«Ser vasca es un privilegio y una gran responsabilidad, porque somos pocos»
Hija de gernikarras que huyeron del bombardeo, e hija de Gernika y de su simbología universal, nació en 1961 en Boise, Idaho, (EEUU). Es investigadora de la diáspora vasca y su gran contribución a la cultura vasca y al conocimiento internacional de Euskal Herria ha sido reconocida.

Ayer era un día de felicitaciones para esta investigadora vasco-estadounidense, pionera en la investigación de campo de la diáspora vasca, de sus genealogías y geografías, y gran propagandista de la identidad vasca. En la sede de Eusko Ikaskuntza de Donostia no paró de decir «eskerrik asko» ante tanto «zorionak», con una sonrisa que contagiaba alegría. En medio de ese frenético ajetreo, atendió gustosamente a GARA.
¿Cómo has acogido la noticia? ¿Qué supone para ti?
Es un honor. Pero no es premiarme a mí, como investigadora, como promotora, es premiar la diáspora, el trabajo que hacemos. Están las Euskal Etxeak como instituciones, pero ni la mitad de la diáspora pertenece a las Euskal Etxeak, hay muchísima gente que tiene herencia vasca, o que son amigos de los vascos que hacen su aportación en términos de misiones empresariales, culturales, diplomacia, investigadores científicos, de promover sea lo que sea, dantzaris, arte, harrijasotzailes… Es un reconocimiento de lo que hacemos hoy en día y de lo que han hecho nuestros padres. Y es un reconocimiento a las oportunidades que se pueden abrir con la diáspora.
Cualquier reconocimiento que me hagan es un reconocimiento a mis padres. Nacieron en Gernika, se casaron en Gernika, huyeron del bombardeo. En Boise nacimos 8 hijos e hijas, los Totoricagüena Egurrola, y era vivir dos mundos a la vez.
Ciudadana de Boise, hija de gernikarras, toda la vida investigando, en persona, de punta a punta, de país a país. Estás muy agradecida a tus padres porque te legaron ese sentimiento de que eras vasca, diferente, especial, ni mejor ni peor, pero sí «bat eta bakarra munduan».
Cualquier reconocimiento que me hagan es un reconocimiento a mis padres. Nacieron en Gernika, se casaron en Gernika, huyeron del bombardeo. En Boise nacimos 8 hijos e hijas, los Totoricagüena Egurrola, y era vivir dos mundos a la vez. Era la Euskal Etxea, escuchar el euskara, saber que nuestros padres eran igual a esa gente, hablar euskara era lo más normal. Y a la vez pertenecer a un mundo americano, ir a la escuela, vivir y jugar con los amigos en inglés. Nuestros padres nos ayudaron, nos mostraron que es normal tener varias identidades, y no hay que restar una para añadir otra, se pueden vivir a la vez. Y que tenemos el privilegio de ser vasco y una gran responsabilidad en mantener esa identidad, porque somos pocos. En EEUU muchas familias tuvieron que elegir: vamos a mantener el euskara o a mantener el castellano, los que fueron de Iparralde lo mismo, vamos a mantener el euskara o a hablar el francés, porque en la calle íbamos a hablar el inglés. En nuestra casa siguieron los tres idiomas, un nahaste-borraste de inglés, castellano y euskara de Gernika, que aún habla mi madre, aunque entiende y lee el batua.
Investigar la diáspora parece una atalaya espectacular para conocer Euskal Herria. Porque no hay diáspora sin guerras carlistas, sin dictadura franquista, sin mayorazgo, sin historias de pastores, curas y militares de la conquista española, sin hambre ni traumas… es una buena ikastola.
Claro que sí. La diáspora de Argentina es muy diferente a la diáspora de Uruguay o EEUU. Por fechas y el porqué. Si fue parte de la colonización de América Latina o después de las guerras carlistas, o a Australia porque buscaron oro, o a trabajar en el tabaco o en el azúcar. Se conoce la economía de Euskal Herria tanto como la del país a donde fueron. Porque hay dos flujos, el que sale y el que atrae. ¿Qué les atrajo para ir a Japón, a Filipinas? ¿Y a Idaho, al desierto? Lo mal que tendría que estar la situación económica aquí, lo difícil que sería vivir aquí, para salir e ir a Idaho a trabajar con un rebaño de 2.000 ovejas. Eso se conoce: en qué fechas salieron, de dónde salieron, a dónde fueron, los eslabones, porque son de pueblo a pueblo. Por ejemplo, los de Bizkaia, a Idaho, en los años 1930, 40, 50, 60 hasta 1970, gernikarras, kortezubitarras, los de Foruria, Mundaka, Bermeo, Lekeitio, son ciertos pueblos que tenían información, no fueron a la nada. Esa información era trabajo, logística, dónde me quedo, la gente de mi pueblo que conozco me va a cuidar…
¿Quién conoce mejor a quién? ¿Euskal Herria a su diáspora o la diáspora a Euskal Herria?
