Imanol  Intziarte
Redactor de actualidad, con experiencia en información deportiva y especializado en rugby

Zaporeak busca base económica para seguir dando comida digna a personas refugiadas

Alrededor de 70.000 euros mensuales, unas 1.500 comidas cada día. Son las cifras en las que se mueve esta iniciativa solidaria cuyos fogones se encuentran actualmente en la isla griega de Lesbos. En la hucha hay dinero hasta febrero, se necesitan socios y socias para tener unos ingresos estables.

Foto de familia de los participantes en la presentación de la campaña de Zaporeak.
Foto de familia de los participantes en la presentación de la campaña de Zaporeak. (Gorka RUBIO | FOKU)

«Fuimos para seis meses y llevamos siete años». Así ha resumido el alma mater de Zaporeak, el cocinero Peio García Amiano, el devenir de una iniciativa cuyo objetivo es dar una comida digna cada día a cientos de refugiados que tratan de escapar de la guerra.

Actualmente, Zaporeak tiene su cocina en el campamento Kara Tepe de la isla griega de Lesbos, donde recientemente se ha producido un nuevo incendio. En este espacio y en otros similares del Mediterráneo se amontonan en alojamientos precarios cerca de 5.000 personas, en su mayoría procedentes de Afganistán y Siria. «No vienen a quitarnos el trabajo, como se dice. Lo que quieren es volver a su país cuando dejen de caer bombas», ha subrayado.

Personas que mientras aguardan a ese futuro incierto sobreviven como pueden. Para ayudarles, en 2015 un reducido grupo comenzó a preparar comidas en el barrio donostiarra de Intxaurrondo. Hoy dan cerca de 1.500 comidas al día y por sus fogones han pasado más de 1.500 voluntarios y voluntarias, de edades diferentes y condiciones. Por ese lado no hay problema, hay lista de espera para pasar tres semanas pelando patatas, cortando verduras, cociendo pasta o fregando ollas.

Pero todo eso tiene un coste económico, concretamente unos 70.000 euros al mes. El presupuesto para 2023 se calcula en casi un millón, entre desplazamientos hasta Lesbos –Zaporeak paga el billete a los voluntarios que no pueden sufragárselo–, equipamiento y, sobre todo, alimentos. Una parte se consigue en Euskal Herria en diferentes campañas de recogida y se traslada hasta allí, pero otra parte (fruta, carne, leche…) tiene que comprarse allí.

Hasta la fecha, Zaporeak se ha financiado con aportaciones puntuales de instituciones, empresas y personas anónimas, pero ahora mismo sus fondos solo le dan para llegar a febrero. La necesidad de unos ingresos estables le lleva a abrir una campaña de captación de socios y socias, que han presentado este miércoles en el Ayuntamiento de Donostia.

Enfermedades cronificadas

Peio García Amiano ha apelado a la solidaridad de la ciudadanía vasca para ayudar a un colectivo de refugiados en los que debido a su situación se cronifican enfermedades como la diabetes, la anemia o la gastroenteritis. Un colectivo que, en el caso de Kara Tepe, está conformado en un 70% por mujeres y menores.

Según han explicado, la posibilidad de asociarse estará abierta en todos los puntos en los que Zaporeak esté presente en la calle, desde una recogida de productos hasta el puesto de txistorra que tendrán en Santo Tomás. Pero en breve actualizarán su página web, Zaporeak.eus, para ofrecer esa opción. «En la web actual podéis contactar con la oficina y os explican como apuntaros», han puntualizado. No habrá una cuota estipulada, sino que cada cual elegirá la cantidad que desea aportar cada mes.    

En el acto han estado Juan Mari Arzak y su hija Elena, cuyo afamado restaurante está muy cerca del lugar en el que nació Zaporeak: «Hay que hacerse socios, porque estos lo necesitan como respirar. Es importantísimo, solo hay presupuesto hasta febrero. Nosotros, Elena y yo, ya nos hemos hecho, es imprescindible porque si no, no hay ‘money’. Lo otro, el valor humano y espiritual, ya lo tenemos con este grupo increíble».