De origen humilde, Lula fue obrero metalúrgico y sindicalista antes de fundar, en 1980, el Partido dos Trabalhadores y, en 1983, la Central Única dos Trabalhadores, e iniciar una carrera política que le llevó al palacio de Planalto.

Tras dos años realizando diversos trabajos, a los 14 años tuvo que dejar los estudios para ayudar a su familia trabajando en una planta de producción de tornillos. Se formó como tornero mecánico y fue un obrero «despolitizado» hasta que se inició en el sindicalismo. Se ganó el respeto con su lucha a favor de los derechos básicos de los trabajadores. Fue elegido presidente del Sindicato dos Metalúrgicos en 1975 y fue el principal enlace de las mayores protestas y huelgas obreras contra la dictadura. Con la caída del régimen militar, en 1985, comenzó el ascenso del PT.

Las tres primeras veces que concurrió a las presidenciales (1989, 1994 y 1998) cayó derrotado, pero nunca se dio por vencido y en 2002 y 2006 se tomó la revancha. Durante sus dos mandatos presidenciales en los que realizó reformas que propiciaron una transformación social y económica de su país, en particular en materia de reducción de la pobreza.

Su procesamiento, arresto y encarcelamiento, en abril de 2018, acusado de corrupción pasiva por el juez Sergio Moro, que acabó siendo ministro de Jair Bolsonaro, le dejó fuera carrera presidencial de octubre de ese año, para la que era favorito. La Suprema Corte de Justicia tumbó todas las sentencias dictadas en su contra desautorizando al magistrado.

Su carisma y el poder persuasivo de su cada vez más ronca voz debido a un cáncer de garganta ya superado han vuelto a llegar a los sectores a los que sacó de la pobreza.