Esta semana ha fallecido en Nueva York a la edad de 100 años, Miriam Nurnberg, viuda y pareja del refugiado y activista vasco Mario Salegi desde 1952.
Cuando se casaron, Mario contaba con 34 años y ella, procedente de una familia judía diezmada por el holocausto, 27. Salegi, antiguo militante comunista durante la república española, abandonó su formación para afiliarse a ANV y realizar la guerra en el Batallón Eusko Indarra. Tras la victoria del franquismo, trabajó para los Aliados en redes de espionaje, hasta que un barco norteamericano le trasladó a Nueva York.
Hizo la Segunda Guera Mundial en la campaña del Ejército de EEUU en el Pacifico. A su regreso, y después de contactar con la diáspora vasca, conoció a Miriam en un homenaje a las Brigadas Internacionales en Nueva York y a partir de entonces, compartieron todo tipo de actividades, públicas y clandestinas, por la causa vasca.
Con la llegada del macartismo, ambos fueron expulsados a México. Miriam acabada de concluir el doctorado en Químicas. En 1959, cuando la caza de brujas se aligeró volvieron a Nueva York, Miriam se colocó en la Universidad de Columbia y con los años, trabajaría en los laboratorios de varios premios Nobel. Fundaron un comité llamado Democrática Spain en el que participaron entre otros, Waldo Franck, Arthur Miller y Julio Álvarez del Vayo, con la finalidad de recaudar fondos para la resistencia al franquismo, con sede en la librería que Mario abrió en Broadway, Ibero American Books.
En 1964, la librería recibió la visita de dos agentes del FBI que señalaron que la misma era una tapadera de ETA. Al parecer, la agencia había detectado una entrevista previa entre Salegi y Txillardegi en Bruselas. Un año después y tras presiones españolas, la librería tuvo que cerrar sus puertas.
Tras un contacto posterior con Julen Madariaga, crearon un comité vasco, con el objetivo de obtener fondos para ayudar a los presos vascos y ya con el Proceso de Burgos en 1970, ambos participaron activamente en las protestas em Nueva York, junto a jóvenes de la Euskal Etxea y de la diáspora irlandesa.
Mario comenzó a viajar asiduamente a Ipar Euskal Herria, donde estableció contacto con los refugiados de la época: Peixoto, Argala, Txapela, Makazaga, Ezkerra, Txiki… y comenzó a distribuir los boletines de ETA (Zutik y Hautsi) en EEUU.
La organización le puso un nombre figurado y se transformó en Carlos Legazpi. Entre Mario y Miriam, desde el comité vasco, enviaban mensualmente centenares de cartas a la diáspora vasca, activistas y universidades, distribuyendo publicaciones y solicitando fondos para la causa.
A partir de 1977, Mario y Miriam viajaron regularmente a Euskal Herria en periodo vacacional, convirtiéndose, el resto del año, su casa de Nueva York en refugio para quienes se preparaban para iniciar su formación o recorrido vital en EEUU: María Zamacola, Bernardo Atxaga, Ainhoa Arteta, Mirentxu Purroy…
Las conversaciones se hacían eternas y en los debates políticos, Mario ponía la pasión y Miriam le reflexión estratégica. Las cenizas de Mario fueron aventadas en un monte de Euskal Herria en 2005, y las de Miriam, por deseo expreso, lo serán en el mismo lugar, ya en la primavera de 2026.

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