Pablo CABEZA
BILBO
Entrevista
ASIER BERAMENDI ARANZADI
VOZ, GUITARRA ACÚSTICA, COMPOSICIÓN DE ERAUL

Asier Beramendi: «Supongo que no saber lo que hago me embrutece tanto como me coarta»

Cuando un cello surfea por un disco, cuando un violín no es una fiesta hillbilly, con la excepción de «For eli, forever after» o «Etxea», hay que pensar que la propuesta deviene con desgarro, desesperación... En música suelen ser conceptos ambientales, coloristas y el debut de Eraul con «Iraultza» es delicado, sumiso y rebelde, incierto y directo, acústico y tenso. Indie folk, americana, pop, rock, blues... Notable.

Una primera demo de tres canciones de 2105 señalaba el surgimiento de un artista con carácter. La salida de “Iraultza” a poco más de dos años, confirma el nacimiento de un disco encapotado, ambicioso; atormentado en sus texturas y amable a la hora de penetrar en la mente del escuchante. De esta forma, Asier Beramendi emerge como un músico nutrido por cordones umbilicales que le llevan desde el indie folk a la americana, desde el pop hasta el rock, desde el blues oculto a la canción de autor con base en el texto.

Eraul –estilosa voz con recursos, buen compositor y amalgamador– puede tomar muchas formas: solista, dúo, trío o grupo. Como grupo aparece en “Iraultza”, la base son sus afligidas –no la mayoría– canciones y la parte que le toque en los arreglos. Un todo que es parte en disco de Garazi Esnaola, piano, Hammond, voces; Borja Antón, guitarra eléctrica; Julen Idigora, batería, voces; María Bustos, cello y Julen Barandiaran, bajo. Más las voces invitadas de Olatz Salvador, Izaro Andres, Lide Arroyo y Markel Idigoras al ukulele y Gorka Valcarlos a la trompeta. Un trabajo coral amplio, pero sin excesos, cada aportación ajustada, bien medida. Esbeltos músicos del área donostiarra.

Ambición artística que si hubiese fracasado en su base sería un proyecto ampuloso, dentro de su humildad presupuestaria, pero que tal y como ha finalizado no queda otra opción que situar “Iraultza” entre los discos más atractivos y sólidos de la temporada; periodo de tiempo extensible a gusto: meses, trimestres, años...

No posee estudios musicales académicos, poco importa si hay intuición natural, emoción, desvergüenza, inspiración y descontrol encauzado. Lo cuenta con la primera canción, «Behin», con ese final que apunta a que cada canción puede ser lo mismo un sueño en una hamaca, que una tormenta bajo un árbol sin hojas. Talento sin pentagrama.

Supongo que no saber lo que hago me embrutece tanto como me coarta. También creo que eso plantea muchas limitaciones y que conviene conocer las normas para saltárselas mejor. A menudo me cuesta verbalizar lo que tengo en mente y creo que estudiar algo de teoría musical me ayudaría. Pero vete tú a saber. Sí que quiero aprender a controlar más la voz, eso sí. Sí, las canciones son muy cambiantes y es porque yo soy un poco así, diverso y disperso. Creo que, con el disco, hemos acertado en ese sentido.

¿La dramaturgia interpretativa le llega de lo que ha escuchado o de otro pasado?

Hice teatro muchos años y siempre he sido aficionado al circo y al vodevil, aunque fuera en ámbitos muy íntimos. Y siempre he querido ser actor.

¿En qué espejos artísticos se mira?

Creo que no me corresponde a mí clasificarme. Bastante me cuesta ya hablar de géneros musicales cuando se trata de los demás. Te remito a un vídeo de Youtube en el que Luis Pastor responde con un precioso poema a un periodista que le pregunta qué fue de los cantautores. Me gustaría ser un cantautor así, pero le voy a confesar que las creaciones que más fielmente reflejan mis estados de ánimo son textos y no canciones. La música me obliga a medir las palabras. Hay nombres como Micah P. Hinson, Extremoduro, Kase O, Marea, Manu Chao, Daughter, Selah Sue, The Tallest Man On Earth, Yann Tiersen, Russian Red, Sufjan Stevens, Edward Sharpe, Katamalo, Marcus Mumford, Bon Iver, Damien Rice, Noir Desir, London Grammar, Mando Diao, Alt-J, Ólafur Arnalds, James Blake, Beirut, Vidar, Noah and The Whale… que, en cuanto los escuché, me obsesioné. Seguro que se me olvida alguien importante. Últimamente me ha pasado con Anari, Silvia Pérez Cruz, Lumi, Kate Tempest, Little Simz, Nathy Pelusho, Makulu Ken, Amorante, Pet Fennec, La Femme, Melt Yourself Down. Pero en Eraul creo que, sobre todo, imitamos torpemente a Other Lives.

