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Dommaraju Gukesh sucede a Kasparov como el campeón mundial de ajedrez más joven de la historia

El prodigio indio ha forzado con las piezas negras un final condenado a las tablas, pero Ding Liren ha pecado de falta de concentración y su horrorosa jugada Torre f2 lo ha condenado a la derrota. El prodigio de Chennai cumplió los 18 años el pasado 29 de mayo.

Una joven firma sobre la imagen de un sonriente Dommaraju Gukesh, como si intuyera que iba a resultar campeón mundial. (R. SATISH BABU | AFP PHOTO)

El 9 de noviembre de 1985, Gari Klimovich Kasparov se proclamaba en Moscú frente a Anatoli Karpov en el campeón mundial de ajedrez más joven de la historia, con 22 años, seis meses y 26 días. En tan señalada fecha no solo sucedió a Karpov al frente del ajedrez universal –un trono que no terminaría de ceder sino en el año 2000 cuando su alumno Vladimir Kramnik consiguiera destronarlo–, sino que se convertía a su vez en el campeón mundial más joven de la historia de este deporte, por delante de otro mito como Mikhail Nejemievich Tal, «el Mago de Riga», quien el 13 de mayo de 1960 tenía 23 años, seis  meses y cuatro días cuando se coronó campeón mundial frente al «patriarca» soviético Mikhail Botvinnik.

Pues bien, este 12 de diciembre de 2024, con 18 años, seis meses y 16 días, Dommaraju Gukesh ha sucedido al «Ogro de Bakú» como el campeón mundial más precoz del juego de las 64 casillas, superando en una dramática recta final a Ding Liren por un marcador de 7-5 a 6,5, luego de imponerse con las piezas negras en la última partida clásica del Mundial de Singapur.

En honor a la verdad, no merecía Ding Liren perder así su trono. El de Wenzhou ha pasado un año y medio atroces, con serios problemas para dormir y medicado durante largo tiempo luego de superar a Ian Nepomniachtchi. Pero después de meses de mal juego y especulaciones que hablaban de que el chino no iba a presentarse siquiera al Mundial, porque de hacerlo iba a ser barrido por Gukesh, ha sacado buena parte de su clase y, aun encontrándose lejos de su mejor forma, ha sido un dignísimo defensor de su corona... hasta la última partida.

Sabedor de que es mejor que el indio en partidas rápidas y relámpago, formato al que se hubiese visto abocado el Mundial a partir de este viernes en caso de empate a 7 puntos, Ding ha buscado descaradamente las tablas pese a contar con la iniciativa de las piezas blancas en la última partida lenta y a pesar de que la preparación de Gukesh ante la Apertura Reti presentada por el chino no ha sido la mejor.

Ding Liren ha buscado huir de la refriega con una partida lo más «seca» posible, pero se ha topado con un rival que, haciendo caso a los preceptos del mítico José Raúl Capablanca y Magnus Carlsen, ha afrontado el final de la partida, después del cambio de damas, en una suerte de presión constante, casi desesperada, a la espera del error de su rival.

Lances históricos

Un error que ha llegado en la jugada 55 de la partida: Torre a f2. Horrible lance que tras el cambio de torres y en una situación de un peón de ventaja para las negras y con sendos alfiles que discurrían por las casillas blancas, Gukesh ha aprovechado para provocar un cambio de piezas y hacer valer su «dos contra uno» de peones para, con la ayuda del rey negro para mantener alejado al monarca de las blancas, procurarse un peón pasado –sin obstáculos camino a la coronación–, promocionar dama y darle un mate sencillo de dama y rey contra rey.

«No me había dado cuenta de mi tremendo error hasta que he visto los gestos de mi rival», ha declarado un Ding Liren abatido, que en el plazo de año y medio ha pasado a la historia del ajedrez a una genialidad como fue aquel Torre a g6 frente a Nepomniachtchi, a esta pifia que ha sido el lance Torre a f2.

