
La concentración de gigantes llegados de diferentes puntos de Euskal Herria cierra este domingo las kalejiras matinales que desde el pasado domingo concitan el interés de los txikis, pero también de otro público atraído por los bailes de las siete parejas que componen la comparsa municipal, entre las carreras que provoca su séquito de cabezudos. Lo cierto es que es difícil de poder ver a la totalidad, ya que suele haber problemas logísticos para portar a todos ellos.
En Bilbo, los primeros gigantes y enanos se documentan en el siglo XVI durante las procesiones del Corpus Christi. En las ordenanzas de 1509 los enanos figuran como 'rabís', y son descritos como mozos disfrazados y enmascarados que recorrían las calles de la villa armados con vejigas. Abrían la marcha a los gigantes que representaban parejas de diferentes continentes, acompañados de gaiteros y tamborileros.
En el siglo XVIII aparecieron dos personajes gigantescos que han sobrevivido a lo largo de los siglos como parte de la historia festiva del Botxo. Son Don Terencio y Doña Tomasa, el corregidor y su esposa, una pareja muy dieciochesca. Para principios del siglo XIX están perfectamente documentados los seis gigantes que recorrian Bilbo durante la procesión del Corpus: Don Terencio y Doña Tomasa, el Turco y la Turca, así como el Moro y la Mora, en representación de Europa, Asia y África respectivamente. Décadas después, se añadirían los de América y Oceanía.
«Frívolos»
Más tarde, comenzaron a salir también en las Grandes Fiestas de Agosto, aunque en 1875 el Consistorio decidió retirar los gigantes por considerarlos «frívolos» y los sacó a subasta pública. Casilda Iturrizar los adquirió y los instaló en su casa de Portugalete, a excepción de la cabeza de Don Terencio, que se la quedó el Kurding Club.
Por aclamación popular, a finales de siglo, las fiestas volvieron a recuperar su fastuosidad anterior. Sobresalieron especialmente las de 1896 por su carácter modernizador, incluso los gigantes fueron renovados en el taller de Basterra y Larrea en Atxuri, y se amplió su número. En aquel momento de efervescencia nacionalista, se sumaron el Aldeano y la Etxekoandre del valle de Arratia como parte de la identidad vasca.
En 1934, Radio Emisora Bilbaina hizo, al igual que con Gargantúa, un llamamiento para recuperar a estos personajes festivos añorados. Gracias a los donativos, los hermanos Basterra construyeron ocho nuevos gigantes.
La siguiente generación de gigantes se realizó en 1962 a iniciativa de Radio Bilbao. Los personajes «exóticos» fueron suprimidos, y a Don Terencio, Doña Tomasa, el Aldeano y la Etxekoandre se sumaron figuras muy típicas de la historia de la villa como el Inglés y la Bilbainita, además del Angulero y la Sardinera.
No hay muchos detalles sobre los primeros cabezudos pero los investigadores Iñaki Irigoien y Jon Gaminde apuntan a que en el último siglo se representaron personajes como el jugador rojiblanco Belauste, los aldeanos del Txorierri o Arratia, manolos y manolas, chinos y amerindios, jockeys o pelotaris, por citar algunos.
En la primera Aste Nagusia no hubo comparsa propia, por lo que se pidieron prestados tres parejas de Gasteiz, como el Gargantúa. La Comisión de Fiestas, en la que no había representantes municipales, se encontró con solo seis cabezudos desconchados y sin ropaje, por lo que optaron por esta solución de urgencia.
Los nuevos personajes
En los Carnavales de 1980, año en que no hubo Aste Nagusia por las desavenencias entre comparsas y Gobierno municipal, se presentaron seis parejas, construidos en el taller de Cómicos de la Legua en Bolueta. A los clásicos Don Terencio y Doña Tomasa, el Aldeano y la Etxekoandre, el Inglés y la Bilbainita, se sumaron el Ferrón y la Cigarrera, la Carguera y el Marino, así como Zumalakarregi e Isabel II.
Los responsables municipales no cuidaron mucho ese valioso patrimonio festivo y así en 1988 hubo que encargar a José Ignacio Urbieta que realizara unos nuevos, que son los que subsisten hoy en día. En 1998, con motivo del centenario del Athletic Club, la comparsa Moskotarrak obsequió a bilbainas y bilbainos con una nueva pareja, Pichichi y su esposa Lina.
En el caso de los cabezudos, la comparsa actual está formada por nueve miembros que representan a un hombre y dos mujeres con trajes medievales, dos monaguillos y un sacerdote, Don Celes, el León y el Aldeano que, junto a los zaldikos asustan y zarandean a grandes y pequeños con sus vejigas.
En 2012, Bilboko Konpartsak encargó un cabezudo reproduciendo el escudo de Bilbo con txapela, diseño que Juan Carlos Eguillor había realizado para la pañoleta azul de Aste Nagusia de 1978.

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