‘Mank’, luces y sombras en la legendaria trastienda de ‘Ciudadano Kane’
David Fincher vuelve a sonar como un claro aspirante a los Óscar con ‘Mank’, un magistral acercamiento a la trastienda de ‘Ciudadano Kane’. Toma como referencia la figura de Herman Mankiewicz, artífice inicial del guion de uno de los mejores filmes de la historia del cine.
Rodada en blanco y negro, fiel a la estética del Hollywood clásico y el estilo y recurso del flashback que Orson Welles utilizó en su obra cumbre 'Ciudadano Kane', 'Mank' se descubre como una oda a lo que conlleva todo proceso creativo, con sus luces y sombras, y aunque se ubica en el Hollywood de los años 30 aborda cuestiones de gran actualidad como los abusos por parte de los grandes estudios y la manipulación informativa.
Apadrinada por Netflix, el gigante del streaming incluyó el pasado viernes esta nueva joya cinematográfica de David Fincher en su catálogo de contenidos. Amanda Seyfried, actriz encargada de dar vida a la también actriz Marion Davies -pareja sentimental del magnate William Randolph Hearst, que inspiró ‘Ciudadano Kane’-, señaló durante la presentación virtual del estreno de ‘Mank’ que «se trata de una historia fascinante y es maravilloso poder dar a conocer la otra cara de una obra de la magnitud de ‘Ciudadano Kane’, la película detrás de la película».
En opinión de Seyfried, ‘Mank’ hace más justicia a la verdadera Marion Davies que el personaje inspirado en ella (Susan Alexander) que aparece en ‘Ciudadano Kane’. «Marion Davies tenía otras dimensiones, era inteligente, impulsiva, amable y honesta. Me encanta haber podido humanizarla, dar otra dimensión a una persona bastante desconocida, poder mostrar e interpretar esa conexión que tenía con Mank».
El Hollywood de Welles y los Estados Unidos de Hearst
El camaleónico Gary Oldman ha sido el encargado de meterse en la telúrica piel del protagonista, un escritor alcohólico, irreductible, genial y dotado de un afilado estilo literario que se encerró en un rancho a las afueras de Los Ángeles para dotar de forma y sentido a ‘Ciudadano Kane’ con la ayuda de su secretaria y taquígrafa, Rita Alexander.
El guion inicial de ‘Mank’ no lleva la firma del autor de ‘Seven’ (1995) o ‘El club de la lucha’ (1999), sino el de su padre, Jack Fincher, fallecido en 2003, que lo escribió en la década de los 90 pero nunca había llegado a rodarse.
La trama deja claro que fue Herman Mankiewicz quien conoció a fondo tanto a Hearst como a Davies e imagina las diferencias que pudo haber entre el guionista y el magnate a la luz de una campaña promovida desde los estudios de Hollywood contra el escritor y político progresista Upton Sinclair.
Dicha cuestión sale a relucir en una de las escenas más memorables del filme, en la que un Mankiewicz borracho pero lúcido pronuncia un monólogo con alusiones al Quijote y en la que Fincher empleó un buen número de tomas.
En relación a este obsesivo método de trabajo -Fincher repite constantemente las escenas-, Seyfried dijo que «todo el mundo sabe que hace muchas tomas, yo lo había oído antes de trabajar con él, pero no es algo tan agotador como suena, en realidad es un lujo porque los actores no solemos disponer de tanto tiempo para hacer una escena, por cuestiones presupuestarias. Respeta a los actores más que mucha otra gente que he conocido y es muy meticuloso por una razón, quiere contar su historia y sabe cómo hacerlo, así que hay que dejarle porque sus historias son maravillosas y él es un genio».
‘Mank’ también muestra cómo Herman Mankiewicz introdujo en la industria a su hermano pequeño y a la postre el más conocido de los dos, Joseph Mankiewicz -encarnado por Tom Pelphrey-, director y guionista de clásicos como ‘Eva al desnudo’ (1950) o ‘La condesa descalza’ (1954).
Todos estos elementos le han permitido a Fincher plasmar en imágenes un gran fresco a través del cual reconstruye los abusos de los grandes estudios de Hollywood, de la manipulación de los medios de comunicación, de la libertad de expresión, de las turbulencias del proceso creativo y de las adicciones.
Y todo ello lo encuadra en una California a mediados de los años 30, pujante con Hollywood y la industria petrolífera pero todavía muy afectada por la Gran Depresión, y dominada por oscuros magnates como William Randolph Hearst o Louis B. Mayer, que compartieron su obsesión por parar los pies a ‘peligros socialistas’ como Upton Sinclair.