«El régimen egipcio de Al-Sissi vive con la paranoia de la revuelta de 2011»
Sobre Mohamed Lotfy (1981, El Cairo) ya no pesa el veto que le impedía abandonar Egipto pero, como cofundador y director ejecutivo de la Comisión Egipcia para los Derechos y las Libertades (ECRF, por sus siglas en inglés), sigue estando en el punto de mira del Gobierno.

Galardonado en 2018 con el premio Franco-Alemán para los Derechos Humanos y el Estado de Derecho, Lotfy explica que la ECRF nació con la misión de formar activistas y como respuesta a las violaciones de los derechos humanos que siguieron al golpe de Estado en Egipto en 2013. 12 años después, cuenta con oficinas en casi todas las grandes urbes del país y provee ayuda legal a víctimas de torturas, desapariciones forzosas, discriminación y el proceso migratorio.
En un país de tradición represiva, con más de 60.000 presos políticos y apenas un puñado de organizaciones que resisten a las presiones del Estado, Lotfy desgrana la represión que ha sufrido la sociedad civil en el Egipto de Abdel Fattah al-Sissi, quien llegó al poder hace una década y aplastó los movimientos democráticos de la revolución de Tahrir. Entre las decenas de miles de casos, destacan los del activista Alaa Abd el-Fattah, quien suma de forma intermitente una década en prisión, y el político Ahmad al-Tantawy, encarcelado tras intentar presentar su candidatura a la presidencia en 2023.
«Con los levantamientos de 2011, los militares aprendieron su lección: si haces como Mubarak y aceptas ciertas libertades, las personas pedirán cambios radicales, por lo que no puedes permitir fisuras y hay que clausurar los espacios cívicos de resistencia. Sissi vive con la paranoia de 2011», insiste Lotfy en entrevista con GARA en el barrio de Zamalek, en El Cairo. «Ahora el miedo está en la inestabilidad económica, que genera enfado y crea un espacio en el que la gente puede organizarse», añade.
Hay miles de activistas encarcelados. Su pareja estuvo ocho meses arrestada por defender a las mujeres del acoso en las redes sociales. ¿Cómo se puede luchar contra un sistema en el que la crítica puede llevarle a la cárcel?
Muchos compañeros han sido acusados de pertenecer a un grupo terrorista o de esparcir información falsa. Nuestro director fue arrestado y un compañero tuvo que refugiarse en Francia en 2019. El Gobierno quiere destruirnos y nos ataca, pero hemos aguantado y ha entendido que las detenciones no acabarán con las ONG: en los dos últimos años no hemos sufrido arrestos. ¿Cómo hemos podido sobrevivir? Gracias a la perseverancia, a los contactos internacionales y con los grupos locales.
«Al-Sissi ha infligido más daño a los Hermanos Musulmanes que ningún otro presidente egipcio»
¿Cómo es el perfil de la gente detenida en esta década?
Desde el golpe de Estado de 2013 y hasta 2015, los detenidos principalmente fueron los simpatizantes de los Hermanos Musulmanes, que en 2013 y 2014 aún organizaban protestas; los arrestaban en sus casas, antes incluso de que hubieran pensado en acudir a una protesta, y fue entonces cuando comenzaron las desapariciones forzosas. Al-Sissi ha infringido más daño a los Hermanos Musulmanes que ningún otro presidente egipcio.
En 2016, tras el acuerdo para entregar dos islas a Arabia Saudí, empezó el enfrentamiento entre el Gobierno y los colectivos socialistas y liberales; y en 2017, debido a las elecciones presidenciales de 2018, los arrestos se extendieron también a estos grupos. En septiembre de 2019, cuando un excontratista de la construcción habló de la corrupción en el Ejército y acusó a Al- Sissi de edificarse palacios mientras la sociedad sufría una crisis económica, estallaron diez días de protestas en los que arrestaron a 4.000 personas; en este período comenzaron las detenciones de egipcios sin politizar, de personas que mostraban simplementesu descontento por la situación económica.
¿Cuáles son las causas de las que no se debe hablar, las que te llevan a la cárcel?
Los Hermanos Musulmanes y los problemas en el Ejército, la causa de Gaza y la cooperación o la connivencia entre los regímenes egipcio e israelí. Estas son las líneas rojas. La última protesta en Egipto fue en contra de la guerra en Gaza y, desde octubre de 2023, quedan 80 personas detenidas, acusadas de protesta ilegal y de pertenencia a grupo terrorista.
«Vivimos el peor momento para los derechos humanos en Egipto»
El Gobierno ha detenido a universitarios por crear el movimiento «Estudiantes por Palestina» y ha reprimido a los seguidores del equipo de fútbol del al-Ahly que coreaban su apoyo a Palestina. ¿Por qué teme los acontecimientos en Gaza?
