Iñaki Egaña

Félix Likiniano, miliciano de la utopía

Este jueves se cumplen 40 años de la muerte de uno de los iconos vascos del siglo XX, Félix Likiniano. El historiador Iñaki Egaña repasa su figura y su aportación.

El carnet vasco de Félix Likiniano.
El carnet vasco de Félix Likiniano. (Euskal Memoria Fondoa)

Este jueves 22 de diciembre se cumplen 40 años de la muerte de Felix Likiniano. En compañía de su eterna pareja Casilda Hernáez, compartió los ideales anarquistas y vivió la Sublevación de Octubre, la guerra civil, la resistencia contra el nazismo y el nacimiento de ETA, cuyo anagrama diseñó en 1977. Fue también el precursor de la expresión ‘Aurrera bolie’, luego adjudicada a Txomin Iturbe.



Félix Likiniano nació en Eskoriatza, aunque su familia se trasladó pronto a Arrasate. Hijo de Pedro José y Máxima, con tres hermanas y dos hermanos que también fueron pioneros en la difusión del anarquismo en Gipuzkoa. José Antonio, afiliado a la CNT que murió en Peñas de Aia combatiendo a los carlistas navarros, en agosto de 1936, con apenas 19 años, y Eduardo, que podía haber sido protagonista de una novela de John le Carré ya que estuvo infiltrado en Falange hasta que se destapó su juego, después de que los anarquistas les robaran una partida de fusiles llegados desde Iruñea.

Félix, que había nacido en enero de 1909, se afilió a la CNT cuando realizaba el servicio militar en los cuarteles de Loiola, en 1930. Cuarteles que, por cierto, años más tarde, en julio de 1936, asaltaría en compañía de otros compañeros para llevarse las armas. En 1934 fue detenido y condenado a 15 años de prisión con motivo de la Revolución de Octubre, por su apoyo a los mineros asturianos. Salió de prisión con la amnistía del Frente Popular, en febrero de 1936, y se ubicó en Donostia, junto a su compañera Casilda. Con un objetivo definido: preparar grupos de acción, al igual que lo hacían los comunistas, para enfrentar al fascismo que amenazaba.

Los grupos vascos de choque anarquistas, con un máximo de 20 integrantes, tomaron nombres extravagantes: Los Desesperados, La Buena Voluntad, Los Tarzanes Libertarios… En la capital guipuzcoana, los Likiniano crearon el suyo propio: Dinamita. Siguiendo la tradición. Años atrás, un grupo llamado Los Justicieros, con Buenaventura Durruti y Gregorio Suberviola, habían intentado un magnicidio en Donostia, con Alfonso XIII de víctima. Con un túnel, al estilo del que ETA realizó ya en 1973 para terminar con la vida del entonces presidente español, el almirante Luis Carrero Blanco.

Guerra y franquismo

Con la sublevación militar, Eduardo, Félix y Casilda tomaron parte de la defensa donostiarra. Desde la sede de la CNT en la calle Larramendi pararon la entrada militar en la ciudad, junto a dos centenares de jóvenes, y más tarde fijaron su cuartel general en la iglesia franciscana del barrio de Egia. La guerra llevó a Eduardo a Bilbao y fue detenido en Santoña. Cumpliría pena en Puerto de Santa María. Félix y Casilda, en cambio, cruzaron la muga y de Hendaia viajaron hasta Barcelona, donde se reincorporaron a la contienda en el frente de Aragón. Sobrevivieron, como contaban, de casualidad. La muerte les rondó durante dos años.

Ambos huyeron en 1939 de Girona a Perpignan y fueron internados en el campo de concentración de la playa de Saint Cebrià. Con las negociaciones de Telesforo Monzón, los vascos de Argelers de la Marenda y Saint Cebrià, en la Cataluña francesa, fueron trasladados al campo de Gurs, en el Bearne, a pocos kilómetros de Zuberoa. Félix y Casilda continuaron hasta Baiona, donde la sede del Gobierno vasco había sido abandonada. Con el archivo hicieron una hoguera que ardió durante una noche para evitar que los nazis que avanzaban pudieran informar a Franco del contenido de la documentación.

