Iñaki  Iriondo
Cronista político

Preguntas para cuatro años que pueden resultar muy largos

Las urnas ya han hablado, ahí están los resultados y una vez conocidos parece que la tentación de los actuales gobernantes es volver por los caminos ya trillados. Todos dicen haber entendido el mensaje del electorado y ahora les toca demostrarlo. Pero hay incógnitas.

Eneko Andueza, a su llegada a la reunión de la ejecutiva del PSE.
Eneko Andueza, a su llegada a la reunión de la ejecutiva del PSE. (Marisol RAMIREZ | FOKU)

Tan acostumbrados estamos a lo convencional que damos por hecho que PNV y PSE pactarán el próximo Gobierno que presidirá Imanol Pradales. Y probablemente acertaremos. Porque nadie parece preguntarse, tras lo escuchado en campaña, qué puede llevar al PSE a juntarse de nuevo con el PNV del que ha criticado su gestión, y a los jeltzales a acoger en su seno a quien les irrita. ¿Cuál será el proyecto común de ese pacto?

Las elecciones han dejado un resultado de 54 escaños que se consideran abertzales y 40 que se presentan como de izquierdas. ¿Volveremos a un acuerdo cerrado en el que el PSE paralice las aspiraciones mayoritarias de autogobierno y en el que el PNV frene, por ejemplo, las políticas de vivienda de los de Eneko Andueza? ¿Otra vez suma cero? ¿Y qué hará el PSE si EH Bildu presenta propuestas sociales que ellos mismos lleven en su programa y podría aprobar? ¿Y qué hará el PNV si hay posibilidades ciertas de propuestas de avanzar en soberanía?

¿Hasta dónde llegará el PNV para satisfacer las peticiones de un Andueza crecido? Hay quien propone que el PSE pida la presidencia del Parlamento. No parece factible. No se ve al PNV sacrificando a Bakartxo Tejeria. Lo más ajustado sería que la Mesa de la Cámara tenga dos integrantes del PNV, dos de EH Bildu y uno del PSE. El Gobierno mantendría su mayoría absoluta, pero el PSE no podría bloquear movimientos para la reforma del estatus.

¿Qué papel va a jugar Andueza en ese futuro Ejecutivo? ¿Se integrará como vicelehendakari con alguna consejería, al igual que hizo Idoia Mendia? ¿O decidirá quedarse fuera imitando la bicefalia del PNV y estando así más suelto? Es más, ¿qué lecciones habrá aprendido de verdad el PNV de su último ciclo electoral y de los miedos y nervios de estos días? ¿Qué decisiones tomarán los jeltzales, que deben reelegir sus órganos de dirección internos entre diciembre de 2024 y enero de 2025?

¿Qué futuro tendrá la coalición en caso de que Pedro Sánchez decida acortar la legislatura y cambie el mapa electoral en el Congreso de los Diputados? Porque si el PNV deja de ser necesario para el PSOE, quizá el PSE deje de serlo para los de Sabin Etxea.

En el pasado ya se han compatibilizado acuerdos con el PSE en Lakua y con el PP en Madrid. Pero tal vez eso pueda depender mucho del precio a pagar en estas próximas semanas y si al PNV le parece muy caro lo que ofrecen para la renta que obtienen. Porque de hecho, compartiendo Ejecutivo, el PNV ha perdido apoyos y el PSE los ha ganado, lo que portavoces de este partido están aprovechando para incidir en que quien estaba desgastado no era el Gobierno si no las consejerías jeltzales. Lo volvieron a repetir ayer mismo.

¿Ha pensado alguien en fórmulas distintas al pacto de coalición tradicional? Podría haber acuerdos de legislatura e incluso compromisos a más de dos bandas, quizá algo desconocido hasta la fecha, pero no por ello descartable en la teoría. ¿Habrá alguien que lo pueda formular de forma seria, concreta y oficial? En todo caso, cuatro años son un periodo muy largo para las velocidades en las que ahora se mueve la política, e incluso para los ritmos internos de Pedro Sánchez. Y más si, por ejemplo, los servicios públicos no mejoran.