Arnaitz Gorriti

El Alba Berlín quiere demostrar que es más que «la burbuja de la felicidad» y un club formador

El rival de Saski Baskonia en la Euroliga este jueves acogerá la Final Four en mayo, aunque seguramente no podrá jugarlo. Tras firmar un balance de 11-23 el año pasado, multitud de cambios en su plantel obligan a los de Israel González a arrancar casi de cero.

Saski Baskonia ha vivido duelos siempre muy apretados ante el Alba Berlín.
Saski Baskonia ha vivido duelos siempre muy apretados ante el Alba Berlín. (@EUROLEAGUE)

Definitivamente, el Alba Berlín no parece un club de Euroliga. La austeridad es una de sus principales banderas y no gastar un euro más de lo que ingresa, su credo. Así, si la temporada pasada cerraba un presupuesto de 20 millones de euros, solo destinaba 8 millones de los mismos para sus primeros equipos masculinos y femeninos del baloncesto. Ello implica que el equipo que dirige Israel González en el banquillo e Himar Ojeda en la dirección técnica debe mirar con lupa lo que quiere de cara al arranque de la siguiente campaña.

Así las cosas, no parece que el hecho de que la Final Four de 2024 se vaya a disputar en el Mercedes-Benz Arena berlinés haya cambiado en algo la idiosincrasia del conjunto alemán, que en los últimos años, sobre todo desde que aterrizaron Ojeda y Aíto García Reneses –con Israel González tomando el testigo del entrenador madrileño–, parece haber dado una atención mayor a la competición doméstica –ganó sobre el Bayern las dos últimas Bundesligas, hasta que en 2023 el sorprendente Ratiopharm Ulm de Yago Dos Santos y Bruno Caboclo descabalgó a los berlineses del palmarés–, al tiempo que la competición continental ha supuesto un banco de pruebas ideal para formar talento joven.

El conjunto berlinés retornó a la Euroliga merced a una Licencia B, con invitación para tres campañas, en la temporada 2019/2020, finalmente cancelada por la pandemia de la covid-19, luego de una ausencia de 11 años, y nunca ha conseguido meterse entre los ocho primeros, por más que ha habido veces en los que lo ha rozado: 9-19 y antepenúltima plaza en su campaña de regreso; 12-22 en la campaña 2020/21 y decimoquinta plaza; 12-16 y décimo lugar en la campaña 2021/22, con la mala pata de que descontar sus resultados ante los cuadros rusos sí les pudo privar de la pelea por meterse en el Top 8; finalmente, 11-23 y antepenúltima plaza en la edición pasada, luego de atravesar una plaga de lesiones.

Y, sin embargo, la lupa de la Euroliga siempre ha mirado con avidez el cuadro de Berlín, empezando por Saski Baskonia, para ofrecer a los jugadores del Alba un paso más en su carrera. Landry Nnoko –aunque este saliera por la puerta falsa– o Rokas Giedraitis por un lado; Jayson Granger, luego de rehacerse como jugador tras una primera etapa calamitosa en Gasteiz por culpa de las lesiones, volvió al Baskonia una vez «rehabilitado» para el basket profesional en la famosa «burbuja de la felicidad» instalada por Himar Ojeda. Por no hablar de Simone Fontecchio, cuyo salto fue exponencial: de Berlín a Gasteiz y de Saski Baskonia a los Utah Jazz, haciendo una labor más que competente en la NBA.

Todo ello gracias a la mentada «burbuja de la felicidad», creación ideada por Himar Ojeda desde su llegada a Berlín en 2017. «Esta es una filosofía que empieza con tener un proyecto a medio plazo y a partir de ahí, porque el día a día resulte reconfortante para el jugador», recordaba el propio Ojeda en una entrevista a Radio Vitoria. «Cuando el jefe [Axel Schweitzer] me preguntó en 2017 cómo planteaba yo que debía ser el desarrollo del equipo de baloncesto, le hablé de la ‘burbuja de la felicidad’, a alguien que, como buen alemán, es de lo más pragmático. Y desde entonces, cuando nuestra idea era ir compitiendo en la competición doméstica e ir metiendo la cabeza en la Euroliga a medio plazo, los planes salieron tan bien que siempre me recuerda cómo casaron las palabras con los hechos», indicaba el director técnico del Alba Berlín.

No parece que, en todo caso, que la placidez case con la competitividad extrema que maneja una Euroliga cuyo lema es el famoso «Every Game Matters». Y sin embargo, la política de austeridad financiera o el trabajo con los jóvenes o con jugadores de segunda fila para hacerse un hueco en la Euroliga siguen dando frutos con el correr de los años. «Que los jugadores vengan a entrenar porque les gusta. Esto, obviamente, es nuestro trabajo, pero también es una pasión. Al final, nos dedicamos al baloncesto porque es lo que desde siempre nos gustaba», resumía Himar Ojeda.

Y luego está el cántabro Israel González, que siguiendo la filosofía de su mentor, Aíto García Reneses, busca que sus jugadores se cultiven no solo en lo físico, sino también en lo intelectual. Con Edy Tavares jugaba partidas cuando el gigante caboverdiano se formaba en la cantera del Gran Canaria.

