Amaia  U. Lasagabaster
Kazetaria, kirol informazioan espezializatua / Periodista, especializada en información deportiva

Otra temporada feliz para un Athletic con gen competitivo

La Copa y el regreso a Europa parecieron colmar sus expectativas pero el Athletic se ha superado. En una temporada aún más exigente, ha logrado el billete a Champions, ha rozado su tercera final europea y ha colmado San Mamés de noches mágicas. La clave la da su técnico: la «mentalidad competitiva».

Nico Williams y De Marcos celebran el gol de la victoria contra la Roma.
Nico Williams y De Marcos celebran el gol de la victoria contra la Roma. (Monika Del Valle | Foku)

«Si estamos juntos, somos mejores», subrayaba Ernesto Valverde en su última rueda de prensa de la temporada. Se refería a su equipo en el campo pero también a un club que despidió la Liga muchos minutos después de que acabase el partido para decir adiós como se merecían a una leyenda y a un curso feliz. El Barcelona se había llevado los puntos y, con ellos, algunos de los récords que podía batir el Athletic pero importó lo justo en la Catedral, que se llenó para festejar un año inolvidable.

El equipo que el año pasado volvió a sacar la gabarra tras cuatro décadas de espera, se ha superado para igualar su mejor puntuación de la historia, clasificándose así para la Champions diez años después, y rozar su tercera final europea tras un sinfín de noches mágicas, sobre todo en San Mamés: acabó segundo la fase de grupos de la Europa League tras perder un solo partido y ganó todos sus partidos como local hasta que el Manchester United acabó con el sueño en semifinales. Y eso que empezó la campaña jugando con su tercer portero, Álex Padilla, por las lesiones de Unai Simón y Agirrezabala.

La temporada pasada ya había sido capaz de aguantar el ritmo liguero para alcanzar la quinta plaza y volver a Europa pese a haber alcanzado la final de Copa y ahora ha dado un paso más. Aunque la prematura eliminación copera –el único borrón del curso– le ha restado algo de exigencia por ese lado, ha mejorado sus resultados habiendo disputado cuatro competiciones y 55 partidos oficiales. Sin contar los parones invernal y de selecciones, han sido 35 semanas de competición, de las que solo 15 han sido «blancas». Y en las que, como sonreía Valverde, solo ha habido una en la que el Athletic ha jugado sin más presión que intentar hacerlo bien; precisamente esta última jornada, que encaraba con todos los deberes hechos.

De esos 55 partidos, solo once se han saldado con derrota para un Athletic que no ha bajado de la cuarta plaza desde diciembre y que acaba la Liga como el equipo menos goleado de Primera. Si la seguridad defensiva ha sido clave, sobre todo en una temporada en la que se han marcado menos goles que la anterior, también lo ha sido la capacidad de los rojiblancos para estirar sus buenos momentos –diez victorias, cinco de ellas consecutivas, y cuatro empates en los 14 partidos que disputaron en los dos últimos meses de 2024– y recuperarse de los golpes. Lo hicieron tras la eliminación copera ante Osasuna y la primera derrota europea contra el Besiktas para enlazar otra tacada de buenos resultados, tras el palo del Olímpico para voltear la eliminatoria contra la Roma y tras el doble mazazo contra el Manchester United para, con bajas importantes, enlazar tres victorias que les aseguraron la Champions primero y la cuarta plaza después. «Para nosotros es fundamental mantener siempre nuestra capacidad competitiva», destacaba Valverde como una de las grandes claves de la temporada.

Protagonistas

El del técnico, evidentemente, es uno de los grandes nombres propios del año. De ahí que se haya celebrado su renovación, cerrada en los últimos días, como las de Galarreta y Lekue. Salvo Núñez, que regresa al Celta, y De Marcos, que cuelga las botas, todo el equipo que ha acabado el curso sigue en el Athletic.

Aunque eso no resta trabajo, ni preocupaciones en los despachos. El nombre de Nico Williams vuelve a aparecer en los medios y los contratos de algunos futbolistas parecen repentinamente cortos. El de Mikel Jauregizar, por ejemplo, que acaba en 2027 y al que el club quiere atar. Si los guiños sirven de algo, habrá que ser optimistas porque el de Bermeo ha heredado el '18' de De Marcos. Quedan años para ver si su recorrido se asemeja al del alavés pero mejor no ha podido empezar. Tras debutar la campaña pasada, en la que participó de forma poco menos que anecdótica, se ha convertido en titular indiscutible en la sala de máquinas junto a Galarreta. Cuarto león con más minutos, los 21 años solo se le han notado en el fuelle.

De eso, y unas cuantas virtudes más, tiene de sobra Dani Vivian, otro que oposita a capitán de brazalete y de facto. Aunque en calidad de combustible, no hay quien supere a Berenguer, que solo se ha perdido dos partidos en toda la temporada. Chico para todo y casi siempre decisivo, ha sido capaz de brillar pese a la competencia de compañeros con más cartel como un Nico Williams tan diferencial como guadianesco y un Sancet que, pese a las lesiones, ha sido el máximo artillero del equipo.

Con el gol anda peleado Maroan. Inesperado refuerzo invernal, se ha visto tan resuelto en Europa como en 1ª RFEF pero su aportación al juego del equipo se ha visto ensombrecida por sus dificultades en la definición. Peor le ha ido a Djaló, cuyo fichaje, bastante más costoso, generó muchas expectativas pero que ha firmado un primer año muy discreto. Todo lo contrario ha pasado con Gorosabel, que ha cumplido de sobra en la temporada de su debut.