Eslovaquia apela al espíritu de Peter Dubovsky para volver a meterse en octavos
Eslovaquia apelará al espíritu de Dubovsky en su duelo frente a Rumanía –este miércoles, 18.00– para volver a meterse en los octavos de la Eurocopa, tal y como ya hizo en la edición de 2016 disputada en el Estado francés.
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Era el 23 de junio de 2000. Acompañado de su novia –le iba a pedir matrimonio en el transcurso del viaje– y su hermano, el jugador del Oviedo Peter Dubovsky disfrutaba de unas vacaciones en Tailandia tras volver a salvar la categoría el cuadro carbayón.
Aficionado a la fotografía y durante la travesía a un bello paraje natural del país asiático, les instó a colocarse para tomar una instantánea del momento. Seguramente para lograr un mejor encuadre o una perspectiva original, movió su posición y ello le provocó una fatal caída.
Tras golpearse en la cabeza con una piedra, sus allegados permanecieron junto a él a la espera de la llegada de un helicóptero para trasladarle a un centro hospitalario. Tardó entre tres y cuatro horas y esa demora resultó fatal.
Aunque estuvieron charlando con él durante todo ese tiempo, finalmente, falleció debido a una hemorragia interna, producto del fuerte golpe sufrido. Murió el futbolista y nació el mito.
Dubovsky despuntó muy joven en el Slovan Bratislava, debutando con solo 17 años.Tuvo que nacer para que un conjunto eslovaco volviese a vencer en el campeonato liguero de la entonces Checoslovaquia.
Lo consiguió en 1992, cuando el futbolista nacido en la que es ahora capital de Eslovaquia ya contaba 20 años, momento en el que se rompió la racha de campeones checos, que también se venía prolongando por espacio de otros 17.
Precocidad, pero también poso y humanidad le definían. En la celebración de aquel título, ante 40.000 hinchas del Slovan, Dubovsky tuvo el detalle de dirigirse a Emil Pazicky, un antiguo delantero del equipo que estaba en silla de ruedas, para entregarle el trofeo.
Fichaje blanco
Previamente, su talento le llevó a estrenarse como internacional con 19 y a los 21 fue nombrado mejor jugador eslovaco del año. Aquella progresión no pasó desapercibida para los grandes conjuntos europeos, que querían hacerse con esa zurda prodigiosa.
El técnico, agente de jugadores y candidato a la presidencia del Barcelona, Josep Maria Minguella, lo descubrió en uno de sus recorridos europeos a la caza del nuevo Maradona. Paradójicamente, fue el Real Madrid quien puso el dinero sobre la mesa, 500 millones de las antiguas pesetas.
Sin embargo, aquel proyecto de gran futbolista no cuajó en las filas merengues. Apenas dos temporadas con 31 partidos disputados –cinco en la última– y únicamente dos goles en su haber anotador.
El club madrileño le conminó a cambiar de aires y Dubovsky recaló en el Oviedo. El conjunto astuariano, ahora también de actualidad por haber disputado la final del playoff de ascenso, ganado finalmente por el Espanyol, disponía de un importante ramillete de jugadores referentes en sus respectivos países.
Además de contar con el capitán de la selección eslovaca, también disponía de los brazaletes de Portugal –Paulo Bento– y Rusia –Viktor Onopko–. Años antes había encontrado acomodo en su vestuario el capitán de Croacia, Robert Prosinecki.

Tan irregular como clarividente, el jugador de Bratislava recaló en el cuadro carbayón coincidiendo con la estancia en el banquillo del que fuera técnico de Osasuna Ivan Brzic. Durante cinco campañas, la última a las órdenes de Luis Aragonés, pudo desplegar su agudeza en el juego, no exenta de altibajos, hasta su trágica muerte.
Ese desenlace mortal, con solo 28 años, no hizo sino incrementar exponencialmente su leyenda entre los aficionados eslovacos, quienes consideran a Dubovsky su mejor futbolista de todos los tiempos.
Repetir éxito
Al espíritu de ese legendario jugador quieren agarrarse los futbolistas de una Eslovaquia a la que el triunfo ante Rumanía le garantiza el pase a octavos en el apretadísimo grupo E, en el que la igualdad es máxima para la jornada de la verdad.
Sería repetir el éxito que logró el combinado centroeuropeo en el Mundial de Sudáfrica de 2010. Allí firmó una de las mayores hazañas conseguidas por el fútbol eslovaco, un partido histórico a cara de perro frente a Italia, el de la última jornada del grupo F. Dirigida por aquel entonces por Vladimir Weiss, la escuadra centroeuropea necesitaba imperiosamente el triunfo frente al conjunto transalpino después de haber sumado solo un punto ante Nueva Zelanda.
En un envite loco –tres dianas en los últimos diez minutos–, Eslovaquia hizo valer el doblete de Robert Vittek, si bien el bloque de Marcello Lippi redujo distancias hasta en otras dos ocasiones, por lo que fue necesario un tercer tanto de Kamil Kopunek.
Seis años más tarde, en la edición de la Eurocopa que se disputó en el Estado francés, los halcones volvieron a jugar los octavos, siendo los mejores de los cuatro terceros que clasificaban, tras ganar a Rusia (1-2) y empatar con Inglaterra (0-0). En su posterior cruce, ya nada pudo hacer ante la todopoderosa Alemania, con la que perdió por un contundente 3-0.
El reto es ahora volver a hacerlo, para lo que Eslovaquia se agarrará a la eficacia de Ivan Schranz, inesperado pichichi del campeonato, con dos goles, junto a Niklas Füllkrug, Jamal Musiala y Georges Mikautadze. El atacante del Sparta de Praga es el arma más afilada de que dispone en ataque y el mayor peligro para los intereses rumanos.
Francesco Calzona solo tiene una duda en su once tipo y no es una cualquiera. Se trata de la de su lateral izquierdo titular, David Hancko. El defensa del Feyenoord, pretendido por el Atlético de Madrid, sufre unas molestias en un aducctor y, de no poder jugar, sería reemplazado por Adam Obert.
Mala racha rumana
Desde 2000 Rumanía no se clasifica para unos octavos, objetivo que tradicionalmente no era ningún obstáculo lograr. Para acabar con ese prolongado maleficio, Nicolae Stanciu es el futbolista llamado a liderar al equipo que, aunque perdió frente a Bélgica, dispuso de un buen ramillete de ocasiones como para darle un disgusto, algó que firmó ante Ucrania.
En el otro encuentro del cuadro, duelo de contrastados arietes que todavía no lo han demostrado en este torneo. Artem Dovbyk y Romelu Lukaku pelearán por terminar con su mala racha y no irse de vacío. El primero, pichichi de la Liga, ha sido hasta ahora anulado por las defensas rivales, y el segundo, máximo artillero histórico de Bélgica, tiene colgado el cartel de gafe.
En la formación de los diablos rojos entrará Leandro Trossard, que reemplazará al sancionado Dodi Lukebakio, mientras que por el lado ucraniano, Sergyi Rebrov podría tirar de experiencia dando entrada a Roman Yaremchuk y Andriy Yarmolenko.