Daniel   Galvalizi
Periodista

Crisis humanitaria y caos legal en Ceuta tras una semana para la vergüenza de Europa

Militarización, represión y desesperación son parte del relato de cooperantes humanitarios en territorio ceutí que han hablado con NAIZ tras esta semana de  llegada repentina de miles de migrantes y abuso de las devoluciones en caliente.

Traslado del cadáver de un inmigrante ahogado al intentar llegar a Ceuta. (Antonio SEMPERE | AFP)
Traslado del cadáver de un inmigrante ahogado al intentar llegar a Ceuta. (Antonio SEMPERE | AFP)

No era Siria en 2015 pero las fotos han traído recuerdos imborrables de una de las mayores catástrofes humanitarias de los últimos años para Europa. En este caso no se trataba de las costas del Mediterráneo oriental ni los Balcanes. El efectivo que salvaba a bebés desprotegidos en alta mar estaba en aguas de Ceuta, el enclave del Estado español en Marruecos, en la semana en que la crisis migratoria ha sido protagonista.

Imágenes para la vergüenza de Europa como las cogidas por reporteros en la playa de Tarajal han recorrido el mundo tras la evidente relajación punitiva de Marruecos en el control fronterizo, en respuesta a la estancia del líder del Frente Polisario en territorio español. Durante tres días unos 8.000 migrantes llegaron a Ceuta, de los cuales casi la mitad han sido deportados a través del mecanismo de devoluciones en caliente, de dudoso respeto por los derechos humanos.

Si bien el conflicto diplomático entre Madrid y Rabat parece haber bajado de escala, la situación dramática continúa en Ceuta y todo parece indicar que algo así volverá a ocurrir, sin los esquemas legales ni humanitarios correspondientes, según denuncian varias ONGs que ponen la mira en las contradicciones del Gobierno de coalición de izquierda.

Devoluciones calientes e ilegales

«Las devoluciones fueron muy rápidas, no hubo representación letrada. Esto vulnera derechos porque además el Tribunal Constitucional no avala las devoluciones en tanto no sean valoradas las situaciones individualmente y no haya habido un conocimiento mínimo, con una entrevista a la persona. El fallo del TC hay que leérselo bien», señala a NAIZ la portavoz de de la plataforma CIES No, María Paramés.

En ese sentido, recalca que el fallo del Tribunal Constitucional con el que el Gobierno estatal justifica su accionar «ha dado lugar a varias interpretaciones»: «Nosotros lo hemos revisado y analizado y la conclusión final es que se exige que haya una entrevista [con la persona migrante] para que se garanticen sus derechos. La sentencia solo autoriza, de hecho, las llamadas devoluciones en caliente cuando la persona ha utilizado violencia al cruzar frontera o hubo una agresión al agente. No tiene nada que ver con lo que se está avalando. Por tanto, lo que se hizo en Ceuta vulnera derechos».

Se puede estar devolviendo a alguien que pasaba por allí o que sufre persecución política (María Paramés-CIES No)

Según Paramés, incluso admitiendo que la situación se desbordó, «las cosas se pueden hacer de manera diferente; tocaba dar una respuesta humanitaria enviando letrados y personal especializado urgentemente». Lo que acaba ocurriendo es que se vulneran derechos «porque se puede estar devolviendo tanto a una persona que cruzó porque pasaba por ahí o a alguien que sufre persecución política».
    

Paramés dice que no se puede saber si la mayoría de los que cruzaron son los que suelen esperar en la Sierra de Gurugú y que quienes llegaron a Ceuta «son un compendio heterogéneo, no solo marroquíes, sino también argelinos y africanos subsaharianos». «Este tipo de cosas sucede cuando un Estado pone todas sus fichas a la externalización de fronteras. Hay que entender entonces que esto puede salir mal», concluye.

Lo mismo subraya Maite Cervera, de Amref, la mayor organización sanitaria de origen y gestión completamente africanos y la primera africana en internacionalizarse. Especializada también en asuntos migratorios, Cervera coincide con Paramés en que el Estado español está «trabajando con un sistema fallido de externalización de fronteras que deriva en situaciones muy complicadas».

«Cuando se hace una política así, no se puede garantizar que se dé una perspectiva humanitaria y se garanticen los derechos humanos porque al externalizar se pone la responsabilidad sobre el país que estás subsidiando. Es un fallo grave y puede conducir a situaciones más volátiles porque al final no depende de ti», remarca. Y recuerda que Marruecos ha recibido desde 2014 casi 350 millones de euros en inversión destinada a controlar las fronteras y que ahora ha reclamado 3.500 millones hasta 2027.

Cervera califica de «preocupante y sorprendente» el número de menores que entraron a Ceuta en tan pocos días y reclama que se fiscalice cómo se están las autoridades ocupando de sus casos, aunque ante algunos testimonios publicados en los medios (como que algunos habrían entrado por invitación de agentes marroquíes de la frontera) pide cautela: «Tenemos que tener mucho cuidado con el tema de los bulos y hacer un uso de lenguaje correcto cuando hablamos de personas migrantes y no incitar al discurso del odio».