El Gobierno considera que el espacio que dejó Mubarak en sus últimos cinco o diez años permitió la revolución. Entonces, si hoy da luz verde a las muestras de apoyo a Palestina, mañana los mismos organizadores podrían movilizar a otras personas en otra causa. Este régimen tiene claro que no permitirá un nuevo 2011.
¿Vivimos el período más represivo del Egipto moderno?
Sí. Yo nací el año del asesinato de Sadat, pero la gente que conoció los tiempos de Nasser dice que sí, que vivimos el peor momento para los derechos humanos en Egipto.
«En Egipto, entre 2022 y 2024 por cada persona liberada fueron arrestadas tres»
Para solventar las diferencias políticas, el Gobierno inició un Diálogo Nacional.
Fue una estrategia política. Al-Sissi fue elegido en 2014 y en 2018. En 2019, vía referendo, modificó la Constitución para alargar el período presidencial hasta los seis años y entre 2022 y 2024 gobernó con la legitimidad del referendo, no por elección del pueblo. Ante la mala situación económica y la falta de legitimidad, el Gobierno quiso mostrar un proceso de unidad política y estableció una mesa de diálogo en la que sesenta personas hablaban de un tema durante tres minutos. A la vez, fue una buena distracción para contentar a la comunidad internacional y decir que había una estrategia para mejorar la situación de los derechos humanos, que se liberaban presos. Eso era progreso, decían, para que los estadounidenses aprobaran la ayuda económica a Egipto. Según nuestros cálculos, en Egipto, entre 2022 y 2024, por cada persona liberada fueron arrestadas tres.
El Gobierno quiere enmendar el Código de Procesamiento Criminal. ¿Qué opina de esta reforma?
Uno de los problemas en Egipto es el abuso del período de detención a la espera de juicio en los casos de terrorismo. Se puede mantener a una persona presa hasta dos años. El Gobierno no quiere cambiar la ley antiterrorista y crea otro problema con la modificación en el Código de Procesamiento Criminal.
Por lo que sabemos, esta reforma va a reducir el período de detención a la espera de juicio, y eso es bueno, pero se legalizan prácticas contrarias a la ley actual: ahora, en teoría se pueden ver los documentos del caso y apelar, pero en la nueva ley el fiscal puede denegar el acceso a las evidencias y no existe la posibilidad de recurrir. De esta forma, el Gobierno quiere legalizar una práctica ilegal y habitual entre los fiscales: no permitir a los abogados el acceso a la documentación.
¿Existe el Estado de derecho en Egipto?
No existe, evidentemente, pero los jueces y fiscales son legalistas y no quieren violar la ley. Reclaman una ley que les permita sustentar ciertas decisiones. Cuando se filtró la modificación, los abogados se quejaron: es contraria a sus intereses porque no podrán acceder a los documentos del caso; ¿qué les van a decir a las familias si no pueden defender a sus hijos?
«La UE necesita a Egipto más de lo que Egipto necesita a la UE»
Pese a las violaciones de los derechos humanos, este año la Unión Europea (UE) firmó un protocolo de cooperación con Egipto en el que se incluye la asistencia y el control de los y las migrantes. ¿Cómo influye la posición de la UE en la delicada situación de los derechos humanos en Egipto?
Los países de la UE están divididos entre los del norte y los del sur, como Grecia o Italia, que acogen la mayor parte de la migración y que son más permisivos con el régimen. Con la guerra en Gaza, ya nadie critica al régimen, al que necesitan por razones geopolíticas; además, no quieren enemistarse con el Gobierno, que podría cancelar los proyectos otorgados. Esto implicaría una reducción en el presupuesto y la delegación de la UE y la Comisión Europea lo vería como un fracaso. De cierta forma, la UE necesita a Egipto más de lo que Egipto necesita a la UE. Los egipcios lo saben y negocian bien.
En Sudán hay una guerra desde 2023 y no dejan de llegar desplazados. ¿Cómo valora la situación de la comunidad sudanesa en Egipto?
Antes de la guerra, había tres millones de sudaneses, y desde abril de 2023 ha llegado un millón. La mayoría no pide el estatus de refugiado: entra de forma irregular y acude a sus familiares. Y el periplo es traumático: algunos pierden la vida. Por ejemplo, el pasado mayo medio centenar de sudaneses se desorientaron y murieron de sed en el desierto. Cuando son atrapados, las autoridades egipcias les transfieren a un campo militar y en una o dos semanas les envían a Wadi Halfa, en la frontera. Y si no son atrapados, van a El Cairo, donde viven 20 millones de personas. Una vez asentada, en general, la comunidad sudanesa padece una situación precaria y sufre las actitudes racistas; por ejemplo, ante una mala situación económica como la actual, algunos egipcios les culpan de la subida de los precios de los alquileres.

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