Luego a Burdeos, sin techo, y finalmente a Lorient, en Bretaña, donde Félix trabajó en la construcción de una base submarina para el Reich. La personalidad de los Likiniano volvió a surgir y recordando la infiltración de su hermano Eduardo, Félix se familiarizó con los ocupantes, de quienes obtuvo abundante información que enviaba a Inglaterra y, más tarde, directamente a la Resistencia. De Lorient la pareja se trasladó a París, donde contactó con la clandestina CNT y en 1943 se mudaron a Biarritz, a la vivienda en la que pasaron ambos el resto de sus días. Casilda falleció diez años más tarde que Félix, ya en agosto de 1992.

Durante el franquismo, la fractura en el anarquismo fue notoria. Félix Likiniano, Manuel Chiapuso y Cándido Armesto fueron los artífices de la creación de una CNT vasca. Hasta entonces, Gipuzkoa, Araba y Bizkaia estaban integradas en la CNT del Norte y Nafarroa en la de Aragón. Pidieron incluso la entrada en el Gobierno vasco en el exilio. Fracasaron en la creación del Partido Libertario. Félix comenzó a trabajar en el camping de Biarritz.

El origen de ETA

En el camping recibió a los primeros refugiados de ETA con los que en un principio no tuvo demasiada relación. Sin embargo, la siguiente oleada fue definitiva para mostrar su sintonía con los nuevos refugiados. Sus palabras fueron todo un síntoma: «Llevábamos dos décadas esperando que la lucha y caída de Franco llegara desde el exterior y finalmente la misma se ha producido desde el interior. Además, llegan de mi pueblo, Arrasate, y hablan en euskara». Fue en su camping donde se reagruparon los autores del atentado contra el almirante Carrero Blanco, en una imagen icónica, con Argala en el centro del grupo.

Cuando murió el dictador, que coincidió con su jubilación, Likiniano se hizo previsible en sus relaciones. Caminata matutina por el paseo marítimo de Biarritz, visita a la librería Nafarroa para observar las novedades y seguir llenando su casa de libros y luego unos txikitos. Y pincho de tortilla con Casilda.

Comenzó a cruzar la muga hacia el sur, después de 40 años, y llegaba los sábados a Amara Viejo, en Donostia, donde quedaba con una cuadrilla de los de la guerra, de ANV: Pepe García, Sansinenea, Calvillo e Isidro Susperregi, al que luego mató la Policía en una manifestación pro amnistía. Al poteo asistía también Marcos Azkarate (padre de Miren, la que fue consejera del Gobierno vasco), comandante de un batallón del PNV durante la contienda y detenido más tarde por ser correo de ETA. También, en verano, Manuel Chiapuso, que bajaba de la Sorbona donde impartía clases, hasta Biarritz y Donostia.

Félix Likiniano y Casilda Hernáez pertenecieron a una generación que sobrevivió a la guerra y al nazismo y contestaron con las nuevas generaciones que devolvieron a la sociedad vasca el sentimiento y la dignidad de la lucha por sus derechos colectivos y sociales. Likiniano, que jamás concedió una entrevista, compartió inquietudes con otros que pertenecían al bando de los «perdedores» de la guerra, sin reconocer por ello una derrota definitiva: Telesforo Monzón, Miguel Amilibia, Marc Legasse, Lezo Urreztieta, Eli Gallastegi, Piarres Larzabal, Kepa Ordoki…

Su entierro en el cementerio de Biarritz condensó a decenas de refugiados clandestinos, algunos de los cuales serían años después detenidos y condenados a largas penas de prisión. Familia, Comité de Refugiados, KAS, Herri Batasuna, la Sociedad Donosti Berri (donde se reunía con sus amigos los sábados), CNT y… Joseba Merino (superviviente dos años después en la emboscada de Pasaia) le pusieron esquelas en ‘Egin’.

Likiniano pintó cientos de cuadros, algunos expuestos por primera vez en Donostia en 2014. En noviembre de 2022, anunciando el aniversario de su muerte, otra exposición sobre su obra se ha desarrollado en Baiona. Se anuncia un recorrido de su obra por Euskal Herria para 2023.

En septiembre de este año, se presentó el documental del director Juan Felipe ‘Casilda, el eco de otros pasos’, en los que su relación con Félix traspasa la película. En 1994, la recientemente fallecida Pilar Iparragirre publicó el libro ‘Félix Likiniano, miliciano de la utopía’, trabajo en el que el propio Félix desgranó lo más profundo de su pensamiento y, sobre todo, de la praxis revolucionaria.