Xabier Rodríguez

El Giro se decide en un escenario acostumbrado a la épica

Sestriere, puerto icónico del ciclismo, ha sido testigo de gestas memorables: Coppi (1952) asombró al mundo, Chiappucci (1992) hizo vibrar al Tour frente a Indurain, y Froome (2018) selló su grandeza en el Giro. Un escenario donde siempre reina la épica.

Chiapucci, con el maillot del mejor escalador, es perseguido por Indurain, con el maillot amarillo, en el Tour de 1992, en la etapa posterior a Sestriere.
Chiapucci, con el maillot del mejor escalador, es perseguido por Indurain, con el maillot amarillo, en el Tour de 1992, en la etapa posterior a Sestriere. (Vincent AMALVY | AFP)