«Más que ganar otra etapa, mi objetivo es el maillot de la montaña»
El ciclista catalán, ganador de dos etapas en este Tour, se marca el objetivo de pelear por el maillot de la montaña en las tres jornadas alpinas que quedan. Destaca la importancia de la experiencia y de saber escuchar a los que saben en un mundo en el que ve poca humildad en los jóvenes y señala que su familia y su traslado a Andorra han sido claves en una carrera que considera «imposible».
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Purito Rodríguez charla con GARA en su única entrevista en el día de descanso a pesar de ser noticia por su renovación. Entiende que los medios den más importancia a otros ciclistas y habla con la frescura de una persona que trasmite felicidad y alegría en la bici y sin ella.
¿Cómo ha sido el proceso de renovación por un solo año?
Al final tengo una edad, 36 años, y me gusta mucho esto, pero entiendo que no puedo firmar dos o tres años. Seguiré hasta que me apetezca. Tengo resultados, cada año me divierto igual que el primero y hasta que me deje de divertir no hay problemas.
Con 36 años ha ganado la Itzulia y dos etapas en el Tour...
Salvo el año pasado por las caídas, llevo unos cuantos años a un nivel muy bueno. No nos esperábamos en las dos primeras etapas de Pirineos la crisis de hambre que cogí, pero he recuperado mi nivel. La sorpresa fue al año pasado, que no estuvimos bien, pero cuando hay caídas hay consecuencias.
¿Por qué cada vez corredores con más edad logran más victorias?
No sabría decir, pero los corredores de la generación del 82 y los anteriores hemos sabido escuchar, que es lo que les falta muchas veces a los jóvenes. Hay algunos que de juveniles parece que vienen más que enseñados, que lo saben todo por suerte para nosotros, porque gracias a esa superinteligencia que traen los jovenes nos permite durar más años. La experiencia es muy importante y pasé a profesionales y escuché a Zarrabeitia o a Díaz Justo y en una semana te ponían al día. Mi primera gran vuelta fue con Álvaro González Galdeano. Me insistía en la impor- tancia de dormir una hora más al día, de descansar, de soltarte cuando no tienes necesidad de forzar. Todos esos consejos los llevo a la práctica y por eso los abuelos, entre comillas, estamos a este nivel. Porque sabemos de este oficio y en todo momento qué debemos hacer.
¿No tiene la sensación de que no se valora todo lo que consigue?
Me ha tocado pertenecer a una generación que se va a recordar mucho y eso hace que no se valore tanto lo que hago al lado de otros corredores. Pero la gente que me aprecia y que entiende de ciclismo valora lo que hago. Lo bueno del ciclismo es que los aficionados saben de esto. Cuesta mucho tener información de ciclismo porque hay otros deportes que están por encima. Por eso agradezco mucho más al aficionado verdadero, que sabe de ti y de ciclismo pese a lo poco que se habla de este deporte.
¿No piensa que se le valora más por la simpatía y el buen humor?
Mi carácter como persona es igual que en carrera. Uno que viene a hacer podio o ganar el Tour, que ha sido número 1 y le pasa como a mí en La Pierre de Saint Martin se queda tocado, pero yo dos días después cojo la fuga en el kilómetro 0 y gano la etapa. Eso lo valora la gente, que no te hundes y trasmites siempre la misma alegría y carácter.
Se le ve feliz con lo que hace...
Soy feliz porque vengo de una familia de cultura ciclista, por mi padre y mis abuelos, y siempre he pensado que era imposible que en una familia de tradición ciclista no saliera un pro- fesional. Y no solo lo hemos conseguido, sino además con unos grandes resultados. Este trabajo siempre me ha gustado y miras mi teléfono y el 85% de los números están relacionados con el ciclismo. Es mi vida, me gusta y salirte de este entorno me cuesta. Lo que menos me cuesta es llevar una vida ciclista.
¿Hasta qué punto ayuda que su familia le sigue allí donde va con la autocaravana de su padre?
Motiva y es una de las cosas que me va costar a la hora de dejar la bici, porque pienso en la vida que lleva mi padre, que se jubiló hace cuatro años y me ha seguido a todas las carreras. Le pegaré un gran susto el día que lo deje, aunque ya está engañando a los críos para que sean ciclistas...
¿Cómo ha influido en su carrera la decisión de vivir en Andorra, ahora que es clave estar en altura?
Vivo en Andorra, que está a 1.000 metros y tengo un apartamento a 1.800 que solo puedo utilizar por el tiempo desde abril-mayo. Pero más que altitud, Andorra me ha aportado la calidad de escalador que soy ahora. Hasta que no compré la casa allí en 2006 solo era competitivo en finales cortos de 4-5 kilómetros porque en Barcelona no había tantos puertos. Y es como todo. Si no practicas las cronos no puedes ser contrarrelojista. En Andorra tienes puertos largos y me ha dado resistencia en la montaña. Para entrenar en altura fui al Teide en marzo, pero antes del Tour he estado en Andorra en altura en un hotel que está a 2.200 metros, lo que te permite estar cerca de la familia y eso se agradece.
¿Le apena no poder disputar la general del Tour más propicio para sus características?
Sí, porque llegaba muy bien y el día de La Pierre de Saint Martin fue una desilusión porque iba bien hasta en las etapas de llano. Porque el día que perdimos minuto y medio pinché y tuve una caída y el equipo estuvo conmigo. Estaba superbien, gané en Huy y no sé si la crono por equipos que nos salió muy mal me pudo desconcentrar y el día de La Pierre de Saint Martin me vine abajo y cogí el pajarón.
¿Desde ese momento comenzó a pensar en ganar etapas?
Cambié el chip. Algunos me decían que perdí solo diez minutos y que podía pelear por el podio, pero era realista y sabía que no. Por eso me solté rápido en el Tourmalet para perder lo máximo posible para que me dejaran escapar el día de Plateau de Beille, que era una etapa reina, uno de mis objetivos y cerca de casa.
¿Fue muy especial la victoria conseguida en Plateau de Beille?
Mucho. Nada más empezar el puerto vi a los chavales de la escuela Ciclista de Purito Rodríguez con Emilio Pérez, un andorrano que fue profesional con Festina. Ver a tanta gente que conocía fue la leche, ver a mi padrino a falta de tres kilómetros, sabía que mis padres y mis hijos estaban en la meta. Ver tantas banderas catalanas y de Andorra, todo el mundo animándome... Fue precioso.
¿En que etapa ve opciones de obtener una nueva victoria?
Me gustan todas, pero sobre todo la de Saint Jean de Maurienne y la de La Toussuire, donde gané en Dauphiné. La de Alpe d’Huez será para la general.
¿Se plantea luchar por la general de la montaña?
Es el objetivo. Más que otra etapa quiero ganar la montaña. Estar en el podio de París es importante. Camino de Plateau de Beille no disputé los puntos porque llevaba los duros justos en el bolsillo y eso es la experiencia. Cuando haces una exhibición en un premio de la montaña gastas y los demás te señalan y por eso ese día estuve escondido, que me vieran lo menos posible. Pero desde ahora quiero pelear por este maillot. Majka y Fuglsang son los principales rivales, porque Froome no creo que lo dispute y, como mucho, puede sumar los 50 puntos de Alpe d’Huez. He hecho las cuentas y me salen bien.
¿Cual es su apuesta para París?
Froome-Quintana-Valverde, la montaña para Purito, el verde para Sagan y el blanco para Quintana. A ver si acierto.