Como un ejemplo de otra forma de tratar con situaciones como las de Ceuta, Cervera se refiere al Plan Canarias, con centros nuevos que no son CIES en un plan piloto que realizan el Ministerio de Interior y el gobierno insular, y apunta a un viejo problema español: el enfoque jacobino para problemas regionales. «Hay que trabajar más con los gobiernos autonómicos y con las ciudades que reciben a las personas migrantes. Esto está demasiado centralizado y no se tienen en cuenta los retos por los que pasan los territorios de fronteras. Se decide en Madrid algo que tendría que involucrar más a los gobiernos regionales».

Tanques, humo y represión

No Name Kitchen (NNK) es una ONG que trabaja para refugiados en los Balcanes y en Ceuta, en donde tiene cooperantes que han sido desbordadas en los últimos días. Fueron elevando informes diarios de todo lo sucedido para poderlo comunicar y también analizar posibles acciones legales, según explica a GARA una de las representantes de NNK, Bárbara Bécares.

«Cerca de 3.000 personas llegaron a Ceuta el lunes. Ante el alarmismo que suele acompañar este tipo de hechos, queremos recordar son una cantidad mínima de personas para España y Europa. Pero sí serían muchas personas para una ciudad como Ceuta, si forzamos a las personas a quedarse aquí encerradas. Esta ciudad es pequeña y las instalaciones creadas hasta ahora no dan una vida digna a quien se ven forzados a vivir ahí. Cuando nos hablen de crisis migratoria, hay que recordar que bien gestionada no es una crisis. Mal gestionada se convierte en crisis humanitaria», señala Bécares.

El martes pasado, en la playa de Tarajal, «había mucha presencia policial, se desplazaron tanques y se vio humo lanzado durante al menos una hora en la franja entre los puestos fronterizos marroquí y español, pero no se pudo saber si era lacrimógeno. Se veían muchas personas desde la playa hasta las montañas que se yerguen cerca de la valla, en la que había personas subidas».

«Hemos podido observar que la Policía usó la fuerza, empleó porras contra posibles solicitantes de asilo y por tanto ha vulnerado el derecho a la protección internacional de estas personas. Había muchos menores», señala Bécares sobre el sitio de los hechos. Además, lamenta que algunos se refieran a lo que sucedió como una «invasión»: «Recordemos que las invasiones suelen ser operativos militares. En Ceuta se trata de personas que buscan auxilio a la emergencia sanitaria que viven en Marruecos».

También cuenta que vieron a «militares acompañando a personas subsaharianas  hasta el paso fronterizo del Tarajal e incluso a militares empujar, gritándoles y amenazando con la porra a algunas de estas personas». Y relata lo atestiguado ante situaciones de devolución en caliente: «Vimos grupos de cuatro personas, obligándolos a caminar unos tras otros con la mano sobre el hombro de la persona de delante, y si alguien se negaba a avanzar había gritos y empujones del personal militar».

NNK se hizo eco de las poderosas capturas fotográficas de efectivos salvando a migrantes en el agua y, si bien valora el trabajo de esos profesionales, denuncia una «campaña política que se encargó de que equipos fotografíen para documentar estas acciones y así llenar periódicos, a la vez que se están realizando acciones irregulares».

«A pesar que el miércoles llegaron muchas menos personas y que las devoluciones ilegales desde Ceuta se cuentan por miles, fuimos testigos de una caza a personas por la calle. Se vio a un policía queriendo llevarse a un hombre que iba caminando hasta que unas vecinas alertaron de que era un vecino del barrio», añade Bécares y pide recordar que en Ceuta hay personas marroquíes que llevan décadas viviendo y trabajando en la ciudad pero por las trabas administrativas no han podido empadronarse ni siquiera, algo que les provoca «miedo e incertidumbre».

Estamos haciendo fronteras con el hambre y no hay fronteras que paren eso (Maite Cervera-Amref)

Así las cosas, los pronósticos no son optimistas. Maite Cervera asegura que «debe haber un urgente cambio radical de paradigma» para que lo de Ceuta no vuelva a repetirse: «Hay que tener en cuenta que estamos haciendo frontera con el hambre, y no hay fronteras que paren eso».

«Se debe trabajar en políticas de cooperación y desarrollo que permitan mejorar las condiciones de vida de los territorios de origen. Este es un fenómeno difícilmente controlable y es un hecho que esta situación irá a peor, se va a tensionar más. La crisis por la pandemia tuvo un impacto devastador en los países de ingresos bajos y medios y la mayoría de ellos están en Africa. Por eso es importante trabajar en la recuperación pos-pandemia en estos países. Si no hay cambio de modelo, estos fenómenos seguirán», concluye.