«Para jugar finales te tienes que enfrentar a este tipo de rivales», vino a decir este viernes noche Imanol Alguacil tras ser preguntado por sus preferencias para las semifinales de Copa. Lo cierto es que tanto monta, monta tanto, Real Madrid, Barcelona o Atlético de Madrid estarán el próximo miércoles en el bombo (13.00) junto a la Real. Hace doce meses nos frotábamos las manos ante el Mallorca, y luego pasó lo que pasó.

«Los cuatro grandes a semifinales», ha escrito más de uno en redes con ganas de pinchar un poco a quien se quiera dar por aludido. Será la segunda vez que estos equipos copen la competición a estas alturas. La anterior fue en 2014, a la Real le cayó en suerte el Barça y perdió 2-0 en la ida, con un penalti no pitado a Vela. La vuelta (1-1) se recuerda por el «nosotros también tenemos escudo» de Jagoba Arrasate, ante el atropello arbitral y las risas burlonas de los culés.

Aquello fue un oasis en el desierto de un club que había adquirido el hábito de tomarse este torneo como una forma de dar minutos a los menos habituales, con el argumento de que no merecía la pena competirla porque solo había premio para el campeón, era muy difícil ganarla y había que elegir entre Copa o Liga, no se podía pelear en ambas.

Imanol voltea la filosofía

La llegada de Imanol vino a borrar de un plumazo este ‘modus operandi’. El de Orio apostó desde el minuto 1 por ir con todo en todas las competiciones, aunque suponga un peaje, porque toda decisión implica unos pros y unos contras. Cuando se va a setas y a rolex corre uno el riesgo de quedarse sin nada, pero hay que asumirlo si realmente se apuesta por ello.

Hasta la fecha, los frutos son un título histórico, dos semifinales –una de ellas aún por disputarse–, dos cuartos de final y unos octavos como peor actuación. Datos, no opiniones. Con su victoria frente a Osasuna, Imanol (2020, 2024 y 2025) iguala a Benito Díaz (1928, 1948 y 1951) como técnico de la Real que más veces se ha clasificado entre los cuatro mejores (3), con el plus de que lo ha hecho en solo seis intentos.

Es cierto que la Copa no da nada tangible si no se gana, pero ese análisis solo sirve para un frío contable, porque olvida uno de los alimentos más importantes que nutren al fútbol: la ilusión. Sin ella bastaría con meter los datos en un ordenador en septiembre para que elaborara todas las clasificaciones.

Hay que reconocer que hasta la fecha la fortuna ha sonreído en los sorteos, con la Ponferradina (0-2) en dieciseisavos –podía haber caído algún hueso más duro de roer– y Rayo (3-1) y Osasuna (2-0) en Anoeta a la hora de cruzarse con rivales de Primera.  

Después del Midtjylland

La ida de las semis se disputará el 26 de febrero. Antes, la Real tendrá que afrontar los dos partidos de Europa League frente al Midtjylland, donde Imanol tampoco va a renunciar a nada, aunque este año sí que está rotando algo más que en ejercicios anteriores. En Liga, el fin de semana anterior recibirá al Leganés, y al siguiente viajará a Barcelona.

La vuelta queda muy lejos, ya que está fijada para el 2 de abril, justo una semana antes de los cuartos de final de la Europa League. Hablar de eso ahora es hacer las cuentas de la lechera, porque habría que tumbar a los daneses y luego al Tottenham o al Manchester United en octavos. En Liga caerá entre la visita del Valladolid a Donostia y el desplazamiento a Las Palmas. 

Llegados a este punto, a nadie se le escapa que la Real es la ‘perita en dulce’ que los otros tres aspirantes a esta Copa van a querer en el sorteo. No obstante, cabe recordar que los tres sudaron tinta en su último paso por Anoeta, aunque los blancos se llevaron los puntos y los colchoneros rascaron un empate. Como dicen los anglosajones, los donostiarras irán con el cartel del ‘underdog’, el aspirante con el que nadie cuenta. Con todo por ganar, ¿por qué no otra final en La Cartuja?