Energía osmótica: un sistema limpio y estable pero aún incipiente
En el camino hacia modelos energéticos sostenibles, la inauguración de una planta osmótica en Fukuoka se considera un punto de inflexión, dado el potencial de un sistema limpio y que no depende de variables meteorológicas. Sin embargo, aún quedan retos tecnológicos por resolver.

La apertura de una planta de energía osmótica en Fukuoka (Japón) ha puesto el foco sobre un sistema de generación eléctrica incipiente -es la segunda instalación de este tipo, tras la inaugurada en Dinamarca en 2023- pero en la que se han depositado muchas esperanzas para la progresiva eliminación de los combustibles fósiles.
La tecnología empleada en Fukuoka se basa en el principio de la ósmosis inversa. En una planta de energía osmótica una membrana semipermeable separa capas de agua dulce y agua salada, con esta sometida a una presión algo mayor. Con el tiempo, el agua dulce fluye hacia la capa de agua salada para equilibrar la concentración de sal en ambos lados de la membrana, que permite ese flujo. Este movimiento genera un aumento de presión que se canaliza hacia turbinas conectadas a generadores, produciendo electricidad.
Un elemento interesante de esta instalación japonesa es que no depende totalmente de ríos y mares. Utiliza agua reciclada y tratada junto con salmuera con- centrada, un subproducto del proceso de desalinización -hay cerca una planta desalinizadora-, mejorando la eficiencia y elevando el grado de salinidad para una mayor generación de electricidad.
La energía osmótica tiene varias ventajas respecto a otras fuentes renovables, como la solar o la eólica. Una de ellas es su continuidad, pues no está supeditada a ciclos naturales ni a condiciones meteorológicas, no depende de la luz solar o de la fuerza del viento. Otro punto destacable es la complementariedad; es decir, puede funcionar como una base energética que estabilice la red eléctrica en combinación con otras renovables. Asimismo, permite el aprovechamiento de recursos que en otras circunstancias serían considerados residuales: el uso de aguas tratadas y salmuera concentrada le da un valor añadido en términos de economía circular.
Expectativas y obstáculos
La planta de Fukuoka tiene capacidad para producir unos 880.000 kilovatios-hora al año, una cifra suficiente para cubrir las necesidades de cerca de 250 hogares con un consumo medio, aunque gran parte de la electricidad generada se utilizará para impulsar la planta de desalinización de la región, lo que asegura un suministro estable de agua potable para la ciudad y sus alrededores.
Se trata de una cifra todavía modesta en comparación con las plantas solares o eólicas más grandes, algo acorde al carácter innovador de este sistema que, sin embargo, tiene según los expertos un enorme potencial. Algunas estimaciones sostienen, teniendo en cuenta los deltas, estuarios y áreas de costa donde confluyen aguas dulces y saladas, que podrían generarse hasta dos mil teravatios-hora anuales a nivel global, lo que equivale a casi el 10% de la demanda mundial de electricidad.
Aunque en ese camino deben superarse varios obstáculos técnicos. Por ejemplo, aún no se han resuelto las pérdidas de energía derivadas tanto del bombeo del agua hacia la planta como de la fricción al atravesar las membranas. En declaraciones a renewableinstitute.org, Sandra Kentish, profesora de la Universidad de Melbourne, explica que «cuando se mezclan el agua dulce y el agua salada se libera energía, pero gran parte de ese potencial se compensa por la energía necesaria para impulsar las dos corrientes hacia la planta y las pérdidas por fricción a través de las membranas. Como resultado, la ganancia neta es relativamente pequeña».
Además, al ser una tecnología emergente requiere inversiones elevadas en comparación con opciones más maduras.
Para revertir esta situación se están desarrollando membranas más avanzadas que reducen la fricción y permiten un mayor caudal de agua, y se trabaja en sistemas de bombeo más eficientes. También en el aprovechamiento de salmueras concentradas, que amplifican la diferencia de concentración salina, aumentando la potencia generada. Estos avances afianzarán la viabilidad económica y técnica de futuros proyectos, que ya están sobre la mesa.
Y es que además de Japón y Dinamarca, otros estados han experimentado con la energía osmótica, entre ellos Noruega, Qatar, Corea del Sur, Australia y Estado español. Algunos proyectos siguen en stand by, pero los modelos exitosos ya en marcha y la urgencia climática han renovado el interés en este tipo de soluciones.

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