¿Qué sabe de su infancia? ¿A quién recuerda como músico a seguir en esos primeros años por lo general de exploración?

A Beñat Antxustegi. Coincidimos en la ikastola. Lo recuerdo tocando mil versiones en la guitarra y siempre en proyectos musicales. Lo admiro mucho y supongo que fue enriquecedor convivir, aunque fuera en la distanciam, no íbamos al mismo curso, con alguien con tanto carisma.

¿Llega a la música por sensibilidad primaria o tuvo que rebuscar? ¿Acaso fue la casualidad?

En mi casa he escuchado mucha y muy distinta música de pequeño. Enrique Morente, Camarón, Mikel Laboa, The Clash, Los Ramones, Nirvana, Massive Attack, Portishead, Sabina, Hendrix, Rolling Stones, Prince, Bowie, Elvis, James Brown… Mucho de todo. No sé, creo que la música es inherente a todo y todo es inherente a la música. Siempre me ha apasionado.

¿Necesita hacerse cortes en el alma para generar ambientes?

Son por exigencia del guion.

¿Quiénes son los músicos vulgares? En general, no se busque problemas…

Los que ya no se divierten.

«Aimar», guitarras, violín... todo muy agridulce, pero parece que le gusta cabrearse o inducir a que se exciten con sus texturas. Y aquí le toca, en parte, a Garazi Esnaola que lleva el final de la canción a las nubes negras con ese desconsolado y abrumador arreglo de Hammond y al que da paso unas teclas de piano. Usted se apunta a la aflicción con unos gritos desesperados. De paso, ¿qué es la saturación que se escucha de fondo y que aún convierte el final en más apócrifo?

Es Borja Anton. Garazi es una bestia al piano, tanto como el primero a la guitarra. Me encanta “Aimar”. Te cuento por qué. Un amigo de la cuadrilla fue padre con veinticuatro años. Quisieron llamarlo Iraultza porque suponía una revolución en sus vidas. Al final se cortaron, pero a mí me pareció tan bonito que me decidí a escribir una canción y el nombre Iraultza nos lo apropiamos para el disco.

Si uno teclea Eraul y busca la palabra en Yahoo, Being o Google, lo primero que sale es un pequeño pueblo de Nafarroa. Nos ha gustado su iglesia. No cuesta imaginarle en el pórtico con su banda... No tanto dentro.

Casualidad. Pero tocaremos en el pórtico el 2 de junio, sí, será un concierto muy especial. En Eraul nació mi abuelo paterno y escogí el nombre por lo que evocaba en mis recuerdos.

Un disco donde pesa la cuerda. ¿Qué echa de menos por falta de presupuesto?

Echo de menos coristas, una sección de vientos, sintetizadores, tiempo y unas condiciones de trabajo dignas. Me encantan las cuerdas y la madera, sin más. Y creo que los músicos me han elegido más a mí que yo a ellos.

¿Que estudiaba en Suecia? Es un país muy musical y solvente, ¿le dejó poso…?

Estudié algunas asignaturas de un máster en teoría de la literatura y crítica literaria, y trabajé como auxiliar de conversación en la universidad mientras terminaba la licenciatura en traducción e interpretación. Fue un año convulso y precioso. Me marcó mucho, aún lo digiero.

¿Se le da bien componer o le resulta un esfuerzo notable?

Me divierto, aunque toco madera según se lo digo. Soy una persona muy reflexiva y, hasta ahora, he dedicado mucho tiempo a cada canción, aunque más a pensar sobre lo que quiero contar que a la estructura o a la melodía en sí. Y no sé si me ha ayudado. Creo que conviene darse poca importancia y ser sincero con uno mismo. Yo en cuanto intento cumplir alguna expectativa me pierdo y termino cayendo en recursos fáciles y correcciones insulsas. Me gusta crear divirtiéndome, desahogándome o confesando algo a alguien. No siempre se está predispuesto, pero todo lo demás me parece un poco frío.

¿Tiene un plan para cuando los años pasen entre acordes?

Pues viejo, muy viejo, pecoso y arrugado. Y me gustaría tener amor, o un buen recuerdo del mismo. Nada más.

¿Fue feliz en el estudio o este traumatiza amablemente?

Fue genial y doloroso, no podía ser de otra manera.

Cuenta con arreglos para tres vocalistas, ¿le dieron lo que buscaba?

Hicieron mucho lo que quisieron y acertaron bastante. Sí que les di algunas pautas, pero ya venían con una idea de lo que querían hacer y resultó muy fácil. Me gustan mucho sus timbres de voz.

¿Cree que Euskal Herria da para muy poquito respecto a propuestas como la suya?

Estoy aburrido del formato bajo, guitarra eléctrica, batería y voz. Por falta de propuestas no será, desde luego. Creo que hay muchos factores en juego.