Albert NAYA MERCADAL

La oposición turca depende de los ultranacionalistas

Recep Tayyip Erdogan ganó la primera vuelta de las elecciones con un 49,5% de los votos, mientras que el candidato opositor, Kemal Kiliçdaroglu, se quedó con el 44,9%, una cifra que deberá ampliar con el apoyo de los simpatizantes ultranacionalistas de Sinan Ogan, que obtuvo un 5,1%.

Un seguidor del presidente, Recep Tayyip Erdogan, levanta un cartel con la frase «Te queremos, jefe».
Un seguidor del presidente, Recep Tayyip Erdogan, levanta un cartel con la frase «Te queremos, jefe». (Adem ALTAN | AFP)

Pese a los sondeos favorables y a la esperanza de la oposición por lograr echar a Recep Tayyip Erdogan de la Presidencia de Turquía, los resultados en las elecciones turcas del domingo no fueron del agrado de casi la mitad del país. Erdogan, que partía con desventaja debido a una crisis económica galopante y a un terremoto que se llevó miles de vidas mientras el Gobierno turco actuaba tarde, tiene muchos números para revalidar su mandato.

La euforia en el bando gubernamental era palpable. Erdogan se dirigía a sus seguidores desde Ankara para anunciar que «los resultados preliminares indican que vamos por delante». No solo eso. También dejaba la puerta abierta a una posible victoria en primera vuelta, aunque aceptaba, con la boca pequeña, una segunda ronda si se daba el caso, como así ha sido. El 28 de mayo, Turquía celebrará el desempate.

En ese balcón de la sede del AKP de Ankara, escenario de los grandes discursos victoriosos de Erdogan, tenía que anunciar una victoria. Por eso, dejó claro que la Alianza del Pueblo, formada por su Partido de la Justicia y el Desarrollo y su socio ultra panturco MHP, además de otras pequeñas formaciones, se había asegurado la mayoría parlamentaria con el 49,46% de los votos, lo que se traduce en 322 diputados en una Asamblea de 600. La opositora Alianza de la Nación ocupará 213 escaños, insuficientes para hacer frente a las políticas que impondrán más del 50% de los parlamentarios. En el caso de la coalición que integra el prokurdo HDP, ahora bajo el nombre de Yesil Sol Parti, volverá a la Cámara con el 10,5% de los votos, un porcentaje ligeramente menor que en la anterior legislatura.

El ultranacionalismo de Sinan Ogan, incompatible con las aspiraciones pacificadoras de Kiliçdaroglu hacia los kurdos, hacen difícil su apoyo

Con el Parlamento oficialmente bajo su control, Erdogan se preguntó ante sus seguidores por qué no debería ser el próximo presidente. Para muchos, la gran pregunta es la gobernabilidad en caso de tener un  eventual mandatario «opositor», Kemal Kiliçdaroglu, con una Asamblea controlada por Erdogan y sus socios.

Pactar con el diablo

A pesar de la victoria vendida por Erdogan, el presidente afrontará de forma inédita una segunda vuelta en la que la oposición se la jugará a todo o nada. Y con esta dinámica ya piensan cómo conseguir los votos necesarios para dar la vuelta a la tortilla. La respuesta, para muchos, es convencer al tercer candidato, Sinan Ogan, para que pida el voto por Kiliçdaroglu. «Comenzaré consultas», dijo el ya excandidato, que sabe que su 5,5% de los votos le puede servir a la oposición para dar la sorpresa. Pero el ultranacionalismo de Ogan, incompatible con las aspiraciones pacificadoras de Kiliçdaroglu hacia los kurdos, hacen difícil su apoyo. Además, el HDP ya ha delegado su voto a un Kiliçdaroglu que jugó la carta ganadora, por delante de otros candidatos más carismáticos, gracias al apoyo de los prokurdos de izquierdas, es decir, de un 10%. Y Ogan, exmiembro del gubernamental MHP, no casa con sus ideas.

La otra cara de la moneda era la decepción de muchos opositores. Kiliçdaroglu no daba crédito, ya de madrugada, por los millones de votos que aún no habían entrado en el sistema del comité electoral –debido a los recuentos exigidos por los interventores del AKP– y que lo dejaban con una clara desventaja respecto a Erdogan. A esto se refirieron los observadores internacionales al señalar que «hacer recuentos es legal y entra dentro de los procedimientos», en palabras de Frank Schwabe, diputado del Bundestag.

Aún así, constataron la falta de cooperación del Consejo Supremo Electoral y destacaron que el proceso de votación y recuento fue «transparente». Según Schwabe, que encabezó la delegación de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, «estas elecciones han tenido una alta participación –casi el 89%– y han ofrecido una opción real. Sin embargo, Turquía no cumple los principios básicos para celebrar de unas elecciones democráticas». Y citó a «figuras políticas y sociales clave que están en prisión incluso tras las sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos». Además, recordó que «la libertad de los medios está muy restringida y hay un clima de autocensura. Turquía está muy lejos de crear condiciones justas para la campaña electoral».