Periodista / Kazetaria

Espadas en alto ante un congreso de ERC clave para el independentismo

A una semana de su cónclave nacional, todo indica que Oriol Junqueras liderará de nuevo ERC. Pero sea cual sea el resultado, las diferentes corrientes tendrán ante sí la tarea de rehacer puentes y recoser confianzas si quieren devolver el partido a la centralidad política.

Oriol Junqueras y Marta Rovira en julio en Cantallops, al regresar la segunda del exilio.
Oriol Junqueras y Marta Rovira en julio en Cantallops, al regresar la segunda del exilio. (Glòria SÁNCHEZ | EUROPA PRESS)

Reconectar con la militancia y la sociedad en general. Probablemente, este es el único punto en el cual coinciden las tres candidaturas que finalmente concurrirán el próximo sábado, día 30 de noviembre, en el Congreso Nacional de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Una cita lastrada por el cúmulo de derrotas electorales, reproches y malas praxis, ante la cual el expresidente Oriol Junqueras es el mejor posicionado para hacerse con la victoria.

Tras distanciarse de Marta Rovira, con quien ha pilotado el partido durante los últimos trece años, el exlíder de los republicanos ha cosechado un amplio apoyo de las bases después de que, este junio pasado, dejará la dirección para preparar su vuelta con energías renovadas.

Militància Decidim, su candidatura, acudirá al congreso con el aval de 2.565 de los 8.600 militantes censados, muy por encima de los 1.510 que ha obtenido Nova Esquerra Nacional, la lista promovida por Rovira y que tiene en el exalcalde de Vilassar de Mar, Xavier Godàs, y la exdelegada del Govern en la Catalunya Central, Alba Camps, sus cabezas visibles.

La candidatura de Oriol Junqueras, Militància Decidim, recabó 2.565 avales, de un total de 8.600 militantes censados. Nova Esquerra Nacional, apoyada por Marta rovira, logró 1.510.

Por detrás ha quedado Foc Nou, la candidatura impulsada por el exconseller Alfred Bosch y la profesora Helena Solà, con tan solo 468 avales, mientras que el Col·lectiu 1 de Octubre, articulado bajo la candidatura Recuperem ERC, no podrá plantar batalla al obtener únicamente 157 avales, por debajo del 5% requerido para disputar las votaciones.

Reviviendo el pasado

Muy pocas veces ERC ha vivido un proceso precongresual con tantas corrientes en litigio, pero el descalabro en el último ciclo político y la guerra abierta por las campañas de la supuesta estructura B que manejaba la acción comunicativa, han hecho añicos la unidad dentro de la formación.

Xavier Godàs y Alba Camps, en el medio, en la presentación de la candidatura Nova Esquerra Nacional. (David ZORRAKINO | EUROPA PRESS)
Xavier Godàs y Alba Camps, en el medio, en la presentación de la candidatura Nova Esquerra Nacional. (David ZORRAKINO | EUROPA PRESS)

Los más veteranos comparan la crisis con la ocurrida en el congreso de 2008, cuando colisionaron los partidarios de mantenerse en el gobierno tripartito que lideraba entonces el PSC, con José Montilla al frente, y los que abonaban por emprender la vía rupturista alentando las consultas independentistas que inauguró Arenys de Munt y se empezaban a celebrar en numerosas poblaciones de Catalunya.

Encima de la mesa está, a modo de amenaza, la memoria del complejo congreso de 2008, del que salió un partido muy fracturado que sufrió dos escisiones y una profunda crisis electoral.

También entonces se llegó con cuatro candidaturas, entre ellas dos continuistas. Una era la que integraban el expresidente del Parlament, Ernest Benach, y la otra era la liderada por el diputado en Madrid Joan Puigcercós. Las dos de corte rupturista estaban encabezadas por el conseller Joan Carretero y el exdirigente de las JERC Uriel Beltran.

Tras un tenso cónclave que aupó a Puigcercós a la presidencia, ERC padeció un auténtico correctivo electoral: pasó de 21 a 10 diputados en los comicios autonómicos celebrados en noviembre del 2009, en los cuales la CiU de Artur Mas obtuvo una amplia mayoría de 62 electos, mientras las dos facciones contrarias al tripartito de izquierdas se escindieron para constituir Reagrupament y Solidaritat, dos partidos que más tarde fueron engullidos por el magma que hoy representa Junts.

Dieciséis años después, la situación vuelve a repetirse en gran medida: a las puertas del trigésimo Congreso de la formación, se prevé una dura pugna entre Militància Decidim y Nova Esquerra Nacional, las listas que defienden reforzar ERC sin romper los acuerdos de investidura con el PSC, y, en un segundo plano, las que apuestan por distanciarse de los socialistas y recomponer la unidad estratégica con el resto del independentismo político (Foc Nou y Recuperem ERC).

