la cámara. Poco más tarde, mientras la muchedumbre acude presurosa, otro piadoso, indignado, me increpa por hacer fotos en el templo sagrado. Tengo la autorización del imán, pero él se cree la autoridad.

En Elazig, al igual que en otras provincias de Anatolia, el islam parece aturdido, polarizado como la sociedad, dividido en dos como el Milli Görüs, el compacto movimiento del islam político turco del que provienen los fundadores del AKP. La mayoría de los feligreses recitan bellos preceptos y una minoría los enturbia con su particular interpretación. ¿Está el islam contagiándose de la amenazante retórica de Erdogan? «El dueño de todo es Allah y todos responderemos en el purgatorio. Ese hombre se equivocó, pero la culpa no es del islam ni de Erdogan. Él es noble, un buen musulmán y uno más del pueblo», responde Ali Çiplak Kiliç cuando le cuento el desagradable suceso. Espigado vendedor de telas para la confección de 37 años, Ali es pausado, respetuoso y padre de cuatro hijos.

Cevdet Karatas, de 43 años y padre de tres hijos, considera al presidente una muralla que contiene a los enemigos del islam. »Erdogan es el castillo del islam, defiende a los musulmanes. Ha hecho posible que las mujeres usen el velo en las universidades. Además, antes no cogían a funcionarios piadosos, nos apartaban y no podíamos encontrar trabajo. Ya no lo vamos a consentir más».

La Anatolia profunda

La profunda Anatolia, his

Para los islamistas, el principal temor siempre fue el Ejército, que expulsó del poder a Necmettin Erbakan en el golpe posmoderno de 1997. La victoria moral en los comicios anticipados de 2007 tras la polémica del velo de la mujer del ex presidente Abdullah Gül, la caza de brujas de los casos Ergenekon y Balyoz y, por último, la purga tras la asonada de 2016 han permitido a Erdogan desempolvar progresivamente ciertos tabúes, algunos incluso relacionados con Atatürk, mientras limaba la influencia del Ejército. Como resultado, en el decimoquinto año de la era AKP, Turquía parece diferente: la vida pública se ha sunificado, con piadosos mostrando con orgullo su credo, un ascenso de la incipiente burguesía islámica y las mujeres usando el velo incluso en el Ejército. Y se puede criticar a Atatürk o discutir la causa armenia.

Son éxitos evidentes que los antecesores de Erdogan nunca se atrevieron a soñar. Ahora los políticos no vacilan al cuestionar el secularismo y deslizan, como hizo el ministro de Justicia, Bekir Bozdag, que la reforma constitucional pretende terminar con el régimen de un solo hombre creado por Atatürk. Los islamistas sobreexplotan sus errores, reescriben la historia, y Cevdet recuerda que «los kemalistas no se quejaban cuando Atatürk controlaba todo. Eso sí que era un régimen de un solo hombre. ¿Por qué se quejan de Erdogan, que ha hecho un gran servicio para el país? Él ha construido hospitales, carreteras y puentes para llegar hasta las aldeas de Elazig», reivindica.

En “Foreign Affairs”, Halil Karaveli destaca que en 1980 no había ni una ciudad de la profunda Anatolia que tuviera una empresa entre las 500 compañías más importantes del país. En 2012, entre las ciudades de Konya y Gaziantep incluyeron en esa lista a 32 empresas y Elazig ya tenía una. Pero en los últimos dos años ese desarrollo, uno de los pilares electorales del AKP, se ha ralentizado: la inflación está en dobles dígitos, la lira se devalúa y el paro roza el 13%. El economista Emre Deliveli apunta en el diario “Hürriyet” que «el AKP no es inmune a los problemas económicos», y recuerda que en los comicios locales de 2009, antecedidos por trimestres de profunda recesión, el AKP registró uno de sus peores resultados.

