La mafia china se disputa el corazón de la moda rápida de Italia
Prato es escenario de la guerra que libran las mafias chinas por el control del negocio de la moda rápida, la «fast fashion», en torno al cual se ha generado un sistema de corrupción y que fomenta la inmigración ilegal, las violaciones de las normas laborales y de seguridad, y el fraude fiscal.

El control del corazón de la moda rápida, la fast fashion, de Italia, ubicado en la ciudad de Prato, se lo están disputando las mafias chinas asentadas en el lugar, que han implantado un sistema que viola los derechos laborales, genera fraude fiscal y que es tolerado por las autoridades gracias a la corrupción.
Cuando se descubrió el cuerpo de Zhang Dayong en un charco de sangre en una callejuela de Roma con seis disparos, nadie habría sospechado una conexión con Prato, el corazón de la industria textil italiana. Pero en esa ciudad del norte de Florencia, el mayor centro de fabricación de ropa de Europa y uno de los pilares de la producción Made in Italy, se libra una guerra entre mafias chinas rivales.
La situación se ha vuelto tan grave que el fiscal de Prato, Luca Tescaroli, solicitó ayuda a Roma, advirtiendo de que la «escalada criminal» está llegando a los Estados español y francés. Más allá de la guerra por el mercado y el transporte de mercancías, la mafia china «fomenta la inmigración ilegal de trabajadores de diversas nacionalidades», asegura Tescaroli.
Prato, una ciudad de 200.000 habitantes y con una de las mayores comunidades chinas de Europa, ha sido escenario en los últimos meses de agresiones y amenazas a empresarios y trabajadores chinos, así como de incendios de vehículos y almacenes.
Las bandas criminales chinas se aprovechan de un sistema plagado de corrupción e irregularidades, incluyendo violaciones de las normas laborales y de seguridad, y fraude fiscal, entre otros.
«NO ES NINGÚN SECRETO»
Las aproximadamente 5.000 empresas de confección de Prato, en su mayoría pequeñas subcontratistas gestionadas por chinos, producen artículos de bajo precio que acaban en las tiendas de toda Europa. Estas empresas tienen una vida cortísima para evitar pagar impuestos o multas.
Las telas se introducen de contrabando desde China, evadiendo los aranceles y los impuestos, y las ganancias se envían al país asiático a través de transferencias ilegales, afirman los expertos consultados.
Para mantener su competitividad, el sector depende de mano de obra barata y disponible las 24 horas del día, principalmente chinos y paquistaníes, a los que les pagan unos 3 euros por hora.
Para el sindicalista Riccardo Tamborrino, la industria textil de Prato es una «zona sin leyes ni contratos». «No es ningún secreto, todo esto se sabe», sostiene Tamborrino.
Los camiones circulan día y noche por la zona industrial de Prato, llena de almacenes y salas de exposición de ropa con nombres como ‘‘Miss Fashion’’.
Las puertas metálicas abiertas revelan percheros cargados de ropa, rollos de tela y pilas de cajas a la espera de ser enviadas. Es una última etapa controlada por Zhang Naizhong, a quien los investigadores consideran como el «padrino de los padrinos» de la mafia china en Italia.
Recientemente, un grupo de paquistaníes se manifestó frente a la empresa en la que trabajaban y que cerró de la noche a la mañana. Muhamed Akram, de 44 años, cuenta que su jefe sacó discretamente de la fábrica las máquinas de coser y otros elementos de confección.
Los trabajadores chinos del sector textil, que son mayoría y a menudo son llevados a Italia por la mafia, casi nunca se manifiestan por miedo a las represalias.
CORRUPCIÓN
Los cambios en la fabricación de prendas de vestir, la globalización y la migración han contribuido al llamado «sistema Prato». También lo ha hecho la corrupción. En mayo de 2024, el segundo al mando de la Policía de la ciudad fue acusado de dar acceso a empresarios italianos y chinos a la base de datos de ese cuerpo para obtener información, sobre todo de los trabajadores.
Incluso el alcalde dimitió en junio acusado de corrupción.

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