Después de esa jugada, un Dommaraju Gukesh muy nervioso ha perdido su habitual hieratismo y ha empezado a taparse la cara, cada vez más emocionado, al ver el cielo abierto. El propio Ding ha querido desaparecer de la faz de la Tierra en esos momentos, inclinado sobre la mesa de juego y tapándose la cara a su vez. Pese al anticlímax que ha supuesto que la partida definitiva de este Mundial se haya decidido con un error de principiante, hay que tener presente el contexto físico y de salud de Ding Liren, mucho más frágil de lo que ha sido en sus mejores días, y también la virtud que ha sabido reseñar el Gran Maestro granadino Pepe Cuenca para el portal en castellano de Chess 24: «Gukesh podía haber firmado las tablas, pero ha ganado porque ha decidido seguir apretando, obligando a Ding a jugar una más, hasta que ha llegado su error».

El contraste de emociones ha sido todavía más palpable después de que Ding Liren ha firmado la planilla de la partida una vez certificada su capitulación. El chino ha salido a escape de la sala de juego, aunque no ha faltado a su cita con la rueda de prensa posterior, por destrozado que estuviera en lo anímico, mientras que Gukesh ha sucumbido a la emoción y, entre las lágrimas, ha dado gracias al cielo. «Que yo haya ganado el Torneo de Candidatos y el Mundial lo debo gracias a Dios», ha afirmado un Dommaraju Gukesh radiante; tan radiante como respetuoso hasta el extremo con el ya excampeón Ding Liren.

Los días más felices

«Para mí ha demostrado que es un verdadero campeón. Por encima de la presión y la tensión que ha tenido que soportar, en este Mundial ha jugado grandes partidas, demostrando que había llegado a lo más alto con todo merecimiento», ha afirmado el prodigio de Chennai, que ha tenido la deferencia de levantarse una vez más de su asiento en la sala de prensa, justo cuando Ding Liren se disponía a abandonar la sala, para mostrarle sus respetos con un afectuoso apretón de manos, antes de zambullirse en su inmensa felicidad.

Pues ya hay un nuevo campeón mundial de ajedrez, el más joven de la historia, con permiso del ucranio residente en Algorta Ruslán Ponomariov, que en 2002, con 18 años fue el campeón mundial más joven de la historia del ajedrez... pero en un contexto en el que existía el cisma entre la FIDE –Ponomariov ganó el título mundial federativo– y la PCA –Asociación de Ajedrecistas Profesionales, organizado por Gari Kasparov y Nigel Short, a mayor honra y gloria del «Ogro de Bakú»–, cuyo campeón era Vladimir Kramnik. Ajeno a estas vicisitudes, ya que le «reunificación» entre la FIDE y la PCA tuvo lugar antes de que Gukesh naciera, el 29 de mayo de 2006, el prodigio de Chennai ya puede sonreír tranquilo, y dejar de esconder sus emociones tras su poblada barba. Más aún cuando la «bolsa» para el ganador del Mundial de Singapur ha sido de 1,3 millones de euros –por 1,1 millones para Ding Liren–.

Solo queda felicitar a Gukesh y esperar que no se cumpla la profecía que tan al pie de la letra se cumplió cuando Gari Kasparov ganó su primer Mundial, en 1985. «Disfruta de la felicidad de este día, porque en adelante los mejores días de tu vida habrán pasado», palabras proferidas al propio Kasparov por Rona Yakovlevna Avinezar, viuda del excampeón mundial Tigran Petrosian. Ojalá la vida y el ajedrez sonrían a Dommaraju Gukesh, segundo campeón mundial nacido en la india tras Vishy Anand, y que a nadie sorprendería si en un futuro no muy lejano tuviera que defender su título contra algún paisano suyo, luego de la tremenda fiebre ajedrecística que en los últimos 20 años se ha despertado en la India, al punto de elevar al «subcontinente» asiático a la cima del juego de las 64 casillas.