Aritz Intxusta
Redactor de actualidad

«El de la foto soy yo y ese no es mi papá, es un policía del operativo donde mataron a mi mamá»

Nafarroa celebró este miércoles la segunda jornada sobre comisiones de la verdad en sociedades postconflicto. Ha intervenido Manuel Gonçalves, bebé robado que ahora es secretario de las Abuelas de la Plaza de Mayo, y Paula Barrios, defensora de los derechos humanos en Guatemala. 

Encuentro entre comisiones de la verdad en Baluarte.
Encuentro entre comisiones de la verdad en Baluarte. (Iñigo URIZ | FOKU)

El Gobierno de Nafarroa y la AECID han organizado unas jornadas sobre el trabajo de las comisiones de la verdad en distintos puntos del mundo. En el Estado español solo hay constituidas dos: la de Nafarroa y la de la CAV. Las jornadas buscaban fomentar el trabajo en red y el intercambio de experiencias entre las comisiones de distintos países. La última de las charlas, previa a la votación de la ‘Declaración de Pamplona’, contó con dos testimonios contundentes, uno llegado desde Argentina y el otro desde comunidades indígenas de Guatemala.

«Ese soy yo y ese señor que parece que es mi papá no es mi papá. Es un policía alistado en el operativo donde mataron a mi mamá», expuso Manuel Gonçalves, el secretario de las Abuelas de la Plaza de Mayo, mientras al fondo de la sala del Baluarte se proyectaba una imagen en blanco y negro de un varón con un bebé de pocos meses en brazos.

Manuel Gonçalves, en manos del policía que asaltó su casa. (NAIZ)

La Policía argentina ametralló la casa donde vivía, además de la madre de Gonçalves con su hijo, una familia con dos niños de tres y cinco años. El policía de la foto y sus compañeros abrieron fuego contra la vivienda a las seis de la mañana. «Volaron la puerta y las ventanas con unas granadas». El único superviviente fue el bebé que apareció dentro de un armario ropero.

A estos hechos se los conoce como la masacre de la calle Juan B. Justo y ocurrió el 19 de noviembre de 1976.

El bebé quedó huérfano, dado que el padre de Gonçalves, Gastón, había sido ejecutado seis meses antes. Estaba desaparecido desde marzo.

Su historia, a partir de ahí, se parece mucho a la de otros tantos hijos de desaparecidos. Primero fue llevado a un hospital por problemas respiratorios, y allá permaneció tres meses bajo custodia policial. Pasado ese tiempo fue entregado a otra familia en 1977.

Manuel no tuvo conocimiento de su verdadero origen hasta cumplir los 19, cuando lo encontró su abuela Matilde.

A partir de ese momento, Gonçalves pasó a implicarse en la lucha de las Abuelas hasta convertirse en el primero de los nietos en formar parte de la cúpula de la plataforma, motivo por el cual se encontraba desde el martes en Iruñea.

El secretario de las Abuelas intercambió sus vivencias y aprendizajes colectivos con los de otros defensores de los DDHH de Chile, Guatemala, Colombia, México y El Salvador

El secretario de las Abuelas de la Plaza de Mayo intercambió sus vivencias y aprendizajes colectivos con los de otros defensores de los derechos humanos de Chile, Guatemala, Colombia, México y El Salvador. Además, claro, de representantes de las comisiones de la verdad de Nafarroa y la CAV.

El tesón de las abuelas

El secretario fue relatando la evolución de la lucha de las Abuelas. Contó cómo fueron rompiendo los prejuicios de una sociedad que, al principio, no las entendía, y que mayoritariamente creía que esos nietos ya estaban bien con sus nuevas familias de acogida.

Explicó cómo la tenacidad de estas mujeres las llevó hasta la ONU e incluso fue determinante para el impulso de nuevas investigaciones de ADN que permitieran identificar a los bebés robados a partir de muestras genéticas de sus abuelas, dado que al principio tan solo eran capaces de determinarlo para madres o padres.

