
EEUU se prepara para activar este miércoles los aranceles del 25% al acero y el aluminio, lo que supondrá el encarecimiento de algunos productos. Ese gravamen subirá hasta el 50% en el caso de Canadá, principal afectado por un incremento que tiene su repercusión en Brasil, México y la UE.
A través de su red social Truth Social, el presidente de EEUU, Donald Trump, ha explicado que la medida es una respuesta a la decisión adoptada por la provincia canadiense de Ontario, que comenzó este lunes a incrementar en un 25% el precio de la electricidad que suministra a Estados Unidos
Trump se ha decantado por el incremento de impuestos aduaneros como parte capital de sus políticas y, en este caso, los aranceles que entrarán mañana en vigor van destinados a proteger un sector, el metalúrgico, que considera estratégico en términos tanto económicos como políticos.
Cuánto y a quién importa EEUU
EEUU importa solo un 25% del acero que consume, aunque en el caso del aluminio su dependencia del exterior es casi del 50% o incluso mayor dependiendo del tipo de productos, según datos gubernamentales.
Canadá es el que más exporta ambos metales al país presidido por Trump –casi un cuarto del acero que EEUU importa y la mitad del aluminio que compra del exterior– y el que de lejos está más expuesto, ya que entre el 50 y el 80% de lo que produce acaba en el territorio vecino.
Otros actores como Brasil, México o la UE (segundo, tercer y cuarto mayor exportador de acero a EEUU) potencialmente sentirán sus efectos, pero sus industrias locales no dependen en la misma medida ni de las exportaciones ni de lo que les compra la primera economía del mundo. En el caso brasileño, por ejemplo, apenas un 10% de su producción anual de acero se vende a EEUU.
Potenciales subidas de precios
El acero y el aluminio son críticos en industrias como la construcción, la automoción o la alimentación, las cuales pueden acabar transfiriendo el incremento de costes al consumidor estadounidense. Esos metales fabricados en EEUU son más caros que los que llegan de fuera.
Columnas, vigas, tuberías, pernos, tornillos, enrejados, bisagras o tiradores, es decir, elementos que se usan en la construcción y que se fabrican con estos metales, se volverán potencialmente más caros, al igual que los parachoques, los aires acondicionados, las baterías, los semiconductores y, en general, muchos de los componentes que se usan para fabricar un coche.
La industria alimentaria es a su vez una gran consumidora de aluminio, metal que emplea para envasar gracias a su durabilidad, bajo coste y potencial para ser reciclado, y que es capital en el caso de los sectores de refrescos, cerveza o conservas.
Destrucción y creación de empleo
La aplicación de los aranceles sobre el acero a partir del miércoles probablemente incremente los beneficios de las acerías estadounidenses y potencialmente podría generar unos 140.000 nuevos empleos en el sector, según un reciente estudio del Consejo de Relaciones Exteriores, laboratorio de ideas basado en Nueva York.
Sin embargo, el mismo informe recuerda que cuando Trump apostó en su primer mandato (2017-2021) por incrementar temporalmente los gravámenes para el acero en un 10%, se destruyeron unos 75.000 puestos en industrias manufactureras que dependían de este metal.
Preocupa especialmente a los expertos que la industria de la construcción, que emplea a ocho millones de estadounidenses (frente a los apenas 130.000 que trabajan actualmente en acerías), absorba buena parte del impacto.
Está por ver además si estos aranceles se aplicarán a largo plazo y sin excepciones -cosa que no sucedió en el primer mandato de Trump- y los efectos adicionales que tengan las represalias que activen los países afectados.
Aranceles al sector automotor
Los aranceles al acero y el aluminio no son los únicos que va a aplicar Trump. El presidente de EEUU ha amenazado este martes con «incrementar sustancialmente» los aranceles a los automóviles y partes que entren en Estados Unidos a partir del 2 de abril si Canadá no elimina los «escandalosos» aranceles que mantiene sobre productos estadounidenses.
Trump ha argumentado que los aranceles a la industria automotor «cerrarían permanentemente el negocio de fabricación de automóviles en Canadá.¡Esos coches pueden fabricarse fácilmente en Estados Unidos!».
El presidente ya había anunciado el pasado 4 de marzo aranceles del 25 % a las importaciones procedentes de Canadá y México, aunque decidió establecer dos excepciones: una para los bienes y servicios cubiertos por el tratado de libre comercio T-MEC y otra para el sector automotor de ambos países.
La decisión de eximir al sector del automóvil se produjo a petición de los principales fabricantes estadounidenses —General Motors, Ford y Stellantis—, que ensamblan vehículos en México y Canadá y temen verse afectados económicamente, ya que muchos automóviles cruzan varias veces la frontera antes de ser finalmente ensamblados.
Aranceles canadienses sobre productos lácteos
Para no imponer aranceles al sector automotor, Trump ha exigido que Canadá elimine los aranceles que aplica a productos estadounidenses y ha citado especialmente el «arancel antiagrícola contra Estados Unidos de entre el 250% y el 390% sobre diversos productos lácteos estadounidenses, considerado desde hace tiempo como escandaloso».
Es cierto que Canadá mantiene aranceles superiores al 200% sobre productos lácteos importados desde Estados Unidos, pero solo se aplican una vez que se supera una determinada cuota anual de importación, acordada previamente por ambos países.
El mensaje de Trump ha incluido también duras críticas a Canadá por «pagar muy poco en materia de seguridad nacional», al tiempo que ha reiterado su conocida amenaza de anexionar el país como para que se convierta en el estado 51 de Estados Unidos.

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