
Los ministros de Medio Ambiente de la Unión Europea han alcanzado este miércoles un acuerdo político que fija como objetivo vinculante una reducción neta del 90% de las emisiones contaminantes para 2040 –con respecto a los registros de 1990–, si bien incluyen cláusulas de flexibilidad y revisión que relajan el compromiso para convencer a los más reticentes, incluidos Italia, Estado francés y Polonia.
El pacto se ha alcanzado por mayoría cualificada tras casi 24 horas de negociaciones y con los votos en contra de Eslovaquia, Hungría y Polonia, según las posiciones expresadas en la sesión pública del Consejo de Ministros de Medio Ambiente de la UE.
El acuerdo político permitirá también que la UE actualice sus planes climáticos de cara a la inminente Cumbre del clima COP30 que Naciones Unidas organiza en Belém (Brasil).
En virtud del pacto, el bloque comunitario, que ya debería haber entregado a la ONU sus planes climáticos actualizados diez años después del Acuerdo de París de 2015, se comprometerá a reducir en 2035 entre el 66,25% y el 72,5% de CO2 respecto a 1990 (rango que en el extremo alto se alinea con un 90% para 2040), según ha informado el Consejo.
El texto definitivo tendrá que negociarse aún con el Parlamento Europeo, idealmente antes de que acabe el año.
Fijar un objetivo de CO2 para 2040 es un paso intermedio entre la reducción del 55% respecto a 1990 comprometida para 2030 y la neutralidad climática que la UE ha prometido alcanzar en 2050. Representa, además, el marco legal sobre el que se irán construyendo normas para alcanzar ese objetivo, que afectarán a todos los sectores económicos, desde la industria el transporte hasta la agricultura o la producción de energía.
Flexibilidades y revisión
Las flexibilidades acordadas por los ministros incluyen la posibilidad de completar un 5% del recorte comprando derechos de emisión a terceros países, usando fondo europeos, y otro 5% con fondos nacionales, han señalado fuentes europeas.
El Estado español había señalado que el 90% suponía una «línea roja» y pedía limitar los créditos internacionales al equivalente del 3% de las emisiones netas de la UE en 1990 propuesto inicialmente por la Comisión Europea.
Esta exigencia planteada por Italia, de ejecutarse plenamente, conllevaría que el esfuerzo de reducción real se quede en el 80%, es decir, alejada del mínimo del 90% de reducción neta doméstica que cree necesario el consejo de expertos independientes que asesora a la Comisión Europea en las políticas climáticas.
Los créditos podrán utilizarse a partir de 2036 y, como proyecto «piloto» entre 2031 y 2035.
Los Veintisiete también han pactado revisar el objetivo general cada dos años, en función de los avances científicos y tecnológicos.
Además, para contentar a Polonia, los ministros han acordado retrasar un año, hasta 2028, la entrada en funcionamiento del sistema de comercio de emisiones ETS 2, diseñado para poner un precio al CO2 del transporte rodado y los sistemas de calefacción de los edificios.
Los ministros se han comprometido también a revisar el objetivo general cada cinco años.
Sumideros de carbono
La meta acordada por los Veintisiete también tendrá en cuenta la evolución de los llamados «sumideros de carbono», de forma que si los bosques, praderas o humedales absorben menos CO2 de lo proyectado, en parte por el avance de las temperaturas y la escasez de lluvia, no se obligará a los países a compensar ese déficit en otros sectores económicos.
Se trata de una exigencia que acordaron los jefes de Estado y de Gobierno de los países de la UE en la cumbre europea celebrada a finales de octubre, un debate necesario para desbloquear las negociaciones a nivel ministerial.

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