Iñaki  Soto
GARAko Zuzendaria / Director de GARA

Rectificar en tiempo y forma

El consejero de Salud, Alberto Martínez, tras la reunión del Pacto de Salud.
El consejero de Salud, Alberto Martínez, tras la reunión del Pacto de Salud. (IREKIA)

La decisión de Osakidetza de cambiar sus protocolos en relación a los cuidados paliativos a menores a raíz de la denuncia de la plataforma ‘Echamos de menos-Faltan Botatzen Dugu’ es una buena noticia. Ante la crítica del pediatra que atendió a una menor terminal fuera del horario laboral y que recibió una advertencia por ello, la primera reacción del consejero de Salud, Alberto Martínez, no fue acertada. Intentó contrarrestar la crítica con datos parciales que no daban respuesta a la situación que denunciaban el pediatra y la plataforma de entidades de pacientes, familiares y sanitarios.

Tanto es así que en menos de 24 horas rectificó y aseguró que adaptarán sus protocolos a las necesidades reales de estos pacientes. Un grupo de personas con enfermedades graves que si bien no es muy grande, padece una tragedia que desde la sanidad pública hay que acompañar con profesionalidad y mimo. Quede claro que no es algo que se deba hacer solo desde el corazón, por así decirlo. El gasto que supone este cambio tiene que ser ridículo, o estamos mucho peor de lo que pensamos.

Aunque en general el Gobierno de Pradales no carbura, tampoco se atrinchera como hacía el de Urkullu en cada problema que encuentra en su gestión


Esta rectificación es una buena noticia, también en clave política. Aunque en general el Gobierno de Imanol Pradales no carbura, tampoco se atrinchera como lo hacía el de Iñigo Urkullu en cada uno de los problemas que se encuentra en su gestión. La de esta denuncia es una de esas crisis de reputación en la que se habría enrocado alguno de los altos cargos de Sanidad del anterior Ejecutivo. Así les fue a ellos y ellas; así le ha ido en este periodo a la sanidad vasca.  

Se supone que para cambiar eso pusieron a Pradales por Urkullu. Una de las razones por las que este Gobierno no termina de arrancar es porque el PNV lo ha mantenido en stand-by a la espera de decidir su propio liderazgo. Y aún no está del todo claro cómo va a funcionar una cooperación en la que a Imanol Pradales lo pusieron los anteriores burukides mientras el nuevo presidente del EBB, Aitor Esteban, tiene que establecer aún su estilo. Aunque todos eran amigos y estaban de acuerdo en casi todo, ahora ya no. En el acto del Atano lograron reflejar una sintonía plena, pero tras dos meses lo único claro es que Esteban rompe amarras con su anterior familia política.

De momento, aparte de algunas transacciones menores que se deberán confirmar, Pradales es lo único que parece perdurar de ese legado. Y para aguantar, deberán engrasar la famosa bicefalia. Una relación política que, aunque se pone como ejemplo de una estructura exitosa, solo ha sido armoniosa durante breves periodos. Una cosa es la voluntad de concertar, incluso la sintonía política y los intereses compartidos, y otra es implementar una coordinación jerárquica de dos estructuras con capacidades y crisis tan divergentes. En un contexto de decadencia institucional y partidaria, cuando uno tiene poco poder y manda mucho y otro todo lo contrario, es difícil encontrar el equilibrio.  

Como muestra este caso, hay cambios que la sociedad vasca ve necesarios y positivos. Lo mínimo es escuchar las críticas, aceptar los errores y cambiar de políticas


Ayer mismo Aitor Esteban y el secretario general del PSE, Eneko Andueza, comparecían conjuntamente en el Parlamento de Gasteiz para presentar «una proposición de ley de medidas urgentes en materia de vivienda». Los dirigentes del bipartito querían demostrar que, cabreo arriba, cabreo abajo, hay cosas que no cambian. A estas alturas, los límites de la bicefalia Esteban-Andueza son evidentes. En gran medida, el pacto entre PNV y PSE es un blindaje para que nada cambie.

El problema es que, como demuestra el caso de los protocolos de Osakidetza, hay cambios que la sociedad vasca ve como necesarios y positivos. Simplemente, porque lo que está mal casi siempre se puede hacer mejor, y lo mínimo es escuchar las críticas, aceptar los errores y cambiar de políticas. Rectificar en tiempo y forma es un síntoma de reflejos políticos. Ojalá se instaure como principio general de la política vasca.