En este referéndum, la referencia del AKP en Elazig es el 66% que obtuvo en la reválida electoral de noviembre de 2015. Entre las elecciones de junio y noviembre, una vez ratificada la ofensiva contra los kurdos, los islamistas subieron 14 puntos. Siete de ellos, y cerca de 2 millones de votos a nivel estatal, provinieron del panturco MHP, fraccionado entre en el «sí» de su líder Devlet Bahçeli y el “no” de otros primeros espadas expulsados de los Lobos Grises.

Los seguidores del AKP y el MHP comparten un exacerbado nacionalismo y la tradición religiosa. De votar en bloque, el “sí” en el referéndum rondaría el 60% que sus grupos suman en el Parlamento. Pero no es así, y la indecisión en la base electoral del MHP es el mayor problema para Erdogan, que necesita, para paliar la previsible fuga de votos en sus propias bases, al menos la mitad de los 5.5 millones de votos del MHP. Y no será fácil. El MHP tiene una doble cara en la escena política: una local y otra nacional. El peso de la política local en la profunda Anatolia, con líderes desconocidos en Ankara pero esenciales en la cosecha del voto regional, podría prevalecer sobre el «sí» reclamado por Bahçeli.

Milli Görus

A las divisiones en el panturquismo se unen las del islam político, el compacto movimiento que Erbakan construyó durante décadas. Porque en Turquía, el movimiento heredero del Milli Görüs está igual de polarizado que la sociedad y el islam. El BBP, sin ser parte de este movimiento pero de claro tono islamo-nacionalista, ha vivido una crisis interna después de que su líder apoyara el «sí» sin consultarlo con los líderes provinciales. Un puñado de sus miembros han dimitido y algunos líderes locales han asegurado que votarán «no». Y Saadet Partisi, heredero de Erbakan y que es considerado por la mayoría de conservadores como la segunda opción de voto, no apoyaría la reforma constitucional.

La culpa es de los otros

Pero en Elazig todo estos movimientos chocan con la fe ciega en Erdogan. Los vecinos perciben algunos errores, pero los remanentes del pasado glorioso pesan más: las buenas medidas se atribuyen al presidente, pero las malas, como podrían ser el escándalo de corrupción de 2013, la preocupante deriva económica o la lucha intestina en el movimiento islamista son culpa de quienes le rodean o de un complot internacional.

Acomodado en el interior de su tienda de zapatos, Cevdet, el vendedor de zapatos, insiste: «Erdogan no ha robado. Él no comete errores. Pero los que le rodean sí». Ali, en clave islámica, coincide en que «el poder no ha cambiado a Erdogan. Él no ha robado porque entonces no sería un buen musulmán”.

La inmaculada concepción de Erdogan, similar a la que el kemalismo tiene de Atatürk y los primeros años de la República, ha calado en la sociedad conservadora. El presidente ha sabido erigirse ante la sociedad como la única barrera frente al caos, el único líder capaz de defender a los musulmanes en el mundo y la razón por la que los enemigos de la patria aún no han despedazado el país. Además, su triunfo en la fallida asonada de julio ha envuelto su exitosa carrera política con la heroica propia de los líderes históricos: si Atatürk dirigió la Guerra de Independencia, Erdogan encabezó la lucha democrática del pueblo contra el Ejército.

«El pueblo está con Erdogan porque es un líder. Nos atacan con el dólar, con los kurdos, con Gülen, pero no le abandonaremos como tampoco lo hicimos el 15 de julio. Esa noche salimos a la calle y ahora volveremos a apoyarle para que supere la crisis económica y el terrorismo. Con el sistema presidencialista, Turquía se convertirá en una superpotencia y, con Erdogan en la cima, los enemigos no tendrán la más mínima oportunidad. Podrá actuar contra ellos sin las trabas actuales», asegura tajante, pese a no haberse leído la reforma constitucional, Cevdet.

Ali, convencido de que EEUU ayuda al PKK y Europa no respeta a los musulmanes, recuerda a héroes del islam y a todas las personas que sufren en el mundo. Desprende nostalgia por el Imperio otomano y cree que la paz y la justicia llegarán solo en el otro mundo.