La vocación docente no se ha perdido

Tras su aplaudida puesta de largo con ‘B’ (2015), una ópera prima sobre el juicio a Bárcenas, con una extraordinaria caracterización de Pedro Casablanc como el tesorero condenado, David Ilundain ha escogido la temática docente para su segundo largometraje.

El de Iruñea presentó su nueva película en el Festival de Miami y, tras algún que otro retraso, llega a las pantallas esta historia de ambiente escolar rodada en Arenys de Munt y Caspe, aunque la localización ficcional corresponde a la localidad zaragozana, y no a la catalana. El guion escrito a cuatro manos por Coral Cruz y Valentina Viso parte de una noticia leída en la prensa que, para variar, les pareció que contenía un caso ejemplar merecedor de ser desarrollado a fondo.

Detrás está la productora Inicia Films, sin duda la más pujante en el Estado español con propuestas innovadoras y de calidad como la reciente ‘Las niñas’ (2020).

Aunque una alumna dice haber visto ‘El club de los poetas muertos’ (1989), una referencia inevitable dentro del género, el estilo documental y naturalista de Ilundain se aleja del de Peter Weir, para acercarse más a toda la reciente filmografía francófono sobre conflictos en las aulas. Es un homenaje en toda regla a la vocación docente, para demostrar que no se ha perdido, a pesar de que a veces parezca hallarse en peligro de extinción.

El maestro al que da vida el actor catalán David Verdaguer aplica en sus clases una pedagogía imaginativa, con recursos constantes para que el alumnado no se distraiga o se aburra más de la cuenta. Les anima constantemente a no dar nada por sentado, y a cambiar de sitio o de actividad con tal de no instalarse en la rutina. Cuando llega al pueblo aragonés para hacer una sustitución, se encuentra con un caso en el que se juntan el bullying y los prejuicios contra un enfermo que recibe clases en casa, por lo que trabajará para su normal integración social.