Iñaki Zaratiegi
CRóNICA MUSICAL

Nostalgias playeras y épica celta

Simple Minds, en la Zurriola.
Simple Minds, en la Zurriola. (Jon URBE | FOKU)

Casi trece años se cumplían desde que el grupo escocés Simple Minds debutara en el Kursaal donostiarra en noviembre de 2009. Veteranos ya, celebraban su 30 cumpleaños. Tenían programado hacer lo propio en el Jazzaldia 2020 con su 40 aniversario. Pero la pandemia lo retrasó y anoche pudieron tomarse la revancha.

Los amigos de infancia de Glasgow, Jim Kerr (voz y cara visible del invento), y el guitarrista Charlie Burchill siguen formando el núcleo histórico del grupo y tras bastantes cambios internos ficharon en su día a otro escocés, el bajista Ged Grimes, ex Deacon Blue. Ahora viajan agrupados con el guitarra Gordy Goudie y tres mujeres: Cherisse Osei a la batería, la corista Sarah Brown y los teclados de Berenice Scott. Las dos primeras son morenas, así que el combo se presenta casi paritario en género y un punto interracial.

De haberse celebrado el txupinazo jazzero un par de días antes hubiera parecido una fiesta playera sureña. Pero la galerna mandó parar y ayer, tras horas de aliviador xirimiri, la Zurriola lució crepuscularmente rojiza y suficientemente cálida para disfrute de una masa humana de quizás más de ¿10.000 asistentes?

SM deben acumular ya una veintena de álbumes y dicen tener uno nuevo en cartera, pero ¿a quién le importa ya una nueva grabación? O aún peor, ¿a quién le importan ya los discos físicos? Quizás sonó anoche en el arenal de Gros alguna de esas anunciadas novedades, pero mejor no comerse la cabeza por comprobarlo.

Jim Kerr acaba de calzarse 63 años este pasado día 9 y lo que la vieja guardia esperaba de su banda eran éxitos y más éxitos. La propia gira se llama ‘Celebrating 40 Years of Hits’. En cuanto a las gentes más jóvenes de la audiencia playera, quizás les bastaba con tirar de móvil para publicitar en red su presencia en el espectáculo y entonar los obligados «la la la» colectivos.

Cachondeo el justo


El encuentro arrancó sin ambages con el envolvente mega sonido popero de ‘Act of Love’ y ‘Love Song’. Apunten ya dos «love», lo que da la clave de los mensajes mayores de un grupo que se presentó siempre como «progre». Kerr ha estado en el lado «laborista» del musiquerío británico y parecería que su contenido dialéctico fuera el almíbar romántico de la new wave. A la masa que prefería charlatanear en vez de escuchar, y tirar rauda de móvil cuando el ambiente se llenaba de coloricos, no debía importarle lo que las canciones relataran. Pasa en cualquier festival. No digamos cuando la entrada es gratis.

Por eso pareció percibirse un cierto aburrimiento, silbidos incluidos, cuando la supuesta quietud de ‘Belfast Child’ se fue alargando. Bajo aires de ambiente celta, un desgarrado Jim Kerr volvió a revivir el escalofrío de los sangrientos años de «troubles» norirlandeses y el desenfado festivalero se tornó en una profunda cantata sobre trágicas memorias históricas, aunque la mayoría de la gente presente ni se enterara.

El cantante de Glasgow había borrado de golpe cualquier impresión superficial sobre su devenir escénico, incluidas las comparaciones a la baja con Bono y sus colegas dublineses (‘Let There Be Love’) y reivindicaba la posible seriedad y compromiso humano del pop más mainstream. El himno estival ‘Someone Somewhere in Summertime’ o la épica ambiental de ‘See the Lights’ tornaron las aguas a su cauce de jolgorio y la muy esperada ‘Don’t You (Forget About Me)’ perdió efectividad al abusar de su duración original. Gajes festivaleros.

Más ánimos levantó quizás la pre despedida ‘Alive and Kicking’ con la que los Mentes Simples se auto animan siempre al final de su set. Vivos y coleando, hasta que el cuerpo aguante. Y de conjuro final ese festivo y curioso ‘Santify Yourself’, con aire de gospel y mensaje un tanto bíblico sobre la redención personal por el amor. Faltaría más.

Así que con las mimbres de legado artístico, edad biológica y espacio escénico marítimo, no había posible duda sobre el carácter nostálgico y conservador de un espectáculo brillantemente resultón para masas no exigentes. Pero Jim Kerr defendió también su seriedad creativa en el esperado reencuentro del festival guipuzcoano con su escenario mayor.

¿Y el jazz? Jazz ligado a la tradición lo hubo unas horas antes en Chillida Leku con el solo del pianista de origen ucraniano Vadim Neselovskyi, que repite hoy jueves sesión mañanera en el museo San Telmo. Y mucho jazz se anuncia para esta jornada con la doble sesión nipona de la plaza Trinidad de Miho Hazama (directora) y la pianista Hiromi. Además del ethiopian jazz del Premio Jazzaldia 2022, el percusionsita Mulatu Astatke, en la playa. Más el rock fronterizo de Calexico en el Kursaal, soul con Curtis Harding o Sharon Clark al aire libre y un largo etcétera de propuestas para la segunda jornada de la magna cita donostiarra.