
A priori resulta difícil hacer una introducción que les pueda atraer para hablar de una película titulada ‘Lo que aprendí de mi pingüino’. El título suena más a cuento infantil contado a la hora de la siesta que a un drama con sustancia, lo sé. Pero créanme cuando les digo que, contra todo pronóstico, la cosa tiene suficientes ingredientes como para que nadie pueda despacharla tan rápido.
Basada en hechos reales, nos encontramos con el relato de un profesor inglés desencantado de su vida, que en 1976 decide aceptar un puesto en una escuela de Argentina con la expectativa de hallar un camino más sencillo. Lo que encuentra, sin embargo, es un país atravesado por tensiones políticas y sociales, y un grupo de estudiantes que parecen imposibles de motivar. Todo cambia el día en que salva a un pequeño pingüino cubierto de petróleo en una playa. Ese gesto inesperado se convierte en el inicio de una transformación: el animal, lejos de ser solo una compañía insólita, se convierte en un verdadero maestro. Gracias a él, el profesor empieza a descubrir nuevas formas de conectar con sus alumnos y, sobre todo, consigo mismo, provocando un efecto en cadena que alcanza a todos los que se cruzan con esta improbable amistad.
La pelicula está dirigida por el nominado al Óscar Peter Cattaneo, con guion del ganador del BAFTA Jeff Pope, y está protagonizada por Steve Coogan y Jonathan Pryce.
Con un equilibrio entre humor, ternura y reflexión, ‘Lo que aprendí de mi pingüino’ se presenta como una conmovedora película feel-good que celebra la amistad inesperada, la compasión y la capacidad de encontrar alegría en los pequeños detalles.

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