Helena Solà, con Alfred Bosch a su izquierda, en la presentación de la candidatura Foc Nou. (EUROPA PRESS)
Helena Solà, con Alfred Bosch a su izquierda, en la presentación de la candidatura Foc Nou. (EUROPA PRESS)

Ante este escenario, no pueden descartarse nuevas escisiones en el seno de la familia republicana, aunque ningún candidato ha amenazado con irse, consciente de que, hacerlo en un partido cuyas siglas son un patrimonio a preservar, le restaría votos.

Pragmatismo o ruptura

En general, las cuatro listas apuestan por fortalecer las relaciones en el campo soberanista, revertir el deterioro del uso del catalán y, a nivel interno, ampliar el peso de la militancia en los órganos de decisión y situar el municipalismo en el centro de la acción política de la formación. Lo reivindica Militància Decidim, donde Junqueras se ha hecho acompañar de importantes cuadros, entre ellos Elisenda Alamany, la futura alcaldable de Barcelona. Pero también lo incluye en su propuesta Nova Esquerra Nacional, cuyos portavoces han sido concejales o alcaldes de gran peso en el seno de la organización. También lo hacen Foc Nou y Recuperem ERC, que cuentan en sus filas con varios representantes del ámbito local.

No hay grandes diferencias estratégicas entre las dos candidaturas favoritas, que no prevén romper el pacto con Illa y el PSC. La ruptura en este caso, se dio en términos personales.

Así pues, las diferencias no radican en los grandes vectores que distinguen el proyecto, ni tampoco en los aspectos relativos al modelo de organización, ni en las formas de hacer política.

Todos abogan por protocolos destinados a otorgar más espacio al feminismo, asegurando que las listas sean paritarias, que la presidencia de ERC no concurra para ser cabeza de cartel en el Parlament o que los cargos institucionales no predominen en la composición de la ejecutiva.

Del mismo modo que, con mayor o menor énfasis, proponen incrementar la participación de la militancia, sea en el consejo nacional o en otros espacios de debate, y dotar a ERC de mecanismos que garanticen el control ético de la comunicación, evitando episodios tan lamentables como los carteles de “falsa bandera” que aparecieron sobre los hermanos Maragall.

Si en algún aspecto afloran las discrepancias es en la estrategia política, ya que mientras los Junqueristas y los Roviristas reivindican el pacto con el PSC sobre la financiación singular y comparten el objetivo de reconstruir puentes con los Comuns y otras fuerzas de progreso, en caso de Foc Nou el planteamiento es diametralmente opuesto.

La lista de Bosch y Solà, que las últimas semanas ha absorbido parte de Recuperem ERC, se autoproclama heredera del “no” a la investidura de Salvador Illa, hasta el punto de asegurar que consultará de nuevo a la militancia si es necesario revisar aquel acuerdo. No solo eso, también se compromete a convocar una mesa con los diferentes sectores políticos y sociales favorables a retomar la vía unilateral para alcanzar la independencia.

Así, tras el desencanto popular que supuso el 1 de octubre, pasando por la represión del Estado y la rivalidad por el liderazgo entre Junqueras y Rovira, ERC afronta uno de sus cónclaves más delicados. Dividida entre facciones y sin la fortaleza institucional exhibida durante la etapa del Procés –ha perdido feudos históricos y 1.500 militantes se han dado de baja en los últimos cinco años–, le toca pasar un examen que, si se encauza con la debida concordia, permitirá a la futura dirección iniciar la travesía necesaria para recomponerse y encarar los retos que se asoman en 2025.

De lo contrario, todo puede pasar, incluso una implosión de consecuencias imprevisibles, pues la sombra del congreso del 2008 permanece intacta en el imaginario del partido de Macià y Companys.

Junts y CUP cierran filas para relanzar sus proyectos

El congreso de ERC culminará la recomposición que ha experimentado el independentismo catalán durante los últimos meses. Más allá de la ANC, donde el cantautor Lluís Llach se ha hecho con las riendas para seguir tensando la calle, Junts y la CUP han renovado su estrategia para adecuarse a un contexto donde el soberanismo ha perdido la mayoría parlamentaria en beneficio del PSC.

En esa vuelta a la «normalidad autonómica», ambas formaciones han optado por un repliegue ideológico y un reenfoque estratégico destinado a ensanchar sus respectivas bases. En el caso del partido de Carles Puigdemont, que ha arrinconado al sector liderado por Laura Borràs y Francesc de Dalmases, aspira a aprovechar la crisis en ERC para convertir Junts en una fuerza transversal que emule el Partido Nacional Escocés. Para ello, se ha revestido de un cambio de imagen y un equipo que combina una nueva generación de dirigentes con la vieja guardia que reivindica el ADN de la Convergencia más pletórica.

Mientras, en el campo de los anticapitalistas, el debate abierto a la militancia mediante el conocido como Procés de Garbí ha servido para instaurar por primera vez la figura de un secretario general, Non Casadevall, trazar alianzas con el espacio sindical alternativo y actualizar un discurso que, lejos de la retórica revolucionaria de la última etapa, quiere dar respuesta a los sectores damnificados por problemáticas tan lacerantes como la inflación, la precariedad laboral y el encarecimiento de la vivienda.