Con una puesta en escena que recordaba a una típica Orquesta de Jazz clásica de la era del swing, con los cajones en los que se podía leer el nombre de la gran banda tras los que se parapetaría las sección de los saxos, salían los músicos a escena.

Como bien ha explicó el director de la banda, Alain Sancho, la formación se componía de dos secciones bien diferencias, una claramente jazzera con su sección rítmica de bajo o cobrabajo, batería, piano, guitarra y una nutrida sección de vientos, y otra donde la txalaparta, las albokas, el txistu, los panderos y la trikitixa eran los instrumentos representantes del folklore local. Así bien, dos conceptos sonoros bien definidos y diferenciados y el reto por delante de lograr una buena fusión y equilibrio entre ambas.

Arrancaba el concierto con el tema de Leon Bilbao ‘Arrateko jota’, una versión en principio intimista desarrollada por la sección folk junto al piano, lo que sería un patrón a lo largo del concierto, que después recogería la sección de metales y llevarlo a otro nivel sonoro y de intensidad. Apenas la alboka, la txalaparta y los panderos conseguían disimular, con tímidos intentos, el gran salto entre los dos sonidos que nunca llegaron a fundirse realmente.

Siguieron temas como ‘Zuberako barakoitzia’, una danza de Zuberoa, el arreglo de Iñaki Azkunze sobre la letra traducida de ‘El Poema del Joven’, de Federico García Lorca y donde las voces de Nora Carramiñana y Paula Redondo adquirieron mayor protagonismo en un dueto, y un tema original de Miguel Blanco, ‘Itzultzen’, que rítmicamente recordaba a ‘Mediterráneo’ de Serrat, un 6 por 4 con una rueda armónica basada en Take Five como es casi ineludible en este tipo de temas. Resaltar aquí el gran trabajo de las pianistas Maialen Vicente y Nora Carramiñana a lo largo de todo el concierto, con gran solvencia y un peso rítmico digno de la mismísima Carla Bley, pero sin el característico peinado de esta última.

‘Maria Kattalin’, melodía de iparralde usada como base para desarrollar un motivo melódico que fue variando de tonalidad y donde una vez más aparecen las limitaciones melódicas y armónicas de los instrumentos tradicionales frente a los instrumentos de la orquesta moderna. Allá donde unos llegan los otros no pueden ir. Acto seguido interpretaron un tema de Sergi Bergues, donde la joven saxofonista Enara Eguileta nos regaló con uno de los solos de la noche, de hermoso tono e inteligente construcción melodía, de una madurez asombrosa y que fue uno de los grandes momentos de la noche. Alex Davies, uno de los alumnos que componen la formación, presentó su arreglo de ‘Dirudik zuridi’, tras ser seleccionado entre los de otros alumnos de las escuelas superiores de música. Y a partir de aquí un tema funk, composición del director y la traca final ya con el pescado vendido y con una ambiente más desenfadado y alegre.

Tal vez se echó de menos un poco de intensidad en la txalaparta y momentos de brillantez folk, pero la propuesta es interesante y por lo que parece tendremos arreglos y músicos jóvenes para rato.