«Hay que hacer trabajar a la mente. Cuando no es ajedrez, son sudokus; es estudiar, es pensar; plantear situaciones para que los jugadores le den al coco también». Que hagan cursos de idiomas, de informática, de lo que sea. Que los ratos que no entrenamos no estén sentado frente al televisor o jugando a la Play Station. Que se formen también como personas, que nunca está demás. Y, egoístamente, creo que es parte importante del juego ser ágil de mente y pensar con rapidez», indicaba en una reciente entrevista.

Trasiego constante

El trasiego de jugadores ha sido siempre constante en un equipo como el Alba tan peculiar en todos los sentidos. Así las cosas, no pocos jugadores del cuadro berlinés, pese a su 11-23 del año pasado, han cambiado el Alba por equipos de Euroliga de mayor postín. Su base y capitán Maodo Lo se ha ido a Armani Milano, habiendo sido uno de los jugadores por los que Saski Baskonia echó un vistazo. Tamir Blatt se ha ido con su padre –el bueno de David Blatt, en tratamiento contra la esclerosis múltiple desde hace años– al Maccabi. Jaleen Smith ha fichado por la Virtus Bolonia. ello ha supuesto que el cuadro alemán ha tenido que cambiar de arriba hasta abajo su puesto de base, apostando por jóvenes como el ex de Fuenlabrada Ziga Samar, el otrora canterano del Real Madrid Matteo Spagnolo o el ex de la NBA Sterlong Brown.

No solo su puesto de alero ha tenido cambios de toda clase y condición. Luke Sikma ha abandonado la «burbuja de la felicidad» para irse a Olympiacos a optar a ganar la Euroliga, al tiempo que el ex de Bilbao Basket Ben lammers ha marcado a Gran Canaria y Yovel Zoosman al Hapoel Jerusalén.

Al final, el fichaje de Matt Thomas, ex de Valencia Basket y Toronto Raptors, o Justin Bean, de la G-League, más la recuperación física de Marcus Eriksson y el ex del Baskonia Yannick Wetzell van a ser esenciales para el rendimiento inmediato de la escuadra teutona, igual que el crecimiento de los Gabriele Procida y los canteranos Olinde o Thienman, mientras jóvenes como Amon Doerries –nacido en 2006– o el croata Kresimir Nikic entran de lleno al calor de la Euroliga.

Definitivamente, los ‘Power Ranking’ de la Euroliga dan al Alba como colista, y lo cierto es que en su debut ante el Bayern de Múnich acabaron cayendo por 80-68, incapaz de levantar un tercer cuarto adverso de 25-7. Pero en los 20 primeros minutos los entrenados por Israel González pusieron en serios aprietos a los de Pablo Laso, al punto de llegar al descanso ganando por 36-44.

Un rival incómodo

Saski Baskonia se ha enfrentado en 12 ocasiones al Alba Berlín y el balance es favorable a los gasteiztarras, por 7-5, habiendo cedido en cuatro ocasiones en la cancha berlinesa, como es el 2003, en 2019, 2021 y 2023. En enero de 2021, además, la escuadra berlinesa encadenó en el lapso de escasas semanas la victoria en el Mercedes-Benz Arena y en Zurbano, cancha en la que aunque también sabe lo que es perder por 41 puntos –106 a 65 en noviembre de 2008–, ya estuvo en 2020, justo antes del parón por la pandemia, y en 2023, con un gran Darius Thompson como salvador, a punto de dar la campanada.

Ya desde la campaña 2019/2020 nombres propios bien conocidos como Rokas Giedraitis, Landry Nnoko, Niels Giffey o Jonas Mattiseck formaban aquel equipo que, entre sus hitos, logró machacar al Saski Baskonia de Dusko Ivanovic por 81-57 en el primer encuentro que dirigiera el montenegrino en su tercera etapa por Gasteiz, con el islandés Martin Hermansson –hoy en Valencia, entre lesión y lesión– y el futuro baskonista Giedraitis tumbando al cuadro gasteiztarra.

En 2021, en aquella Euroliga que se jugó a pesar de los brotes de covid-19, Jayson Granger, Maodo Lo y Simone Fontecchio ajusticiaban a los gasteiztarras por 95-91 pese al partidazo de Zoran Dragic y Polonara. Dos semanas después, Polonara, que en estos momentos afronta en el quirófano quizá el trance más grave de su vida, sostenía al Baskonia pero no podía impedir la derrota por 77-84, con Peyton Siva –otro gran base lastrado por las lesiones–, Maodo Lo y Fontecchio dando la puntilla a los entrenados por Dusko Ivanovic.

La última derrota con el cuadro alemán llegaba el pasado mes de enero, una cita en la que los gasteiztarras vieron truncada su racha de victorias de diciembre. Con Pierriá Henry aún en activo, los de Joan Peñarroya realizaron una remontada heroica en el último cuarto, pero una canasta del sempiterno Maodo Lo a falta de dos minutos puso un inamovible 85-84 para los de Israel González, a pesar de que Markus Howard y Matt Costello dispusieron de no menos de tres oportunidades para voltear el partido.

Teniendo en cuenta que Saski Baskonia no pisa los play-offs desde la campaña 2018/19, aunque casi siempre se haya quedado rozando el ansiado Top 8, caer en Berlín se ha convertido a la postre en una de esas derrotas que siempre han pesado un poco más. Por lo que, de cara al jueves, el cuadro gasteiztarra deberá ir todavía más mentalizado, porque se enfrenta a un rival tan asequible como peculiar e impredecible.