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Cameron defiende el «sí a Europa» ante el Parlamento de Westminster

David Cameron hizo ayer un llamamiento a los diputados a «luchar juntos por las reformas en la UE» y recibió críticas de figuras importantes de su partido, como el alcalde de Londres, Boris Johnson, quien duda de que la oferta presentada por el presidente del Consejo Europeo garantice la independencia de Westminster frente a Bruselas.


«El Reino Unido sale ganando si se mantiene dentro de la Unión Europea». El primer ministro británico, David Cameron, prosiguió ayer su campaña extraoficial por el «sí a Europa» que había comenzado el martes nada más conocer la propuesta de Bruselas para que Gran Bretaña no abandone la Unión Europea.

Sin embargo, el statement –como llaman los británicos a los discursos– quedó lejos de ser un monólogo. Cual partido de pelota, suponiendo que la pared del frontón la formaran todos los miembros del parlamento británico, David Cameron tuvo que responder durante más de dos horas a cada una de las críticas y dudas que suscita la propuesta del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, sobre la renegociación de las relaciones entre Gran Bretaña y la UE. En este aspecto no hay disciplina de partido, por lo que el premier británico tuvo que lidiar con el escepticismo de muchos conservadores, laboristas, liberal-demócratas o miembros del Partido Nacional Escocés (SNP), que habían obtenido la copia de la farragosa propuesta tan solo una hora antes de la sesión. Con la Cámara Principal del Parlamento de Westminster repleta –había incluso asistentes que tuvieron que quedarse de pie–, Cameron defendió a ultranza el texto insistiendo en que «el acuerdo es bueno para Reino Unido». Y lo hizo ante el resto de diputados, sentados en los asientos corridos característicos de la Cámara de los Comunes, que se asemejan más a «gradas» que a escaños parlamentarios. La sesión adquirió un tinte de espectáculo cuando se escucharon los ánimos que miembros de los partidos coreaban cuando alguno de sus compañeros se disponía a intervenir.

David Cameron se mostró convencido de que los cuatro puntos clave que pedía renegociar están recogidos en el texto: «El Reino Unido no será absorbido por el super-Estado Europeo y mantendremos la libra esterlina para siempre».

Pero lo que más desconfianza suscita entre los diputados es lo referente a los poderes de los parlamentos estatales sobre Bruselas y a la cuestión migratoria. «Se acabó el algo por nada» es una frase que Cameron pronunció ayer en Westminster y que últimamente está utilizando para referirse a lo que para él es uno de sus principales logros: la limitación de las ayudas sociales a los extranjeros que buscan trabajo en el país. En este punto, el líder laborista, Jeremy Corbyn, preguntó si tenía intención de luchar por otra realidad, la de la explotación de los trabajadores inmigrantes en Gran Bretaña y los salarios miserables. El líder de la oposición se mostró, además, muy enfadado porque el martes Cameron prefiriera «aparecer ante las cámaras de televisión para reaccionar a la propuesta de Bruselas y no dar explicaciones en la Cámara de los Comunes».

«No es perfecto»

El primer ministro reconoce que tiene por delante la tarea de convencer a los miembros conservadores de las ventajas de quedarse en Unión Europea si se mantienen las condiciones de la propuesta. Uno de los más escépticos, su compañero de partido y alcalde de Londres, Boris Johnson, cuestionó la capacidad de la oferta de Tusk para garantizar la independencia de Westminster ante Bruselas.

Cameron reconocía que «el acuerdo no es perfecto, que la UE no es perfecta y que quedan detalles por resolver», pero aseguraba que «el Reino Unido sale ganando con estas condiciones, y que dentro de Europa su posición será mejor y más fuerte».

Al margen del contenido del texto, la fecha del referéndum fue otra de las cuestiones tratadas. El SNP pedía retrasar su celebración hasta fin de año, al estimar que «choca» con las elec- ciones de mayo en Escocia, Gales y el norte de Irlanda. De hecho, una carta firmada por sus ministros principales mostraba la preocupación por un hecho al que David Cameron restó importancia, dejando una vez más patente su apuesta por celebrar la consulta el 23 de junio.

Por tanto, todo apunta a que los británicos acudirán a las urnas antes de verano, aunque todavía los estados miembros de la UE deben de dar el visto bueno a la propuesta de Bruselas. Sobre ello se trabajará en la próxima cumbre de los días 18 y 19 de febrero. En vista de lo acontecido ayer en la Cámara de los Comunes, el primer ministro tiene trabajo fuera de casa –terminar de negociar con Europa– y también dentro, tratando de convencer a diputados y ciudadanía de que hoy por hoy Gran Bretaña es más fuerte como uno más de los Veintiocho. Aunque el líder conservador ya dejaba claro, en un alarde de orgullo británico, que «el debate no se centra en si este país sobreviviría fuera de Europa, algo que se da por hecho, sino en cuál de las dos opciones el Reino Unido tendrá más éxito».

 

Juncker asegura que la propuesta es «justa» para todos

El presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, consideró ayer «justa» tanto para Londres como para los demás estados miembros de la Unión Europea la propuesta de acuerdo con el Gran Bretaña y justificó el mecanismo por el que Londres podrá limitar los beneficios sociales a trabajadores comunitarios por la decisión del país de 2004 de aceptar sin transición a los ciudadanos del Este que se sumaron entonces a la UE, lo que atrajo a muchos.

«Permitiremos al Reino Unido usar este mecanismo y salvaguarda para hacer frente a las consecuencias de esa decisión», dijo ante el pleno de la Eurocámara. Explicó que este mecanismo tendrá un carácter gradual durante un periodo máximo de cuatro años y deberá ser limitado en el tiempo para hacerlo compatible con los tratados comunitarios. Juncker destacó el carácter «excepcional» de la medida, como todas las derogaciones de derechos y libertades.

Sostuvo que siempre ha defendido que Gran Bretaña siga en la UE sobre la base de un «acuerdo justo», y explicó que ha trabajado en la propuesta en estrecha colaboración con Tusk y Cameron.

Juncker aseguró, además, que la base de acuerdo es justo también para el Parlamento Europeo, que ha estado y estará implicado en el proceso decisorio.

En el plano económico, ve «legítimo» incluir un mecanismo para proteger los intereses de los países que no pertenecen a la zona euro y que se contemple que puedan acudir al Consejo si temen que el principio de no discriminación puede ser vulnerado, al tiempo que se mantiene la posibilidad de tener «más Europa» para los que lo deseen. Pero quiso dejar claro que el acuerdo para revisar los vínculos de Gran Bretaña con el conjunto de la UE respeta la «línea roja» que fija que el euro es «la única moneda» y el Parlamento Europeo es «el único de la zona euro y de la UE en su conjunto».GARA