El precio del oro, otro síntoma más del declive del dólar estadounidense
El precio del oro crece, no tanto por la política arancelaria de Donald Trump –aunque algunas decisiones afectan–, como por el riesgo geopolítico, sobre todo por las sanciones. La decisión de Trump de permitir a los fondos de pensiones inversiones de alto riesgo son otro síntoma de la decadencia
La semana pasada se produjo un repunte en los precios del oro que han desatado todo tipo de especulaciones. La mayoría señalaba a los aranceles que ha establecido EEUU a las importaciones como la principal causa del aumento de los precios. En realidad, el repunte solo tiene que ver con los aranceles de manera colateral.
El oro es una materia prima que se usa en la industria, sobre todo en joyería y electrónica, pero es también un bien en el que se invierte, bien para especular, bien para conservar los ahorros, al funcionar como reserva de valor. Esa naturaleza de activo financiero hace que tenga, por ejemplo, un tratamiento fiscal diferenciado al de otras mercancías. En Hego Euskal Herria, la compra de oro de gran pureza, ya sea en monedas o en lingotes, no está sujeta al pago del IVA, ya que se supone que esas compras son una inversión. Sin embargo, aquella persona que compre oro deberá consignar en la declaración de patrimonio, si le corresponde presentarla, la cantidad de oro que posee. Además, cuando lo venda deberá declarar el beneficio en el IRPF en el apartado de ganancias o pérdidas patrimoniales, como ocurre cuando se vende una vivienda.
Todo el mundo interpretó que los lingotes de oro provenientes de Suiza deberían pagar también ese arancel del 39%
Ese régimen especial se debe a su carácter de bien de inversión, de ahí que su tráfico se parezca más al de las acciones u otros activos financieros que al de una materia prima. Y en ese tratamiento específico está la razón del nerviosismo y del alza de los precios. Cuando Donald Trump aprobó la aplicación de un arancel del 39% a los productos provenientes de Suiza, al parecer no definió bien los códigos de los productos que no estaban sujetos al nuevo derecho aduanero, y todo el mundo interpretó que los lingotes de oro provenientes de Suiza deberían pagar también ese arancel del 39%, lo que hacía inviable su importación para fines de inversión. Y no es una cuestión baladí: Suiza es el mayor centro de refinado de oro y de tránsito de lingotes del mundo, por lo que el nuevo régimen aduanero prácticamente cerraba el acceso al mercado estadounidense al oro proveniente de Suiza.
A la vista del revuelo que se montó, la Casa Blanca anunció rápidamente que publicaría una orden para clarificar la situación. El anuncio ha sido suficiente para calmar el ambiente bursátil. A pesar de las apariencias, a causa de los cambios constantes en las tarifas y en los plazos de entrada en vigor, la subida de los aranceles a las importaciones está calculada con mucho cuidado para preservar los intereses estadounidenses. Así, por ejemplo, las importaciones de energía están exentas de esas tarifas complementarias, con lo que se puede dar la paradoja de que EEUU ha impuesto un arancel adicional del 25% a India por comprar petróleo ruso, sin embargo, este, una vez refinado, puede ser revendido a EEUU y no pagaría el arancel al tratarse de un producto energético.
El riesgo geopolítico
Al margen de ese efecto colateral, el oro sufrió un importante repunte en abril, justo después de que Donald Trump anunciara los nuevos aranceles a las importaciones. El pico se alcanzó a mediados de mes, cuando China respondió con medidas similares y la guerra comercial parecía un hecho inevitable. El precio del oro solo aflojó cuando Washington y Pekín anunciaron una pausa de tres meses para negociar la política comercial. Esta semana, a punto de cumplirse el plazo, EEUU decidió prorrogar por otros tres meses las negociaciones con China, por lo que este aspecto continúa abierto. En un contexto de enfrentamiento como el actual, el oro se convierte en un activo muy demandado por aquellos especuladores que quieren evitar grandes riesgos y protegerse frente a las turbulencias políticas, por lo que su precio suele subir. De ahí que a menudo se hable del oro como un valor refugio.

Estos episodios de alza de los precios del oro eran especialmente notables cuando subía la inflación en EEUU o el dólar se devaluaba. En ambos casos, el billete verde pierde valor, y si el valor de la moneda de reserva se desvanece, es lógico que se opte por otros activos que se consideren más seguros. Y eso ocurría y sigue ocurriendo a pesar de que el oro cuenta con dos importantes inconvenientes. En primer lugar, a diferencia de las acciones, depósitos o deuda pública, no genera ningún tipo de retorno (intereses); hasta que no se vuelve a vender no hay ninguna entrada. Y en segundo lugar, el almacenamiento es costoso; no se puede dejar sin más en el aparador de la entrada de casa.
