Ane Iparragirre

Heraclio Fournier, un homenaje a las «naiperas» un siglo después

El museo Bibat de Gasteiz tiene una historia de más de un siglo. Exactamente ha cumplido 101 años y, para rememorar sus inicios, la fábrica de naipes Heraclio Fournier acoge una expoosición especial que pretende ser un homenaje y una reivindicación del trabajo desempeñado por las mujeres.

Imagen de la exposición sobre las «naiperas».
Imagen de la exposición sobre las «naiperas».

Aunque, la presencia de las mujeres en la fábrica de naipes de Heraclio Fournier, fue mayoritaria desde sus inicios, las carreras laborales de hombres y mujeres fueron diferentes. Mientras los hombres eran maquinistas, las naiperas ocupaban los «oficios complementarios femeninos». Desarrollaron las tareas previas y posteriores a la impresión de los naipes: selección de papel y supervisión de pliegos, coloreado, barnizado, corte de los naipes, revisión de barajas, realización de estuches y empaquetado. Su papel fue fundamental para mantener la calidad del producto, seña de identidad de la empresa. A lo largo del siglo XX las mujeres comenzaron a desarrollar otros oficios relacionados con la administración, laboratorio químico, dibujo, fotocomposición... e incluso como maquinistas.

La transformación industrial ha sido uno de los principales rasgos de la contemporaneidad. En Gasteiz, este proceso se inició a finales del XIX. Desde los primeros momentos, la industria del naipe fundada por Heraclio Fournier González tuvo un lugar preeminente, y dentro de ella, destacó el empleo de las naiperas, a pesar de algunas consideraciones sobre el empleo de mujeres en la industria como «algo nefasto y perjudicial para la salud social». Las naiperas recibieron el reconocimiento de la sociedad vitoriana, y trascendieron el ámbito local. Así, a partir de 1925 la Real Academia Española incorporó el oficio de naipera en el diccionario.

La fábrica de naipes Fournier se ha caracterizado históricamente por una escasa conflictividad laboral. Sin embargo, los oficios desarrollados por las naiperas no gozaban de reconocimiento y eran adscritos en la categoría de no cualificados y retribuidos en menor cuantía que los puestos masculinos. En la segunda mitad del siglo XX, con el afianzamiento del modelo de mujer trabajadora, las naiperas participaron en movilizaciones para reivindicar la dignificación de sus puestos de trabajo y sus condiciones laborales, tanto en el ámbito salarial como respecto a ascensos y categorías. Paulatinamente fueron conquistando otras áreas de la empresa, ascendiendo profesionalmente, y mejorando en categoría y salario.