«El tribunal no cuenta con prueba alguna que sitúe a Urrutikoetxea en ETA a partir de 2006»
La primera de las dos jornadas del juicio que se sigue en el Tribunal Correccional de París por la condena impuesta en rebeldía en 2017 a Josu Urrutikoetxea se alargó hasta las puertas del toque de queda. El hijo del acusado desgrana los pormenores de ocho horas largas de audiencia.

Josu Urrutikoetxea quedó en libertad en julio de 2020 con obligación de portar brazalete electrónico, por lo que debe respetar unos horarios que, ayer, el Tribunal Correcional de París «burló», al alargar la primera sesión del juicio «hasta el punto que tampoco pudo volver a casa antes del toque de queda», fijado a las 23.00. Egoitz Urrutikoetxea aporta a NAIZ algunos detalles y valoraciones sobre ese maratón de ocho horas en sede judicial.
Josu Urrutikoetxea pudo explicarse, ayer, por primera vez desde su detención en 2019 delante de un juez. Tuvo la oportunidad de detallar su actuación en las distintas fases del proceso de resolución.
Lo que vimos ayer fue, ante todo, el intento de un tribunal de establecer por cualquier medio que Josu Urrutikoetxea formaba parte de ETA entre 2006 y 2013. Y no aportaron esos elementos, porque no los hay. Debieron reconocer que desde 2006 no hay prueba alguna que permita establecer esa relación.
A partir de 2006, Urrutikoetxea se encuentra en Ariège. Habló ayer en el tribunal de una vida aislada, austera, pero hasta cierto punto normalizada.
Creo que en su declaración Josu Urrutikoetxea habló con sinceridad y dejó claro que tras el proceso de Ginebra, está en desacuerdo con el desarrollo de los acontecimientos, y se aparta. Vive en Ariège, y solo se incorpora al siguiente proceso, que se desarrollará en Oslo (2011-2013), a petición de la izquierda abertzale, y tras saber que hay un aval de organismos de mediación e implicación de estados para abordar esa oportunidad.
Juez y fiscal trataron de establecer una continuidad en su militancia en ETA y de no limitar su actuación a la acción negociadora.
Creo que quedó claro que Josu Urrutikoetxea cumplió determinadas funciones (en ETA), y que actuó con la vista puesta en la apertura y gestión de un escenario de negociación. En setiembre de 2006 sale de Suiza y a partir de ahí, hasta 2011, vive en Ariège que, como expuso la defensa, no está en Pirineos Atlánticos, pese a que en el sumario aparezca semejante error. Incluso hay un informe confidencial de los servicios antiterroristas franceses, que se publicó en distintos medios, y que la defensa ha aportado a la causa, en el que se señala que en 2006 Josu Urrutikoetxea es apartado, por discrepancias.
El fiscal dijo no entender que una persona que no pertenecía a ETA acudiera a Oslo y años después leyera el comunicado final de esa organización armada.
Se pueden decir muchas cosas, pero la explicación de los abogados, que se sostiene en el testimonio de Josu Urrutikoetxea y en elementos documentales como el citado, es sólida: entre 2006 y 2011 no hay nada. Es un periodo muy largo, para cualquiera que sepa algo de una militancia en una organización como ETA. El juez tuvo que reconocer, a su manera, que no se han aportado pruebas que permitan decir lo contrario, y el testimonio prestado por un policía reafirmó esa falta de elementos.
El juez tuvo que reconocer ayer, a su manera, que no se han aportado pruebas que permitan establecer el vínculo de Josu Urrutikoetxea y ETA entre 2006 y 2011
En su testimonio, ¿el policía fue tan lejos a la hora de reconocer esa falta de pruebas o su testimonio puede prestarse a distintas interpretaciones?
El presidente del tribunal llegó a preguntarle en un momento en qué se basaba para establecer esa relación de Josu Urrutikoetxea con ETA entre 2006 y 2011. Y el policía solo fue capaz de decir que, como no tenían información directa de lo que pasó antes en Ginebra (2005) y luego en Oslo, se basaron a la hora de elaborar sus informes en lo publicado en los medios de comunicación españoles. No tenía más. El abogado (de la defensa) le pidió pruebas concretas. Reconoció que no tenían esas pruebas, pero que cuando Josu Urrutikoetxea apareció en Oslo, dieron por hecho que era miembro de ETA.
Tres testigos de la defensa debían aportar esta tarde su testimonio al tribunal. La responsable de Berghof Foundation, Véronique Dudouet, no podrá hacerlo. Remitieron mal la citación y cuando finalmente llegó a su dirección, según la defensa, alguien firmó el acuse de recepción, pero no fue esta persona. El testimonio, por venir de una persona y un organismo con una implicación prolongada en el proceso de resolución, parecía importante.
De ahí que hubiera ese incidente tan grave antes del arranque del juicio. Con dudas sobre la firma, sin que se pueda descartar una falsificación. Se tenía que haber hecho algo para asegurar que Véronique Dudouet pudiera testificar, pero el juez no aceptó la queja, y dijo que ya se ocupará de eso más tarde.
¿Qué es lo que espera de la sesión final que arrancará esta tarde?
Además de los testigos de la defensa -declararán el exmagistrado Philippe Texier y el sociólogo Michel Wievorka-, los abogados podrán exponer sus conclusiones y, si lo consideran oportuno, plantear unas últimas cuestiones a Josu Urrutikoetxea. El juicio se cerrará con la petición fiscal.
La acusación que sostiene este caso es «integración en asociación de malhechores con fines terroristas».
La defensa solicitará la absolución. No hay elementos.
La acusación pensará, por su parte, que hay elementos suficientes.
El fiscal buscaba algo, pero no tiene nada. No ha aportado ninguna prueba: nada, nada, nada. Eso ha sido bastante sorprendente.
¿Ni un informe? Escuchas, seguimientos.
Gracias al testimonio del policía pudimos saber más de métodos de seguimiento. Centrados en su compañera, pero también implicando a menores. Y hasta un periodo tardío, después de 2013… Aparte de eso nada más.
Urrutikoetxea cumplió una función ligada a una trayectoria. La izquierda abertzale -en el juicio habló de MLNV- y los organismos internacionales estimaron que era una persona que generaba la confianza necesaria
¿Con qué se queda?
Creo que Josu Urrutikoetxea ha podido explicar cómo, cuándo y de quién recibió las peticiones para implicarse en el proceso que arranca en 2011, que es el periodo que se analiza en este sumario. Y también dejar sentado, recurriendo a lo actuado en otros procesos de resolución, que no tenía por qué pertenecer a ETA para estar en Oslo.
¿Y para poner voz a la declaración final de ETA en 2018?
Josu Urrutikoetxea cumplió hasta el final esa función que se le solicitó en razón de su trayectoria. La izquierda abertzale y los organismos internacionales estimaron que era una persona que generaba la confianza necesaria para culminar ese proceso.

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