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Investigadores en contacto directo con el virus siguen sin ser vacunados en la CAV

Investigadores que tienen contacto con el SARS-CoV-2 siguen sin vacunar a pesar del riesgo que acarrea su trabajo y de que la norma legal indica que deben ser inmunizados. Lakua se escuda en que no estan incluidos en las pautas fijadas por el Ministerio, pero en otros lugares sí se les ha vacunado.

Un hombre recibe la vacuna contra el covid en Illunbe. (Gorka RUBIO I FOKU)

El Real Decreto 664/1997 sobre la protección contra los riesgos relacionados con la exposición a agentes biológicos durante el trabajo establece que las personas que en el ejercicio de sus funciones laborales están expuestas a patógenos deben tener acceso a las vacunas pertinentes, en caso de que las haya, claro. Y el sentido común coincide en que quienes están desarrollando una labor de investigación en torno al covid y en contacto directo con el virus sean vacunados. Sin embargo, ni ley ni sentido común coinciden con la realidad en este caso.

El Ministerio de Sanidad español no incluyó al colectivo de investigadores en su estrategia de vacunación, lo que ha provocado que muchas personas hayan estado meses manejando directamente el virus sin ser inmunizadas, incluso entre los grupos que están desarrollando vacunas contra esa enfermedad. Lógicamente, esta situación ha generado un enfado indisimulado en el seno de este colectivo, y ha provocado que algunos de sus integrantes haya levantado la voz en señal de protesta.

Es el caso del reputado virólogo Antonio Alcamí, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, que a finales de marzo denunciaba en declaraciones a “El País” que «somos un grupo de alto riesgo que lleva tres meses abandonado», y lamentaba que «se olvidan de los investigadores». Estas protestas han surtido efecto en algunos lugares, y por ejemplo a principios de abril la Consejería de Sanidad de Madrid decidió adelantar la vacunación de 150 miembros del CSIC –el mayor organismo público de ciencia en el Estado– que trabajan en esa comunidad.

En otros puntos también se ha procedido a vacunar a los investigadores en contacto con el virus, por ejemplo en Nafarroa, donde se ha inmunizado a los investigadores de Navarrabiomed –un centro mixto del Gobierno de Iruñea y de la UPNA dedicado a promover, facilitar y realizar investigación biomédica– que se hallan en esa tesitura.

Medio centenar en la CAV

Pero no ha ocurrido lo mismo con las personas que trabajan en investigación covid en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, al menos medio centenar vinculadas con la Universidad, con centros tecnológicos y empresas, de las que solo han sido vacunadas las que les corresponde por edad.

Una decena de integrantes de ese colectivo ya han recibido la vacuna por esta razón, y otros tantos podrían recibir la primera dosis en breve, pero hay unos treinta investigadores bastante jóvenes que pueden tardar semanas, o incluso algunos meses, en ser vacunados, cuando son además quienes tienen un contacto más estrecho con el virus. 

Ugo Mayor, investigador de Ikerbasque adscrito a la UPV-EHU, que forma parte del grupo que ha recibido al menos un pinchazo, cree pertinente insistir en que no se espere a que a los más jóvenes les toque por edad. No solo por la situación actual, sino también para casos futuros. Explica que en febrero les contactó el servicio de prevención de la Universidad, que recababa datos para pedir que se vacunase a las personas que desarrollan proyectos covid. Pero las vacunas no han llegado.

«Hemos ido viendo cómo por todo el Estado ha costado, pero en algunos sitios se ha logrado que aunque los investigadores e investigadoras no pertenezcan a ningún centro sanitario, al estar trabajando con muestras o con posibilidad de contacto con pacientes covid, puedan estar vacunados» señala, apostillando que ese no es el caso en la CAV.

Este investigador cree que el origen de esta situación difícilmente explicable es que el colectivo que se dedica a la investigación no aparece citado específicamente en las directrices que llegan desde el Ministerio de Sanidad, pero destaca que «como se ha visto en Madrid, cuando se les interpeló desde el Ministerio se dijo que sí, que por supuesto había que tener a este grupo vacunado, aunque no apareciese en esos listados». 

Pese a la labor que están desarrollando para hacer frente a la pandemia en sus múltiples vertientes, Mayor admite que ese colectivo no sea considerado esencial, pero añade que la exposición al virus es motivo suficiente para ser vacunados, y lamenta que «cuando lo hemos planteado así, se nos ha dicho que no». Explica, en este sentido, que se han intercambiado «cuatro o cinco correos electrónicos» con la dirección de Asistencia Sanitaria de Osakidetza, pero «el mensaje ha sido el mismo una y otra vez: que a los investigadores nos tocará cuando nos corresponda por edad».

Lo cierto es que sean considerados o no trabajadores y trabajadoras esenciales, solo por la legislación de riesgos laborales y según lo expuesto en el decreto estas personas deberían ser vacunadas. No hay impedimento desde el punto de vista logístico, ni detraerían muchas dosis para otros colectivos, pues apenas son una treintena los que restan por vacunar. Y no hacerlo, más allá de sus consecuencias sobre los afectados, dice mucho de la administración y de la consideración que a esta le merece el trabajo de investigación.