Entre sus puntos fuertes está la alta liquidez: es fácil venderlo en cualquier circunstancia. Y una característica que se ha vuelto especialmente importante en los tiempos actuales: no está expuesto al riesgo de la contraparte. En el caso de otros activos, como las acciones, la deuda o los depósitos bancarios, el emisor puede terminar en bancarrota y quedarse sin capacidad para hacer frente a sus obligaciones, entonces el especulador pierde su dinero. Además, esos activos pueden fácilmente ser congelados o confiscados, como ha ocurrido con numerosos activos rusos. En el caso de un país, eso significa que si mantiene gran parte de sus reservas en esa clase de activos corre un importante riesgo cuando el humor político cambie de dirección.
Las reservas de oro superan ya el anterior pico que se alcanzó en 1965, con 38.000 toneladas
Hasta el inicio de la guerra de Ucrania en 2022, este aspecto podía ser poco relevante, pero tras la decisión de congelar los activos rusos y desconectar a los bancos rusos del sistema Swift, este peligro se ha vuelto real para muchos países, lo que ha empujado a muchos bancos centrales a aumentar sus reservas de oro en detrimento, por ejemplo, de las divisas de otros países o de la deuda estadounidense. Según el último informe del World Gold Council, desde 2022 el conjunto de bancos centrales del mundo ha acumulado del orden de 1.000 toneladas de oro anualmente, frente a las 400-500 toneladas anuales que acumularon durante la década precedente. De hecho, las reservas de oro superan ya el anterior pico que se alcanzó en 1965, con 38.000 toneladas. El 95% de los bancos centrales que respondieron a la encuesta de World Gold Council señalaron que prevén que las reservas de oro globales aumenten este año y un 43% reconoció que esperaba que las propias también aumenten, y ninguno preveía una disminución de las actuales.
De los riesgos geopolíticos también habla el hecho de que a pesar de que el 64% de los encuestados mantiene sus reservas de oro en el Banco de Inglaterra, el número de países que ha habilitado algún almacén nacional de oro ha pasado del 41% al 59%, casi veinte puntos más. Y un 7% prevé aumentar a corto plazo su capacidad de almacenamiento nacional.
Los peligros asociados al dólar
La encuesta a los bancos centrales revela que la mayoría de ellos, un 73%, prevé que las reservas de dólares disminuirán, moderada o significativamente, a lo largo del año. En su lugar, además del oro, los encuestados señalan que aumentarán las reservas en euros y renminbi. Otro claro indicio del declive del dólar como moneda de reserva, cada vez más asociada al riesgo geopolítico, aunque esté todavía lejos de perder su papel central en el sistema monetario internacional.
La Administración Trump trata de ampliar el flujo de nuevos capitales hacia los cada vez más exóticos activos financieros
En este sentido, cobra especial relevancia la orden ejecutiva de Trump llamada "Democratización del acceso a activos alternativos para inversores en planes 401(k)" del pasado 7 de agosto. Los 401(k) son planes y fondos de pensiones. En todos los países, estos fondos están sometidos a una estricta regulación para evitar que una estrategia especulativa demasiado arriesgada termine por generar grandes pérdidas que reduzcan a cero las futuras pensiones. La nueva orden de Trump básicamente levanta algunas restricciones importantes a este tipo de fondos, que pronto podrán invertir en acciones y activos que se negocian al margen de los mercados oficiales, pero también en inmuebles y en criptomonedas. Todos ellos son activos con poca liquidez y, en caso de que surja algún problema, los fondos pueden quedar atrapados. De esta manera, la Administración Trump trata de ampliar el flujo de nuevos capitales hacia los cada vez más exóticos activos financieros.
La lógica de este movimiento es sencilla. En un mundo multipolar las posibilidades de inversión se diversifican. El capital ya no fluye solo hacia Wall Street, y sin nuevas aportaciones de capital, las cotizaciones se estancan, lo que reduce el atractivo de los mercados financieros estadounidenses. Los índices bursátiles no revelan tanto la buena o mala marcha de la economía como la afluencia de nuevo capital. Y sin una aportación creciente de dinero, los índices se mantienen más bien planos. Por eso, la Administración de Trump ha optado por desregular todavía más las finanzas para incentivar nuevos flujos especulativos hacia Wall Street. Una estrategia muy peligrosa que es posible que otros empiecen a copiar pronto en Europa.