Buena pregunta. Diría que hay un porcentaje de los dos que conoce lo superficial, lo de encima, lo que dice la prensa y la televisión. Hay otro porcentaje de la diáspora que ha venido a Euskal Herria y conoce esto en persona, y ven lo moderno, han ido a conocer sus baserris, quizás todavía tienen alguna relación con sus familias. Después hay otro porcentaje de aquí, de gente de Euskal Herria, que ha ido a Argentina, a Uruguay, a EEUU, a México, y han conocido las Euskal Etxeak. Hay otro porcentaje que mantienen viva la relación familiar. Por ejemplo, en mi familia Egurrola, durante 45 años, en todos mis viajes he quedado en casa de una tía, de un primo… Y ellos han mandado a sus hijos a Boise, a vivir un año, conocer un High School, etc… No podría decir que uno conoce mejor al otro, pero sí que ambos cada vez están más relacionados. Por ejemplo, como yo misma, cada día hay más gente que tiene doble ciudadanía, voto en las elecciones de aquí. Yo tengo residencia aquí, vivo entre Boise y Bilbo. Nuestros padres nos enseñaron eso: ser vasca es un privilegio y una responsabilidad, que van juntas.
Hay diáspora y diásporas; vasca, irlandesa, armenia, judía, china… Va por oleadas, tiene razones distintas y también las mismas. Y riman: hambre, guerra, mili, persecución, aventura, comercio… Algunos priorizan la repatriación, otros las remesas de dinero, otros el lobby y la influencia…
En la diáspora vasca hay un poco de todo eso, depende de los tiempos. Cuando hubo pobreza en Euskal Herria mandaban dinero, mandaban ropa, mi madre ha mandado sartenes, zapatería, sábanas, toallas, etc… Durante los años de Franco también mandaban libros, información, música, cultura. Después en el tema de la diplomacia, también. Los vascos de la diáspora han ayudado mucho, ha mantenido las delegaciones vascas, en París, en Londres, en Nueva York, en México, en Buenos Aires, en Caracas… con dinero, con logística, abriendo puertas para el trabajo político, también en las misiones comerciales.
Es estratégico para Euskal Herria trabajar con las Euskal Etxeak, no tanto como institución, sino con la gente y el talento que hay dentro, con los empresarios, con los artistas, con los académicos, enganchar con esa gente, invitarles a que formen parte.
¿Las Euskal Etxeak son nuestras embajadas y la diáspora es la octava provincia?
Cuando se empezó a utilizar eso de octava provincia, se hizo de forma simbólica y para dar gracias, «les vamos a dar un título». Entonces, la diáspora dijo: «Ah, ¿sí?, ¿somos? Pues entonces, queremos». Y empezó a pedir cosas concretas: relaciones más estrechas, representación en Euskal Herria, temas de votación y doble ciudadanía. En las Euskal Etxeak no podemos hacer temas de ciudadanía española o francesa, pero podemos ayudar a cómo hacerlo, en nuestro caso con el consulado de San Francisco. Pero embajada no es solo política o comercio, es ayudar al flujo, a que haya tráfico, de información, de gente, de cultura. Es estratégico para Euskal Herria trabajar con las Euskal Etxeak, no tanto como institución, sino con la gente y el talento que hay dentro, con los empresarios, con los artistas, con los académicos, enganchar con esa gente, invitarles a que formen parte.
La identidad se cultiva, nos lleva más allá de las mugas impuestas o de las que nos ponemos a nosotros mismos. ¿Celebrarla y labrarla, es la vía para vivirla y perpetuarla?
En EEUU con decir Totoricagüena empiezan las preguntas: qué es, de dónde... Y tú: vasca, Euskal Herria, Francia, España… una explicación de 30 segundos o de cinco minutos. Transmitir eso como identidad es también explicarles, «tienes tu religión y eres estadounidense, son diferentes cosas pero van juntas». Lo que no tenemos en la diáspora, y que pesa aquí, es el partidismo; en los estatutos de las Euskal Etxeak no se sabe si eres republicano o demócrata, si aquí votas EH Bildu o PNV.
Trabajar la diáspora requiere abrirte a nuevas geografías, y sobre todo interiorizar que Euskal Herria fue, es y será un pueblo de migrantes.
Sin duda. Cuando veo a un inmigrante pienso en mis padres. Fueron los emigrantes de Euskal Herria y marcharon a Filipinas, Japón, EEUU, sin nada, sin conocer el idioma. A los inmigrantes, todo mi cariño y paciencia, porque veo en ellos a mi madre, todo lo que han pasado. Los inmigrantes son los nuevos vascos, como nuestros padres fueron los nuevos americanos.

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