El secretario de las Abuelas no supo su verdadera identidad hasta los 19 años. (Iñigo URIZ | FOKU)

Fue este tesón el que las puso en contacto directo con Mary-Claire King, una genetista brillante, que asumió el reto y resolvió el dilema. Encontró el «Índice de Abuelidad», con una fiabilidad del 99,9%.

Gracias a esta técnica, las Abuelas han conseguido localizar a 140 de esos bebés robados. La primera nieta, en 1984 y los últimos tres hace apenas unos meses.

Gonçalves recordó también la necesidad de implicar a la sociedad a través de todas las estrategias posibles, mostrando campañas en las que participaba Messi o el Boca Juniors o llevando a estudiantes a asistir a juicios contra criminales genocidas, de forma análoga a lo que se realiza en Nafarroa con las fosas comunes.

El representante de las Abuelas aseguró que en el camino ha habido pasos adelante y pasos atrás. Que ahora están en una fase complicada por el auge del negacionismo y la destrucción del Estado que está ejecutando el presidente Javier Milei.

Las mujeres indígenas, protagonistas

El segundo relato resultó igual de duro. Paula Barrios, de Mujeres Transformando el Mundo (MTM), contó su experiencia para traer verdad y justicia a las cien mujeres que fueron víctimas de violencia sexual en una comunidad indígena de Guatemala, el conocido como caso de Sepur Zarco.

Barrios habló del protagonismo que han ido adquiriendo las mujeres en su país en las violaciones de los derechos humanos. Primero se las entendía como meros testigos de lo que se hizo a sus maridos. Luego comenzaron a contar lo que habían sufrido ellas.

La activista desgranó el proceso por el que seleccionaron las atrocidades de Sepur Zarco frente a otras también merecedoras de justicia, el problema añadido de que las víctimas no conocieran el castellano, y lo difícil que fue escoger solo a quince de las cien.

Otro de los rostros de las Quince de Sepur Zarco. (Iñigo URIZ | FOKU)

El caso de Sepur Zarco tuvo que confrontar además con una legislación retrógrada en lo que respecta a los delitos sexuales, pues los entendía como mera violencia física. Pero es que las abuelas de Sepur Zarco, como también se las conoce, sufrieron lo indecible.

Cuando dejaron de entenderlas como meras testigos y se evidenciaron como víctimas, esas mujeres relataron cómo tuvieron que refugiarse en la selva. Las penurias de ver cómo sus hijos se morían de hambre. Allá la media son de nueve hijos por mujer. Una de ellas, en concreto, tapó con tanta fuerza a un bebé que lloraba mientras estaban escondidos que lo mató de asfixia.

«Viene gente que se lleva nuestro dolor y logran el doctorado. Se llevan nuestra historia y nos dejan igual», se quejan las víctimas de Sepur Zarco.

Barrios también denunció la hipocresía en torno a las víctimas. Los estudiosos que van allá con sus proyectos becados, hablan con ellas y se marchan después, dejándolas igual de pobres que cuando se las encontraron. «Ellas suelen quejarse de que los recursos nunca llegan. Viene gente que se lleva nuestro dolor y logran el doctorado. Se llevan nuestra historia y nos dejan igual», lamentó.

La activista de MTM subrayó cómo uno de los momentos clave fue la toma de declaración ante el juez, pues ellas hablaron sintiendo «que el mundo entero estaba detrás de ese juez que las escuchaba».

Visita a Rozalejo y ‘Declaración de Pamplona’

Las jornadas se clausuraron ayer con una visita al Palacio Marqués de Rozalejo, que va a pasar a ser la sede del Instituto Navarro de la Memoria. Además de eso, se promulgó un breve texto que se ha bautizado como ‘Declaración de Pamplona’, donde se recogen consensos adoptados estos días.

Uno de sus puntos principales, dice así: «El papel relevante de las Comisiones de la Verdad no alcanza solo al tiempo de vigencia de la propia comisión, sino también al tiempo que perduran sus legados. Los legados de las Comisiones de la Verdad contribuyen enormemente a generar garantías de no repetición y promover procesos de justicia transicional».